BIENESTAR
Cómo tener un propósito en la vida mejora la salud
Aumenta la evidencia científica de que tener metas claras hacia el futuro y darle sentido a la existencia alarga y mejora la calidad de su vida.
Aunque parezca traído de los cabellos, caminar bien, tener independencia y mantener una buena función física está relacionado a tener un claro propósito que le dé sentido a la vida. Así lo reportó un grupo de expertos en la revista JAMA Psychiatry la semana pasada con un experimento en el que aquellos sujetos mayores de 50 años que veían su vida como significativa mostraron tener más fuerza en el agarre y más rapidez al caminar, dos variables consideradas factores de riesgo de incapacidad en la vejez. El efecto es equivalente a ser 2.5 años más joven que aquellos sin ese tipo de perspectivas frente al futuro.
Cuando Federico Nietzsche escribió la frase “aquel que tiene por qué vivir puede resistir casi cualquier cosa”, en cierta forma hacia una asociación similar a la hallada en este trabajo. Pero para entender mejor esa idea que Nietzsche y otros filósofos definen como ‘trascender’, la ciencia ha llevado el tema al laboratorio. Este trabajo, realizado por investigadores de la facultad de salud pública de la Universidad de Harvard, es uno de los primeros en examinar la conexión de tener una vida con sentido y la función física, crucial para vivir más.
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Pero no es el primer indicio científico de que un objetivo trascendental contribuye a un mayor bienestar. Durante la última década se ha investigado esta variable y su impacto en el bienestar y la asociación ha sido consistente. Se ha podido establecer, por ejemplo, que reduce el riesgo de enfermedad, mejora el sueño, el sexo y disminuye el riesgo de depresión y enfermedades cardiacas, entre otras cosas. En el tratamiento de adicciones es crucial. Un trabajo encontró que un alcohólico en recuperación tiene menos posibilidades de recaer en seis meses si tiene un objetivo por el qué luchar. También ayuda a dormir mejor y tener relaciones sexuales más placenteras. Estos hallazgos se dan aun cuando los expertos controlan variables como la edad, el género, la educación, el ingreso económico y la salud.
Otra importante línea de investigación mostró que algunas metas que dan sentido a la vida, como tener amigos, cultivar un hobby y ayudar a otros tiene un impacto positivo en el cerebro. Los expertos han visto que aunque las placas características del Alzheimer se forman, tener un objetivo incrementa la reserva del cerebro. Mientras más fuerte sea este, mayor será esa reserva. Otros estudios han observado que también reduce los niveles de declive cognitivo y baja los niveles de incapacidad. Una droga que logre todo eso costaría millones, dicen los expertos. Pero por fortuna darle sentido a la vida es gratis y de hecho depende de cada cual, por lo tanto es un factor modificable.
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Los mecanismos de esta asociación no se conocen a ciencia cierta. Los autores del estudio de JAMA señalan que “la gente con este tipo de ambiciones en la vida toma una actitud proactiva frente a la salud, tiene más control de sus impulsos y se comprometen más con actividades saludables”. Pero Steven Cole, investigador de la Universidad de los Ángeles cree que existe otra explicación. En un experimento, el científico miró dos tipos de propósito, el hedonístico, que proviene del placer, y la eudaimonia, una palabra griega que se relaciona más con un sentido de trascendencia en la vida. Al final Cole observó que si bien ambos tipos de personas sienten una misma felicidad, biológicamente los hedonistas son distintos a aquellos con un propósito en la vida. Los primeros tenían más expresión de genes que promueven procesos inflamatorios mientras que los otros tenían más de aquellos que favorecen los anticuerpos que luchan contra las enfermedades. Cole sospecha que el propósito en la vida disminuye la reacción del sistema nervioso central hacia los peligros, el estrés y a todo aquello que promueve la liberación de endorfinas y esa sería la razón biológica por la cual tiene un gran impacto positivo en la salud. “Debe haber algo en esa persona que le dice no se preocupe, no se angustie, no tenga incertidumbre”, señaló el experto a la revista New Scientist.
¿Qué es exactamente tener un propósito? El reconocido psiquiatra austriaco Victor Frankl, prisionero de los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial, fue pionero en observar el tema científicamente y notó que muchos de sus compañeros de infortunio no le veían sentido a seguir allí. Esos estaban perdidos y casi siempre morían. El sobrevivió y dedicó su vida a explorar el significado del propósito en la vida: escribió un libro y desarrolló una terapia que han sido un legado importante para la humanidad. Hoy los psicólogos definen este concepto como tener un sentido de dirección, cultivar una meta a largo plazo basada en valores y que hace a la vida digna de vivirse. En algunos estudios los investigadores lo definen como “la tendencia a sacar significado de las experiencias de la vida y poseer un sentido de intencionalidad o una meta hacia un punto que guía nuestro comportamiento”. Para la psicóloga Carolina Guzman es una necesidad neurofisiológica. Agrega que hoy las cosas que dan sentido son diferentes a décadas pasadas cuando se buscaba metas más individuales. “Incluso la noción de ser padres ya no es el objetivo porque hay más alternativas como proteger los animales. Hoy se busca el bienestar de los demás, algo que requiere una ruptura mental y ampliar la capacidad del cerebro”.
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Aunque para muchos la meta puede ser convertirse en millonario, el dinero no garantiza el efecto benéfico en la salud. En estudios se ha visto que la gente de naciones más pobres tiene mayores niveles de felicidad y tienden a ver la vida con más significado. Según uno de los investigadores, esto se da porque la gente en estos países tiene más cosas en qué enfocarse y sus metas son mucho más claras: “sobrevivir y creer”, dice Shigehiro Oishi, de la Universidad de Virginia en Charlottesville, quien analizó la información. “En los países ricos hay tantas posibles metas que es más difícil para la gente verlas claramente”. Aunque muchos relacionan el propósito con la religión, Oishi encontró que si bien la gente que profesa alguna fe tiene más niveles de sentido en la vida, ser religioso per se no reduce el riesgo de infarto ni genera los beneficios de salud que se ven cuando se tiene un propósito. De hecho, muchos ateos tienen una idea clara de su propósito en la vida.
La vida es fugaz y darle sentido es una prioridad. Según Victor Strecher, autor del libro On purpose la razón por la que esta variable no se usa en salud pública como instrumento de prevención de enfermedades es porque aún los médicos ven el concepto como gaseoso y filosófico. Pero si se tiene en cuenta que el mundo está envejeciendo, es importante empezar a fomentar esta idea. El editorial que acompaña el estudio de JAMA, escrito por Carol Ryff, directora del Instituto de Envejecimiento de la Universidad de Wisconsin, lo dice: “tener propósito en la vida puede ser usado para mejorar la salud en la medida en que la población envejece”. Si usted aún no tiene uno, por el bien de su salud empiece a pensar qué le daría sentido a la suya.