CON EL CORAZON EN LA MANO
En los últimos años las enfermedades cardiovasculares han aumentado de manera <BR>alarmante. En la actualidad son la segunda causa de mortalidad en el país.
John Ayala, un cardiólogo de urgencias de la clínica Reina Sofía, quedó
sorprendido cuando a este servicio llegaron en menos de 48 horas tres pacientes con infartos agudos
del miocardio. El número no era lo que más le preocupaba. En realidad el impacto se debía a que la
mayoría de víctimas eran personas que no pasaban los 35 años. Este mismo fenómeno lo han
observado otros colegas de Ayala en diferentes servicios de salud y todos llegan a la misma
conclusión. El infarto está aumentando y afectando cada vez más a grupos de edades menores.
"Hace 10 años era rarísimo ver un infartado menor de 40 años y ahora tenemos jóvenes hasta de 25",
dice Ayala. Para Ricardo Rozo, presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología, no cabe
duda de que este fenómeno está sucediendo entre la población colombiana joven _20 a 45 años_. En
1998, en la unidad de cuidados coronarios de la Clínica Shaio, se presentaron 365 casos de infarto.
De ese total 23 correspondieron a personas menores de 45, es decir un 6,6 por ciento. El resto
fueron casos entre pacientes con 46 años o mayores. Infortunadamente no existen estadísticas
globales ni posibilidad de corroborar estas cifras con años anteriores. No obstante este incremento ha
puesto una señal de alarma en la comunidad médica. "Es posible que el problema no sea muy grave y
más bien producto de la impresión", dice el cardiólogo Daniel Isaza, director científico de la Clínica
Shaio. "Pero la verdad es que genera un impacto muy grande encontrar que entre 20 pacientes con
infarto que se presentan al mes haya un joven de 28 años". Si no fuera por la violencia, en Colombia,
las enfermedades coronarias, entre las cuales se incluye el infarto, serían la primera causa de muerte.
Según la Organización Panamericana de la Salud en 1996 provocaron 37.000 muertes.Julio Latorre, de
38 años, es un médico colombiano que hace dos meses empezó a hacer parte de esas estadísticas.
Mientras hacía la diligencia de cambio de pasaporte empezó a sentir un dolor opresor en el pecho.
"Yo nunca me imaginé que fuera un infarto", dice. Y no lo hizo porque nunca habría clasificado entre las
personas con alto riesgo. No era obeso ni hipertenso, sus niveles de colesterol eran normales y su
vida estaba lejos de considerarse sedentaria. Su único problema era el estrés por el trabajo y el
hecho de tener en su árbol genealógico dos abuelos que habían muerto jóvenes a causa de un infarto.
Latorre regresó a Epsyclínica, donde tiene el cargo de gerente. En vista de que el dolor continuaba
decidió hacerse un electrocardiograma. Como el examen salió anormal llamó a su médico en el
Hospital San Ignacio y en menos de media hora estaba en la sala de procedimientos, donde sus
colegas le hicieron una angioplastia para destaparle la arteria. "Aún no sé qué tan grave fue, pero lo
cierto es que no quedé con ninguna limitación funcional". No obstante deberá estar en control
periódico con un cardiólogo, controlar los niveles de colesterol y manejar el estrés para evitar que algo
así pueda volver a suceder.
Cambio de hábito
Para algunos el fenómeno del aumento de estos episodios en personas jóvenes es mundial. La
competencia, el agite diario del trabajo, la falta de tiempo para reposar y recrearse y los malos
hábitos alimenticios están provocando que en el mundo occidental exista hoy una incidencia mayor
de infartos. Pero el caso colombiano tiene ingredientes muy particulares. Según Luis Moya,
presidente de la Liga Colombiana contra la Enfermedad Coronaria, la población que ha migrado del
campo a las ciudades ha contribuido a promover este fenómeno. "El campesino desplazado vive en
forma más agitada, ha modificado sus hábitos de alimentación y cambió el ejercicio por una vida más
sedentaria", dice.
Además de lo anterior, para la mayoría de médicos consultados por SEMANA es evidente que la
situación de violencia, inseguridad e inestabilidad económica que vive el país ha disparado estas cifras.
Según Rozo, aunque lo anterior es difícil de probar, se sabe que una población joven desempleada
y sin retos ni posibilidades de desarrollarse responde con violencia, angustia y estrés. Todo esto,
unido a otros factores de riesgo, puede favorecer un episodio coronario como el infarto.
Otra variable que también está jugando un papel importante es el consumo de sustancias
sicotrópicas y sicoactivas. "Es doloroso ver jóvenes sanos, sin ningún factor de riesgo coronario, en las
urgencias de cualquier hospital con infartos por causa de la cocaína y el basuco", dice Rozo.
Educación sin corazón
El aumento de las cifras es fiel reflejo de la ausencia de campañas preventivas y educativas que le
enseñen a la población no sólo a controlar los factores de riesgo sino también a saber actuar en el
momento de un infarto al corazón.
La Liga Colombiana contra la Enfermedad Coronaria encuestó a 53.000 personas de todo el país y
encontró datos alarmantes. El 23 por ciento de los encuestados (siete millones de colombianos)
tienen el colesterol alto, lo cual los pone en un riesgo alto de sufrir un infarto. Y lo más angustiante es
que muy pocos lo saben. El mismo estudio señaló que 83 por ciento de los colombianos no conoce
qué es el colesterol ni los triglicéridos ni cómo afectan al corazón. Un estudio realizado en el Hospital
de San José de Bogotá mostró que incluso después de haber tenido el infarto sólo el 30 por ciento de
los pacientes que llegan al servicio de hemodinamia de esta institución saben porqué se infartaron. El
resto, a pesar de haber estado en urgencias y en citas médicas con cardiólogos, ignora cuál fue la
causa de su enfermedad.
Un proceso natural
El infarto se debe a un proceso que comienza desde el nacimiento y que se conoce como
arteriosclerosis. Esto significa que el organismo va acumulando lentamente porciones de grasa en las
paredes de las arterias coronarias. Con el paso de los años esta grasa va disminuyendo el calibre de
esas arterias hasta que se tapan por completo y se produce el infarto. Por lo general a los 40 años
esta placa puede haber ocluido 60 por ciento de la luz de la arteria. Pero este proceso normal del
organismo puede acelerarse si la persona no hace ejercicio con regularidad, se alimenta con dieta
alta en grasas saturadas, fuma, es obesa, sufre de diabetes o tiene una carga genética (algún
familiar cercano que haya tenido un infarto). Entre más factores de riesgo la probabilidad de
enfermedad coronaria es mucho mayor. El desconocimiento sobre el tema hace que 85 de las
personas consulte cuando ya existe un síntoma y la enfermedad coronaria se ha establecido. Para un
porcentaje de las personas en riesgo, sin embargo, el primer síntoma de este mal puede ser la muerte
súbita. Esto sucede porque la enfermedad coronaria es silenciosa y muchos de los factores de
riesgo no se manifiestan.
Bajas dosis de alcohol.
Un reciente estudio del Harvard Medical School _el más grande hecho sobre el tema hasta el
momento y divulgado en agosto pasado_ encontró que tomar entre dos y seis tragos a la semana
puede reducir el riesgo de muerte súbita por infarto. Más sobre el tabaco. Según un estudio realizado
en hospitales de España, Italia y Portugal por el cardiólogo José María Cruz-Fernández, del Hospital
Virgen Macarena de Sevilla, el tabaco duplica el riesgo de sufrir un infarto de miocardio en
personas que no presentan ningún signo de patología coronaria y adelanta hasta 10 años la edad en
la que suelen aparecer las enfermedades del corazón. Nuevos factores de riesgo. Uno de ellos es la
insulina alta. Un estudio llamado el Bogalusa Heart mostró nueva evidencia de que el elevado nivel de
esta hormona en la sangre se asocia a un incremento del riesgo cardiovascular en niños y adultos
jóvenes. Bacterias dañinas. Aunque aún hay controversia sobre el tema, estudios recientes señalan a
la Helicobater pylori, la bacteria asociada con las úlceras estomacales, como un factor que
contribuye a la enfermedad cardíaca. Al igual que otras bacterias y virus, (clamidia, citomegalovirus y
herpes), la Helicobater pylori puede generar un tipo de inflamación que conduce a la enfermedad
coronaria. El viagra no es malo para el corazón. En un estudio realizado por Pfizer y el Medical
College de Georgia, Estados Unidos, se les dio indiscriminadamente Viagra o un placebo a 4.272
hombres, de los cuales 1.393 recibían tratamiento para la hipertensión. El estudio mostró que los
pacientes que tomaron Viagra y estaban bajo el tratamiento tuvieron efectos secundarios muy
parecidos a los de los otros grupos estudiados. Por lo tanto concluyeron que esta droga era bien
tolerada por hombres que toman medicamentos para la hipertensión.
Alianza entre el vino y la aspirina. Un grupo de médicos españoles demostró con un estudio que el uso
moderado de vino tinto es un factor independiente de protección para lesiones pépticas inducidas
por sangrado gastrointestinal. Además encontraron que el vino en pequeñas cantidades reduce el
riesgo de sangrado gástrico cuando se usa con bajas dosis de aspirina.
Los nuevos tratamientos salvan. Un estudio hecho por médicos de Islandia entre 1986 y 1996 mostró
que el uso de bloqueadores beta (drogas que disminuyen el trabajo del corazón), agentes
trombolíticos (que destruyen los trombos en las arterias) y la aspirina redujeron en 6,6 por ciento la
mortalidad en esta década.Cuide sus dientes. La prevalencia de periodontitis, es decir, problemas
relacionados con las encías, como infecciones por placa bacteriana y cálculos que inflaman el tejido
de soporte del diente, tendrían una correlación con la enfermedad coronaria, según encontraron
investigadores de los departamentos de odontología y cardiología de la Universidad de Lieja,
Bélgica.Jóvenes en riesgo. Un estudio hecho por médicos del departamento de cardiología del Bikur
Cholim Hospital de Jerusalén concluyó que, al ser comparados con pacientes más viejos, los
jóvenes menores de 45 años que han tenido infarto son con frecuencia fumadores que tienen una
historia familiar de enfermedad cardiovascular.
Tratar bien cuesta menos.
Médicos suizos encontraron que los tratamientos intensivos en pacientes con falla cardíaca reducen
eventos cardiovasculares y muertes. Un estudio realizado por varias entidades de Latinoamérica, entre
ellas la Clínica Shaio de Colombia, encontró que los pacientes que recibieron menos tratamientos
invasivos fueron hospitalizados más veces.
Soldado avisado
El corazón puede ser comparado con el motor de un carro. Y como tal merece una sincronizada de
vez en cuando y cambio de aceite si es necesario para que funcione bien y no falle en las
subidas y los terrenos difíciles. ¿Cuándo hacerlo?
Si tiene riesgo genético, según el cardiólogo Luis Moya, se debe empezar a tomar precauciones a
partir de los 20 años. A los 30 años recomienda que estos pacientes se practiquen una prueba de
esfuerzo para conocer cuál es el riesgo concreto.