VIDA MODERNA

¿Por qué mis padres nunca me escuchan?

Esta queja que se escucha con frecuencia en los niños es un campanazo de alerta, advierte la psicóloga Gloria Isaza Posse. Algunos consejos para que mejore la comunicación con sus hijos y evite perderse de los momentos más importantes de sus vidas.

22 de abril de 2017
| Foto: Pixabay

Escuchar es tal vez uno de los aprendizajes mas importantes que tienen los seres humanos. Aunque es una de las primeras funciones del lenguaje que se desarrolla, la psicóloga Gloria Isaza Posse explica que resulta difícil mantenerla y con el tiempo se tiende a hablar mas que a escuchar.

Cuando los niños cuentan lo que han vivido y lo que sienten, la primera reacción de los padres es interpretar lo que ha sucedido, decirles que se equivocaron, lo que deben hacer o tratar de aliviar los sentimientos minimizando la importancia que tiene para el niño. Se puede creer que la mejor manera de cumplir la tarea de corregir y orientar a los hijos es decirles qué deben hacer y cómo hacerlo.

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Los padres son el primer modelo para los niños y ellos aprenden a escuchar con su ejemplo, cuando ven cómo se comunican papá y mamá, como hablan con ellos y con las demás personas que los rodean.

Qué es escuchar y cuál es su importancia en la vida de los niños:

Escuchar es diferente a oír. Oír es recibir las ondas sonoras a través del oído y trasmitirlas al cerebro para ser procesadas mientras que escuchar es dar significado a esos sonidos y palabras. Escuchar permite comprender el mensaje que la otra persona quiere trasmitir. Se oye con los oídos y se escucha con el cerebro y el corazón.

Al escuchar hay que poner atención. Para comprender lo que el niño dice es importante que los padres pongan su atención en él, dejen a un lado lo que están haciendo, lo miren y dispongan su cuerpo en actitud de escucha. Decirle que pueden escucharlo aunque estén haciendo otra cosa es parcialmente cierto; es posible que puedan oírlo pero no lograrán establecer la conexión que les permite comprender lo que el niño siente y lo importante que es para él. Si esta situación es frecuente el niño sentirá que su papás no lo escuchan, no lo entienden y con el tiempo deja de compartir con ellos sus experiencias.

Para qué se escucha. Aprender a escuchar es necesario para que los niños puedan seguir instrucciones, recibir un mensaje, entender, analizar y dar una respuesta, comprender lo que el otro esta sintiendo, establecer buenas relaciones y disfrutar de historias, cuentos o relatos.

Escuchar conecta con el mundo. Desarrollar la capacidad de escuchar permite a los niños conocer y disfrutar el mundo que los rodea. Apreciar la naturaleza, el sonido del agua o el canto de los pájaros. Crecer en la familia como un equipo donde se conocen, se ayudan en las dificultades y disfrutan de los buenos momentos. Construir relaciones de amistad que les acompañen durante la vida. Trabajar en equipo, valorando las opiniones de los demás. Respetar y aceptar la diferencia, para ser tolerantes y solidarios. Entender que ellos no son el centro alrededor del cual giran los demás, sino parte de un grupo donde todos son importantes.

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Algunas estrategias para escuchar a los niños y fomentar en ellos la comunicación son:

Aprender el Silencio. Permitir momentos de silencio durante las conversaciones con los niños es difícil. Como afirma Janet Lansbury, autora y educadora de la filosofía RIE, creada por Magda Gerber, no se trata del silencio en momentos de tensión, malestar o rabia sino del silencio abierto, cálido y receptivo que da al niño el tiempo y el espacio que necesita para expresarse libremente. Son estos momentos los que le permiten entender y procesar sus sentimientos. Se ha demostrado que los pequeños requieren para procesar la información el doble del tiempo de los adultos; por esto, los espacios de silencio son muy importantes en la comunicación con los niños. Respetar sus silencios les enseña a respetar el silencio de los demás.

No interrumpir la historia. Se trata de escuchar la narración de los niños sin opinar ni preguntar hasta cuando ellos terminen su relato. Permitirles el tiempo que necesitan les muestra el interés de los padres y sienten que su historia es importante para ellos. Cuando los apuramos para que terminen piensan que lo que cuentan no es relevante. Un niño que siente que sus historias son escuchadas desarrolla una mejor conexión afectiva y comparte mas su mundo con los padres.

Hacer preguntas o comentarios que motiven a hablar. Aun cuando las preguntas son una gran herramienta para motivar la comunicación, bombardear a los niños con un cuestionario la convierte en un monólogo donde las respuestas son si, no, bien, nada… Hacer pocas preguntas, que sean abiertas y no busquen una información específica permite al niño expresarse con mayor libertad. Es preguntar por ejemplo “cómo te sentiste hoy, que tal estuvo el colegio, que pasó con tu amigo….” o hacer comentarios como “me parece que te sentiste mal, fue un día difícil, peleaste con tu amigo….” le muestran que sus padres están atentos a su historia. Este tipo de conversación ayuda a reconocer los deseos, los sentimientos y las necesidades de los niños.

Hay momentos claves para escuchar. Es importante que los padres puedan reconocer las situaciones en las que el niño necesita apoyo y requiere ser escuchado de inmediato. Esto les enseña que pueden recurrir a sus padres en las dificultades y que ellos estarán incondicionalmente dispuestos a escucharlos y ayudarlos. Así mismo, enseñar a los niños cuándo la situación puede esperar hasta que los papás tengan el tiempo para escucharlos con atención, les ayuda a desarrollar un criterio propio de lo que es urgente y lo que no.

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Enseñe al niño a escuchar. Realizar actividades de escucha permite a los niños aprender y desarrollar esta habilidad. Se pueden dedicar espacios para escuchar los sonidos de la naturaleza y del mundo que los rodea, la música y el silencio. Hacer turnos para hablar y escuchar sin interrumpirse. Inventar historias entre los dos alternando la palabra. A los niños les encanta escuchar historias de la vida de sus padres y anécdotas de su niñez. Leerles cuentos mientras mantienen los ojos cerrados e imaginan lo que está sucediendo. Jugar al líder donde uno dice lo que se hace y el otro lo sigue, rotando los roles. Contar historias incompletas e imaginar cómo podría terminar.. Y todas las actividades que los padres inventen y que desarrollen en el niños su capacidad de escucha.

Aprender a escuchar es un gran reto para padres e hijos. Requiere de voluntad, paciencia y constancia. Es una valiosa herramienta que les ayudará a tener mejores relaciones en la familia, con los demás y consigo mismos

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