VIDA MODERNA
Consejos para potenciar la inteligencia emocional en los niños
Para que los niños puedan expresar sus emociones es pertinente que los adultos también lo hagan.
La inteligencia emocional es un concepto descubierto a mediados de los años sesenta que ganó popularidad en 1995 con el libro Emotional Intelligence, del periodista científico Daniel Goleman. En él, el autor la define como una serie de herramientas y características que llevan al liderazgo. Hoy, tras casi más de tres décadas de estudios, el término es mucho más complejo e involucra conceptos como el bienestar, el autocontrol, la emocionalidad y la sociabilidad.
Cabe mencionar que las emociones desempeñan un papel fundamental en la vida de todos los seres humanos, ya que su buen o mal manejo puede llevar a las personas a tomar decisiones que en muchas ocasiones son determinantes en su proceso de vida. Hoy día, en algunas instituciones se han implementado clases que ayudan a conocer y a manejar las emociones de forma correcta; sin embargo, estas surgen en los hogares y muchas veces los padres y cuidadores de los menores no saben cómo potenciar la inteligencia emocional de los niños.
Carmen García de Leaniz, directora del posgrado de Experto en Inteligencia Emocional de la Universidad Internacional de La Rioja (Unir) brinda algunas claves para educar a los niños, niñas y adolescentes en el manejo de las emociones desde su nacimiento.
Poner nombre a las emociones
La especialista sugiere que es importante que los adultos mencionen y llamen por nombre propio a las emociones que sienten a diario para que sus hijos puedan conocerlas e identificarlas en ellos. Puede que los padres de los menores nunca hayan expresado sus sentimientos; sin embargo, nunca es tarde para empezar a mencionar cómo se sienten. García de Leaniz asegura que para que los menores se expresen y tengan confianza en sus padres, es indispensable que los adultos también confíen en sus hijos.
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Tomar la iniciativa y expresar los sentimientos
Es importante que los padres también les cuenten a sus hijos qué pasó en su día y las emociones que sintieron a lo largo de su jornada; siempre en términos adecuados y con la información pertinente para ser escuchada por los menores. Para ello, se pueden aprovechar ciertos momentos para ampliar el vocabulario de los niños, es decir, a la hora de recogerlos es importante preguntarles cómo les fue, y con base a lo que ellos mencionan intentar describir qué pudieron sentir cuando sucedió lo que comentan. Por ejemplo: “Te has debido sentir muy querido o valorado por tus compañeros cuando te han dicho eso”, o “te has debido sentir triste cuando tu profesor te ha llamado la atención”.
Ayudar a que desarrollen la empatía
Es importante que los padres o adultos a cargo mencionen la emoción que es evidente en el menor cuando se le ve triste, enfadado, cansado e incluso feliz. Es importante decir en voz alta y con nombre propio la emoción que se visualiza en el menor, por ejemplo: “Sé que te sientes triste cuando mamá te deja en el jardín, pero más tarde nos vamos a volver a ver”. “Sé que te sientes enfadado porque un niño en el parque te quitó tus juguetes”, ”sé que estás feliz de que haya venido por ti”.
Enseñarles a expresar las emociones de manera respetuosa
Es indispensable enseñarle al menor a expresar sus emociones sin dañar a otros o a él mismo. Por ejemplo, desde los dos y tres años, los pequeños pueden aprender alternativas para mostrar su enfado sin agredir al otro, diciendo “no me gusta que tires mis juguetes” en vez de usar etiquetas que puedan agredir a otros como “eres un bruto”.
Lidiar con la frustración
Es indispensable enseñarles a los menores que un error forma parte de un proceso y del aprendizaje en si. Por ejemplo, si el niño se frustra porque perdió un partido de baloncesto y se observa que se empieza a comparar con otras personas, se le puede preguntar: “Pensar que otros son mejores que tú, ¿te ayuda o te perjudica para lograr tus objetivos? ¿Qué crees que necesitas mejorar? ¿Qué podrías hacer para lograrlo?”.