Entre otros beneficios, la actividad de leer un cuento a un menor, permite reforzar los vínculos entre el niño y el narrador. | Foto: Corbis.

Ciencia

Contar cuentos reduce el dolor y el estrés y aumenta la oxitocina en niños hospitalizados: estudio

La investigación, desarrollada en Brasil, demuestra por primera vez los beneficios fisiológicos y emocionales de este tipo de narración oral.

25 de mayo de 2021

Una nueva investigación realizada por el Instituto D’Or de Investigación y Educación (IDOR) y la Universidad Federal del ABC (UFABC), en Brasil, ha demostrado por primera vez que la narración de cuentos es capaz de proporcionar beneficios fisiológicos y emocionales a los niños en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

El estudio, publicado en la revista ‘Proceedings of the National Academy of Sciences’, fue dirigido por el doctor Guilherme Brockington, de la UFABC, y el doctor Jorge Moll, del IDOR.

“Durante la narración de cuentos, ocurre algo que llamamos ‘transporte narrativo’. El niño, a través de la fantasía, puede experimentar sensaciones y pensamientos que lo transportan a otro mundo, un lugar diferente de la habitación del hospital y, por lo tanto, alejado de las condiciones aversivas de la hospitalización”, afirma Brockington, autor principal del estudio.

Contar historias es una práctica inmemorial de la humanidad. Las leyendas, las religiones y los valores sociales han atravesado milenios a través de la oralidad y la escritura. Los guiones cinematográficos y las novelas más actuales cautivan al público por el mismo mecanismo: escuchar una buena historia es pasar de una realidad a otra. Este movimiento, impulsado por la imaginación, puede crear empatía con acontecimientos y personajes que fluctúan según la interpretación de cada individuo.

“Hasta ahora, las pruebas positivas de la narración de cuentos se basaban en el ‘sentido común’ y se tomaban al pie de la letra, en que la interacción con el niño puede distraer, entretener y aliviar el sufrimiento psicológico. Pero faltaba una base científica sólida, especialmente en lo que respecta a los mecanismos fisiológicos subyacentes”, explica el doctor Moll.

Teniendo en cuenta los procesos psicológicos y biológicos que se producen durante y después de escuchar un cuento, los investigadores tuvieron la idea de buscar pruebas científicas de los efectos de la narración de cuentos en niños hospitalizados en estado crítico.

En total, se seleccionaron 81 niños con edades comprendidas entre los 2 y los 7 años y con condiciones clínicas similares, como problemas respiratorios causados por asma, bronquitis o neumonía.

Los niños estaban ingresados en la UCI del Hospital Rede D’Or São Luiz Jabaquara, en São Paulo, y fueron divididos aleatoriamente en dos grupos: 41 de ellos participaron en un grupo en el que los cuentacuentos leyeron historias infantiles durante 25 o 30 minutos, mientras que en un grupo de control, a 40 niños se les contaron adivinanzas ofrecidas por los mismos profesionales y durante el mismo tiempo.

Para comparar los efectos de las dos intervenciones, se recogieron muestras de saliva de cada participante antes y después de cada sesión para analizar las oscilaciones de cortisol y oxitocina, hormonas relacionadas con el estrés y la empatía, respectivamente.

Además, los niños realizaron una prueba subjetiva para evaluar el nivel de dolor que sentían antes y después de participar en las actividades. También realizaron una tarea de asociación libre de palabras relacionando sus impresiones sobre siete tarjetas ilustradas con elementos del contexto hospitalario (Enfermera, Médico, Hospital, Medicina, Paciente, Dolor y Libro).

Los resultados fueron positivos para todos los grupos, ya que ambas intervenciones redujeron el nivel de cortisol y aumentaron la producción de oxitocina en todos los niños analizados, mientras que también se mitigó la sensación de dolor y malestar, según la evaluación de los propios niños.

Sin embargo, una diferencia significativa fue que los resultados positivos de los niños del grupo de cuentos fueron el doble que los del grupo de adivinanzas. Estos resultados llevaron a los investigadores a concluir que la actividad narrativa era sustancialmente más eficaz.

“Otro aspecto destacado de este estudio es que no se realizó en un entorno artificial, sino dentro de la rutina de la UCI pediátrica. La narración se hizo de forma individual; el niño eligió qué historia se le contaría. Entre los libros ofrecidos, elegimos títulos disponibles en las librerías ordinarias y sin un sesgo emocional predefinido, para que el cuento no influyera tanto en la reacción del niño tras la actividad”, destaca el doctor Brockington.

Aunque la narración de cuentos ya se estaba adoptando en muchos hospitales infantiles, esta es la primera vez que se presentan pruebas sólidas de sus impactos fisiológicos y psicológicos. Esto contribuye a considerar la actividad como un método terapéutico eficaz y de bajo coste, que puede suponer una gran diferencia en la calidad de vida de los niños en las unidades de cuidados intensivos.

“Considero que este estudio es uno de los más importantes en los que he participado, por su sencillez, rigor y potencial impacto directo en las prácticas del entorno hospitalario, con el objetivo de aliviar el sufrimiento humano”, señala el doctor Mol.

Los impactos emocionales de la narración de cuentos también se revelaron en los resultados de la prueba de asociación de palabras libres, realizada al final de cada intervención.

Los niños del grupo de cuentacuentos manifestaron más emociones positivas que los del grupo de control, cuando fueron expuestos a las palabras Hospital, Enfermera y Médico. Por ejemplo, los niños del grupo de control respondieron a la tarjeta con el dibujo de un ‘Hospital’ diciendo: “este es el lugar al que va la gente cuando está enferma”. Los niños del grupo de cuentacuentos respondieron a la misma tarjeta como: “este es el lugar al que la gente va para mejorar”.

Aunque la investigación contó con el apoyo de narradores voluntarios formados por la asociación brasileña sin ánimo de lucro “Viva e Deixe Viver”, los autores afirman que la narración de cuentos es una actividad que puede ser practicada igualmente por los padres y los educadores, proporcionando así un espacio para que los niños participen en la elección del libro e interactúen con la historia. Además de reducir la ansiedad y el estrés, la actividad permite reforzar los vínculos entre el niño, el narrador y las demás personas presentes en el entorno.

Los autores también señalaron que los resultados de esta investigación sobre la narración de cuentos apuntan a otras aplicaciones potenciales para los niños que experimentan estrés ambiental, como la perturbación causada por la pandemia. La narración de cuentos por parte de los padres, parientes y amigos puede ser una forma sencilla y eficaz de mejorar el bienestar del niño y es accesible para todas las familias.

Con información de Europa Press