ENTREVISTA
Coronavirus: “La muerte no es la peor tragedia de la vida”
Eveline Goubert perdió a sus tres hijos y ahora acompaña a otros a pasar los momentos más duros de la vida. Habla con SEMANA sobre cómo afrontar la pérdida de un ser querido en la pandemia.
Por Nicolás Poveda
Colombia llegó a una cifra triste al superar este viernes las 10.000 muertes como consecuencia de la covid-19. Eveline Goubert, experta en el duelo, asegura que hay diferentes tipos de pérdidas en el transcurso de la vida y que, por eso, ese dolor es inherente a la existencia.
Sin embargo, la tristeza que representa perder a un familiar por el coronavirus significa un doble drama, pues a esa partida se suma el aislamiento y la soledad. En entrevista con SEMANA, ella, que perdió a sus tres hijos, le da algunas recomendaciones a quienes pasan por esta dura experiencia. Goubert acaba de lanzar el libro "Seres de paso": cuando la vida te invita a seguir...
SEMANA: ¿Por qué especializarse en el duelo?
Eveline Goubert (E.G.): Todos los seres humanos experimentamos diferentes tipos de duelo en el transcurso de la vida. El dolor y el duelo son inherentes a la vida. Desde que nacemos empezamos a ganar y también a perder. Es una balanza. Nos educamos para las cosas que van a pasar y no para lo que no sabemos qué va a pasar, y esa es la mayor parte de la vida.
SEMANA: ¿Cómo fue su experiencia en la pérdida de sus seres queridos?
E.G.: Todo este proceso dio inicio —justamente— al programa "Superando lo insuperable". Comienza por la pérdida repetitiva de seres queridos. Yo perdí a mis tres hijos: Nicolás, siendo un bebé de un día de nacido; Alejandra, de 11 años de edad, y Mateo, de 23 años. También he tenido que despedir a mis padres. A mi mamá, cuando yo tenía 23 años. A mi padre, un mes antes de morir Mateo, lo encontré sin vida por un infarto en su apartamento. Despedí a mi hermana, mi única hermana mujer, la única que vivía en Colombia, mi gran amiga y aliada. Esto fue dos años después de la muerte de mi padre. Lo que he visto es que la vida trae de todo, incluyendo pérdidas de seres queridos.
"Lo que he visto es que la vida trae de todo, incluyendo pérdidas de seres queridos".
SEMANA: ¿Cuál es la percepción de la muerte a la que debemos enfrentarnos?
E.G.: Nos está tocando rediseñar las despedidas y los rituales. Lo estamos viendo de manera urgente. Con esta situación que ha traído la covid-19, vemos una forma de aproximarse a la muerte totalmente diferente. Para mí, la muerte no es la peor tragedia de la vida. Es una etapa natural por la cual todos los seres humanos tendremos que pasar. La muerte es el regreso a casa y, si lo vemos desde ahí, pues no hay nada más delicioso que volver a casa. No importa qué tan rico hayas pasado por fuera, pero el momento en que tú regresas a casa es absolutamente valioso, es delicioso regresar. No se trata de evitar el dolor, porque vivir sin la persona que amas, a tu lado, duele. Y el dolor es para sentirlo y el duelo es doloroso, pero yo me refiero a poder avanzar más rápidamente en este proceso, a sufrir menos, lo cual es diferente al dolor.
SEMANA: El duelo es la adaptación a una pérdida. ¿Cómo vivir un duelo más llevadero?
E.G.: Es adaptarse a vivir sin una persona. Es devolvernos al interior de quienes somos, qué recursos tenemos, nuestros talentos, nuestras habilidades, para vivir más plenamente hacia adentro que hacia fuera.
Tengo que volver a mi esencia y fortalecer el ser que soy yo, el valor que tengo desde mi propia vida. Eso hace mucho más fácil empezar a adaptarse a una nueva vida sin la persona que ya no está. Para esto siempre digo que tengo dos vidas en una existencia. Podemos hacer muchas vidas en una misma existencia. Yo, por ejemplo, tenía una vida inicial perfecta, con mi matrimonio y mis hijos, pero esa vida cambió. Yo no me puedo quedar viviendo una vida que ya no está. Tengo que adaptarme a una vida nueva, un nuevo propósito, con una nueva esperanza. Solo así podré intentar ser feliz en esta nueva vida.
La palabra más importante que tiene el duelo es que es temporal, porque vuelve a ser importante la creencia que tengamos. Si estamos en Colombia, la creencia es la de un país católico en su mayoría. El regreso a casa tiene mucha importancia, porque este paso temporal que estamos viviendo, por el cual todos pasamos, pero absolutamente nadie se queda acá, se va a terminar.
SEMANA: ¿Es posible encontrar fuerzas en el dolor?
E.G.: Sí, la mayoría de la gente relata que hay una paz que no se puede explicar, y creo que es porque el amor tiene más importancia que el dolor. Entonces, hay algo que está en el ambiente en el que tú, a pesar del dolor, encuentras una renovación de tu fuerza, algo que te empuja y que te hace saber que puedes salir adelante, que no te vas a quedar en esa situación. De nuevo viene la palabra temporal: el dolor también es temporal. El duelo hay que sentirlo. La primera etapa del duelo es el dolor y hay que experimentarlo, hay que vivirlo, no hay que tenerle miedo. No se va a quedar ahí por siempre. De hecho, cada emoción, cuando tú la enfrentas, empieza a diluirse, a desvanecerse.
SEMANA: ¿Cómo asumir el duelo en tiempos tan difíciles?
E.G.: Es positivo. Hay cosas que están molestando muchísimo en este momento, por las víctimas fatales de la covid, por la soledad que tiene que vivir el paciente. Los familiares, los dolientes, se están sintiendo muy mal porque esa persona tuvo que estar sola en la clínica y no pudieron acompañarla en este proceso de despedida. Pero yo lo miro al revés. Yo, que estuve al lado de mis tres hijos en el momento de su muerte, puedo entender que la muerte es un proceso individual, único. Es un momento íntimo en el que, realmente, no hace mucho diferencia que la persona esté acompañada o sola.
Asistir a una misa virtual, estar en la funeraria virtualmente, reunirse con sus familiares en línea son acompañamiento que jamás hubiera pensado que podían darse antes de la covid-19. Era hasta morboso filmar en medio de una funeraria, y hoy se está viendo que el sentido es unir y une para las personas que están fuera. Ha sido maravilloso poder participar de esta forma y se siente menos la lejanía.
SEMANA: ¿Qué cree que sea acertado para brindar ayuda en el duelo?
E.G.: La compañía es muy importante. Saber que tienes gente cerca porque te sientes vulnerable y desvalido, saber que tienes un grupo de apoyo cerca, es positivo. En este momento, aunque sea por las redes, por videoconferencia, es clave hacerle sentir a la persona que no está sola, porque da mucho miedo quedarse solo.
También es necesario el silencio. Generalmente, no estamos acostumbrados al silencio, nos incomoda.
SEMANA: ¿Qué tiene para decirles a las personas que viven a diario con miedo de la muerte?
E.G.: El miedo siempre existirá. Y hay dos tipos de miedo: el miedo a lo conocido y el miedo a lo desconocido. El primero es el miedo a la vida. En un duelo nos da miedo seguir viviendo. Precisamente, lo importante es poder adaptarse a una nueva vida, a una manera diferente de vivir, porque lo que tenía antes cambió y ahora tengo que cambiar yo también. Entonces, cuando lo veo así, pues ya ese miedo se transforma en valentía y mil cosas más.
El otro es el miedo a lo desconocido, que es un miedo a la muerte, que siempre nos dará precisamente porque no tenemos ni idea de cómo es, cómo se vive, qué pasa en ese proceso. Es controlar un poco la imaginación y más bien dedicarnos a la vida, que es lo que sí conocemos y lo que podemos controlar.
SEMANA: ¿Qué consejos les daría a las personas que sufren en esta pandemia el flagelo de la muerte?
E.G.: Solamente hay cinco maneras de morir. En un mundo de posibilidades, es increíble que para morir solo tienes que abrir una de cinco puertas. Son la enfermedad, el accidente, el homicidio, el suicidio y la muerte súbita. Cada una de esas puertas tiene un manojo de llaves diferentes.
Si hablamos de la enfermedad, pues está el cáncer, la apendicitis, la neumonía o está la covid. Entonces, darle más connotación a la covid-19 no tiene sentido, es una puerta que se abre como podría haber sido cualquier otra. Finalmente, es una incertidumbre. Nadie puede saber de qué va a morir, qué puerta va a tener que abrir. Es un misterio y ahí lo debemos dejar. Pero no podemos darle más connotación a una cosa que a la otra porque simplemente es la forma que hay de abrir esa puerta y llegar al otro lado.
SEMANA: ¿Cómo superar lo que consideramos insuperable al momento del duelo?
E.G.: Todos tenemos una serie de insuperables que creemos que no vamos a lograr y, como seres humanos, todos tenemos la capacidad para salir adelante, para reformar nuestro pensamiento, porque no es el hecho lo que nos hace pasarla muy mal, es la interpretación que le damos al hecho.
Si yo creo, como lo dicen muchos mitos, que sin ti no voy a poder vivir, claro que voy a sufrir. Pero si yo veo que soy responsable de darle vida a mi vida, si creo que soy responsable de vivir como yo decida vivir, pues también eso da una esperanza de poder resignificar esta vida.
"Todos tenemos una serie de insuperables, que creemos que no vamos a lograr y como seres humanos todos tenemos la capacidad para salir adelante para reformar nuestro pensamiento porque no es el hecho lo que nos hace pasarla muy mal, es la interpretación que le damos al hecho".
SEMANA: ¿Cómo vivir el ahora?
E.G.: Para mí es importante vivir un día a la vez porque se nos complica la vida cuando la imaginación se nos va a un futuro que es incierto, o cuando retrocede a un pasado que es incambiable.
SEMANA: Para terminar, ¿qué tiene para decirles a las personas que hoy sufren?
E.G.: Yo les invitaría a que vivan a través de la gratitud. A veces le damos más importancia a la muerte que a la vida. Le damos más importancia a un minuto, un mes o un año en que esa persona ha estado pasando para despedirse de esta vida, y dejamos atrás el tiempo que sí vivimos, nos dedicamos a llorar por ese día. Mi invitación es a agradecer el tiempo que existe, el cual vale muchísimo más que ese momento difícil.
Cuando yo volteo a mirar y encuentro los 23 años que tuve a mi hijo Mateo, los 11 años que tuve a mi hija Alejandra o un día que tuve a mi hijo Nicolás, tengo que agradecer que estuvieron aquí. Esas personas a las que queremos tanto y que nos duele que se hayan ido, contribuyen a que seamos mejores personas. Eso merece toda la gratitud y el reconocimiento. Si vivimos desde la gratitud, va ser mucho más fácil superarlo.