INFORME ESPECIAL
“Es duro ver a pacientes jóvenes perder la vida en un abrir y cerrar de ojos”
Angie Tatiana Ortiz, médica residente de tercer año en cuidado crítico, relata cómo ha sido la experiencia de vivir y atender una pandemia ad portas de graduarse.
Atiendo cuidado intensivo en el Hospital San José Centro, pero siempre hay especialistas a cargo. Por la poca disponibilidad hay dos en el día para 36 pacientes que atendemos en este momento. Ellos pasan ronda y nosotros hacemos procedimientos, como la intubación. Por la pandemia siempre estamos en la UCI covid con turnos de doce horas o a veces más largos. Estamos en formación, pero ya tenemos experiencia. Cualquier cosa que no pueda manejar, ahí esta el intensivista al mando. Uno hace mucho trabajo.
Con la covid la UCI es diferente porque son pacientes que no estamos acostumbrados a ver. Están muy graves y la mayoría necesitan soporte ventilatorio. Uno tiene pacientes complejos siempre, pero la complejidad es muy grande. Es un enfermo que se manifiesta diferente y el riesgo de muerte es muy alto, a pesar de que hacemos lo mejor para ellos. En cualquier momento se inestabilizan y hacen un paro y mueren. Lo hemos visto con jóvenes y viejos.
Así el trabajo es más difícil porque con un paciente no covid uno puede interactuar, pero aquí estamos limitados por el aislamiento. Nosotros tenemos muchas cosas puestas encima. Eso hace que el turno se vuelva doblemente pesado. Y cuando hay tantos tan enfermos se te hace más difícil. A todos nos toca hacerles muchas cosas, es un trabajo duro, agotador. Sabemos que apenas estamos empezando, pero ya todos estamos muy cansados.
Nos ha tocado hacer turnos más seguidos. Ante era una UCI y ahora tenemos tres, y somos los mismos cubriéndolas. Ya ha habido instructores que se han enfermado y los hemos tenido hospitalizados. Solo el estrés y el trabajo de ver a los profesores enfermos es duro. Afortunadamente a los dos les fue bien y ya están de nuevo en la unidad con nosotros. El estrés emocional y físico es agotador. Cuando llego a la casa solo quiero dormir.
Nos hemos estado cuidado y lo que estamos haciendo lo hacemos bien, pues somos 30 compañeras y ninguna se ha contagiado, pero no podemos bajar la guardia. Hemos tenido que aprender mucho de estos pacientes. Antes una neumonía grave solo la veíamos una vez al mes. Ahora son muchas y eso es enriquecedor desde lo académico.
Lo más duro, sin embargo, es ver pacientes jóvenes morir. Tuve dos y en ambos me tocó estar en la reanimación. Uno sabe que está en la UCI y que ahí la muerte acecha, pero cuando el paciente es de 33 o 42 años, alguien a quien le queda mucho tiempo por vivir, y uno sabe que hace dos semanas estaban perfectos en su casa, es duro verlos ahí perdiendo la vida en un abrir y cerrar de ojos. Porque es así. Podría ser cualquiera, un compañero mío, un familiar. Nos toca tragarnos la tristeza.
Cuando alguno sale de la UCI es una satisfacción total porque es saber que todo lo que hiciste sirvió.