Neurodivergencia
¿Cuál es la relación entre el autismo y el ingenio?
Los autistas pueden ser personas extraordinariamente creativas. Elon Musk y Bill Gates están en ese rango.
Elon Musk, fundador de innovadoras empresas como Tesla, SpaceX y Neuralink, impactó al mundo cuando anunció en el programa de televisión Saturday Night Live que tiene Asperger. Lo más interesante de su confesión, con la que se le identifica dentro del espectro autista, es la conversación que ha suscitado sobre la neurodiversidad, concepto que aborda condiciones como la dislexia, el déficit de atención o el autismo, más allá de considerarlas enfermedades, patologías o deficiencias mentales.
Una de las teorías más interesantes al respecto es la que plantea Simon Baron-Cohen, profesor de psicopatología del desarrollo y director del Centro de Investigación del Autismo de la Universidad de Cambridge.El académico británico publicó en 2020 el libro The Pattern Seekers: A New Theory of Human Invention, en el que explica ampliamente su hipótesis de que los genes del autismo han conducido el progreso humano durante los últimos 100.000 años.
Para él, además de Musk, genios como el inventor Thomas Alva Edison e incluso Bill Gates son una muestra de ello, dada la particularidad de sus mentes. El primero, por ser un niño que no encajó en la educación convencional y que de adulto experimentó obsesión por su trabajo y por el código morse. En el caso de Gates, rasgos como sus dificultades de socialización en la juventud, y manías como la de saberse de memoria las placas de los vehículos estacionados en la oficina central de Microsoft.
“El autismo se diagnostica cuando una persona tiene dificultades en las relaciones sociales, la comunicación, y para adaptarse a cambios inesperados. También implica intereses inusuales y una fuerte necesidad de previsibilidad, rutina y repetición”, explica el profesor en un artículo para The Times, de Londres.
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Según él, entre 70.000 y 100.000 años atrás se desarrolló un circuito en el cerebro humano que permitió la sistematización. Es decir, la capacidad de analizar o construir un sistema, lo que posibilitó la búsqueda del patrón “si... entonces”. Para entenderlo mejor, lo ejemplifica con la aparición de inventos como el arco y la flecha, herramientas para las que alguien pensó “Si coloco una flecha en una fibra elástica y libero la tensión en la fibra, entonces la flecha volará”.
De acuerdo con las investigaciones de Baron-Cohen, la capacidad inventiva, una de las características singulares de la especie humana, proviene de los mismos genes que causan afecciones como el autismo en el cerebro. Individuos como Musk, Gates y Edison evidencian esa superposición entre mente inventora y rasgos autistas. Ellos han hecho la búsqueda de posibilidades inéditas desde sus diferencias sensoriales, por lo que han identificado soluciones donde otros no las ven.
Estudios de la Universidad de Cambridge han probado la conexión entre la mente autista y la sistematización, especialmente en personas que trabajan en áreas de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas. Por eso, Baron-Cohen resultó poco sorprendido al encontrar que en Eindhoven (el Silicon Valley de los Países Bajos) se identifican más del doble de rasgos de autismo que en otras ciudades de esta nación.
Con el paso del tiempo, y gracias a múltiples investigaciones, se ha hecho visible que el interés de la población autista supera el deseo de una cura. Lo que realmente buscan es aceptación y apoyo, pues, en muchos casos, por cuenta de la estigmatización desarrollan problemas de salud mental y sufren bullying. Además, ansían demostrar que no reconocerlos es privar al mundo de grandes logros en el campo de la innovación.