Sexualidad
¿Cuáles hombres resultan mejores en la cama? Estar ‘bien dotado’ no es tan bueno como parece. Esto dicen los expertos
Un estudio reciente le puso centímetros al pene de los hombres en 90 países. Pero, ¿qué tan importante es estar bien dotado? Expertos revelan que el tamaño grande no es tan beneficioso como se cree.
Un estudio reciente realizado por investigadores alemanes zanjó un asunto largamente debatido en muchas culturas: ¿dónde están realmente los hombres mejor dotados? La investigación, que reveló el tamaño promedio del pene en los hombres de 90 países, entregó una serie de cifras sobre las medidas promedio en diferentes partes del mundo.
El equipo detrás de esta investigación se enfrentó al complejo reto de correlacionar la longitud del pene con diferentes factores físicos del hombre, incluyendo la altura y la tasa de obesidad de cada país. En ese sentido, uno de los hallazgos más destacados fue que, generalmente, los países con tasas más altas de obesidad tienden a registrar tamaños promedio de pene menores.
Ahora bien, para lograr estos curiosos resultados, los científicos revisaron en detalle cerca de 40 estudios revelados en los últimos años que involucraron a miles de hombres de casi un centenar de países. Y pueden garantizar, explican, que las mediciones fueron completamente verificadas de modo independiente.
Después, dichos números fueron estandarizados a pulgadas (una medida universal), permitiendo comparaciones directas entre las naciones estudiadas.
Para sorpresa de muchos en Latinoamérica, Ecuador lidera el ranking en este lado del mundo. El país vecino estuvo seguido de Camerún. En ambos territorios, distantes miles de kilómetros entre sí, los penes tienen un promedio de 17 centímetros de longitud desde la raíz hasta la punta. Claro, en estado de erección.
Entre los latinos bien dotados también figuran Bolivia, Cuba, Haití y Paraguay. Colombia terminó en el discreto puesto 23. Otras sorpresas: Estados Unidos se situó en el puesto 60, con un tamaño promedio de 13,5 centímetros, mientras que Reino Unido quedó en el puesto 68, con aproximadamente 13,1.
Pero, ¿qué tan importante es en realidad el tamaño del pene? ¿Qué tanto suma puntos en el momento del sexo y hasta de la conquista?
Las preguntas se las ha hecho con frecuencia el urólogo y sexólogo Francisco Gutiérrez Peñaranda, quien asegura que se ha enfrentado a este tipo de consultas en su labor. Y las respuestas pueden sorprender. “En una sociedad falocéntrica, el tamaño del miembro reproductor masculino es un tema no solo de discusión, sino de preocupación para miles de hombres en el mundo. Se cree que, mientras más grande, eso se traduce en mayor virilidad y hasta en mayor poder. Se cree además que un hombre bien dotado proyecta una mejor imagen de sí mismo, pues, en apariencia, proporciona con su miembro una mayor satisfacción sexual en sus parejas”, señala Gutiérrez.
Una opinión parecida tiene la sexóloga Flavia Dos Santos, quien asegura que, de forma errónea, los hombres han dado “demasiada importancia” al tamaño en función del disfrute o no de la sexualidad.
“Pero, el momento del sexo se vive, si es con plenitud, de la punta de la cabeza hasta la punta de los pies. El placer no solo está en los genitales; implica todo aquello con lo que uno se sienta bien”, dice la terapeuta.
Es que las cosas no son lo que parecen. “En consulta he atendido, a lo largo de mis años como médico, a pacientes con penes muy largos o anchos que viven el terror permanente de lastimar a su pareja sexual. Y eso puede llegar a generar muchas más frustraciones que no contar con un pene de buen tamaño. Varios se han privado de vivir su sexualidad a plenitud o han desarrollado trastornos como ansiedad o depresión”, sostiene Gutiérrez.
Y muchos olvidan que, gracias a la revolución de los juguetes eróticos de los últimos años, que estimulan a las mujeres, estas han entendido que no necesitan de la penetración para sentir placer, y, por tanto, el tamaño del pene está pasando a ser menos relevante.
Otro tema, señala el doctor, tiene que ver con situaciones más comunes de lo que se cree, en las que “no pocos pacientes aseguran sentirse incómodos porque su miembro se nota demasiado, bajo la ropa, lo que los ha expuesto a situaciones de bullying y matoneo desde edades tan complejas como la adolescencia”.
Hablar con la verdad
Para el especialista, sea porque se trata de un pene grande o del caso contrario, lo mejor es conversar de ese tema con la pareja. “Los hombres que tienen esta característica se enfrentan a la situación incómoda de hablarle a su posible pareja sobre el tamaño de su pene. Temen que reaccione mal y por ello evitan comentarlo hasta el último momento. Y en ese camino encuentran de todo: personas a las que el tema no les importa y otras para las que el asunto es primordial, producto de sus propios clichés o fetiches, y en muchos casos prefieren no seguir”.
Es que no se trata de un asunto menor: “El pene grande requiere más sangre para conseguir la erección, lo que hace que este proceso sea más complicado o que se mantenga duro poco tiempo”, asegura el urólogo Miguel Camilo Osorio Yepes.
Por eso, dice, es mejor la suerte de quienes no están muy bien dotados. “Los penes pequeños funcionan perfectamente bien y conservan mejor las erecciones”, agrega el especialista.
Para Osorio, también sexólogo, en estos casos, un hombre puede apelar a otras estrategias como el buen sentido del humor o desarrollar una personalidad extrovertida y amable, “que muchas veces resulta un mejor afrodisiaco. No hay que olvidar que, en el caso de las parejas heterosexuales, las mujeres no son tan visuales como los hombres, y su estimulación parte de otros sentidos como el oído, pues les encanta, sobre todo, ser escuchadas”.
Y agrega que, en el caso de las mujeres que se enfrentan a un amante así, “lo mejor es no fingir y decir que se trata de un pene ‘normal’ o incluso grande, buscando hacerlo sentir bien. Eso provoca todo lo contrario. Cada hombre sabe cómo es su cuerpo. Lo contrario por parte de sus parejas puede ser interpretado como una señal de lástima y a nadie le gusta eso”.
Flavia Dos Santos sostiene que, más allá de números, lo que se necesita con urgencia es una mejor educación sexual “y, mejor que eso, un buen trabajo terapéutico para librarse de esas críticas a los genitales. Suele pasar, muchas veces, que el bloqueo del deseo, del placer y de la libre expresión en el sexo se debe a la preocupación acerca de los propios genitales, esa idea equivocada de ser o no parte de la tan imaginada ‘normalidad’”.