EVOLUCIÓN
El cuerpo humano: una máquina llena de errores
Malas rodillas, huesos inservibles y una tendencia a adquirir alergias son algunos defectos de fábrica del cuerpo. Un nuevo libro explica cómo el hombre sobrevive a diario bajo el peso de una interminable cadena de errores fisiológicos.
El cuerpo humano parece una máquina perfecta. A simple vista, cada una de sus partes encaja tan bien, que si sus piezas hicieran música, a lo mejor sonarían mejor que la Orquesta Filarmónica de Viena. Sin embargo, como dice el refrán, no todo lo que brilla es oro. Gracias a la ciencia moderna, cientos de biólogos y genetistas han descubierto que el cuerpo humano no es una obra maestra. Por el contrario, alberga una gran letanía de errores, extraños para otras especies, que los hombres han tenido que sortear a punta de ingenio y tecnología.
La mayoría de ellos no aparecen a la vista. Como describe el biólogo e investigador Nathan Lents en su nuevo libro Human Errors, algunas capacidades del cuerpo pueden ser tan maravillosas que opacan los cientos de errores que hay detrás. “Un humano puede sentarse y tocar ‘Piano Man’ sin tener que pensar en las células y los músculos de sus manos”, mientras que al mismo tiempo otro puede “sentarse y escuchar esa misma canción sin pensar en las vibraciones de su oído”, explica Lents.
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Sin embargo, en cuanto a defectos hay una larga lista. La retina del ojo humano, por ejemplo, mira hacia atrás y deja un punto ciego en la visión; el esqueleto tiene huesos inservibles y el ADN, genes que no funcionan. El cerebro de vez en cuando engaña a su dueño y es famosa su incapacidad de reproducirse con éxito sin ayuda de la ciencia moderna. En 1951, el biólogo Wilton Krogman definió esta serie de errores como “las cicatrices de la evolución humana”.
En efecto, cuando se habla de naturaleza, “el concepto de perfección no existe, así muchos libros y científicos digan lo contrario”, explicó Lents a SEMANA. A lo largo de la historia evolutiva cada célula, proteína y código de ADN han sido sometidos con dureza a la selección natural. “Eso ha resultado en una forma corporal robusta y suficiente para vivir, pero no precisamente en el mejor de los diseños”, agrega.
Lents divide los defectos humanos en tres categorías. Los primeros aspectos evolucionaron en un mundo diferente al de hoy, como el inevitable hecho de que el hombre gane peso con facilidad y lo pierda difícilmente. “Esto tenía sentido en la prehistoria, cuando había hambrunas, pero no en la abundancia de los países desarrollados del siglo XXI”, explica el experto.
La segunda tiene que ver con las adaptaciones, y el caso más ejemplar es la rodilla. Aunque la mayor parte de la estructura ósea se adaptó muy bien al hecho de caminar parados (la bipedestación), aún hoy la fisiología del hombre no se ha ajustado a esa facultad. Por esa razón, los meniscos se desgastan fácilmente y son un problema en la vejez.
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La tercera recoge todos aquellos errores a los que el hombre está condenado a lidiar, por ejemplo, la faringe, una estructura que nunca ha cambiado y que recuerda que “todas las especies están atrapadas en los cuerpos que tienen”, dice Lents. Por lo que reparar cualquiera de esos diseños requeriría mucho más que una mutación.
La mayoría de estos defectos tienen un principal culpable: la abrupta transición de caminar en cuatro a dos patas, para lo cual el hombre tuvo que adaptarse en muy poco tiempo evolutivo. La pelvis de la mujer se estrechó tanto que provocó que el proceso de parto fuera muy riesgoso y doloroso. Por eso, hasta comienzos del siglo XX era casi común que al dar a luz murieran la madre o el niño, o ambos.
Esta estrechez también ocasionó que los fetos empezaran a nacer prematuros, ya que hizo imposible desarrollar completamente el cerebro en el vientre. Por esta razón, los humanos nacen tan indefensos y necesitan el cuidado de su madre durante años. Eso no sucede, por ejemplo, cuando una vaca da a luz. Pese a los avances de la ciencia, el tema hoy sigue siendo un problema. Según la Unicef, 7.000 niños en el mundo entero mueren a diario en sus primeras horas de vida, y 80 por ciento de estas muertes radican en factores como complicaciones surgidas durante el parto o derivadas de un nacimiento prematuro.
Producto de esta posición vertical, los huesos de la columna también “tuvieron que apilarse como una vajilla de platos, uno encima del otro”, dijo hace años el paleontólogo Bruce Latimer. Y, adicionalmente, soportar la presión del tamaño de la cabeza hizo que el ser humano tuviera problemas de columna. Alrededor de 80 por ciento de las personas llegan a sufrir por esta causa a lo largo de su vida.
Para Lents sobrevivir con estos defectos demuestra la grandiosidad de los seres humanos. A pesar de que son los más improbables sobrevivientes del conflicto evolutivo, muestran 4.000 millones de años de tenaz perseverancia. “Hemos superado esas limitaciones físicas mediante el cerebro, pero como digo en mi libro, esto es gratificante por un tiempo; ahora nuestra propia inteligencia nos da problemas”, afirma, refiriéndose a las pésimas decisiones sociales tomadas por el ser humano. “Está claro que triunfamos por la habilidad de manipular el entorno a nuestro favor”. El problema es que “poco pensamos en las consecuencias a largo plazo y ese, quizá, sea el más fatídico defecto”.
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Para Lents todas las sociedades han colapsado. Y se pregunta si el hombre sobrevivirá lo suficiente para ver cómo la tecnología soluciona los problemas o si esta terminará por destruirlo. Concluye que las probabilidades de sobrevivir para verlo son de 50/50. “Hay suficiente tiempo para que la ciencia llegue a un equilibrio, pero puede que en los próximos 100 años sufra un gran desastre natural y todos los avances desaparezcan”, concluye.
Los seis defectos del cuerpo humano
Estos seis problemas de diseño hacen más compleja la vida humana.
1. Faringe compartida
Los humanos deben usar la misma cavidad para respirar y comer. Es imposible, por ejemplo, reír y tragar al mismo tiempo. Esto ha causado innumerables muertes a lo largo de la historia debido a que el flujo de aire se bloquea y provoca asfixia.
2. Alimentación difícil
Mientras animales como el koala se alimentan de una planta específica, los humanos necesitan una dieta variada. Esta condición también ha obligado al hombre a manipular dramáticamente su medioambiente. Además, el organismo no está preparado para muchos alimentos.
3. Resfriados comunes
El drenaje de la cavidad nasal es uno de los peores diseños del cuerpo humano, según Lents. Al estar ubicado en la parte superior de la cabeza, provoca que los seres humanos adquieran, en promedio, 200 veces más resfriados y otro tipo de infecciones que otros animales.
4. El ADN como enemigo
Otra característica de los humanos es que padecen enfermedades autoinmunes en las que las propias células atacan al organismo, como en el cáncer. “La división celular es un juego peligroso e innumerables mutaciones pueden desencadenar tumores incontrolables”, explica Lents.
5. Huesos inservibles
Los pies y las muñecas tienen muchos huesos porque los ancestros necesitaban pies y manos flexibles para agarrar las ramas y subir a los árboles. Cuando esto cambió, estas partes se hicieron más rígidas, pero no desaparecieron. Esta herencia hace al hombre más propenso a fracturas, esguinces y lesiones.
6. Un solo juego de dientes
la evolución se quedó corta en este aspecto, pues solo proporciona un conjunto de piezas dentales para la vida adulta. Una señal de que solo los prepara para la reproducción, un periodo de crianza de hijos, y no mucho más. A tiburones y cocodrilos les crecen múltiples toda su vida.