Historia
¡Trasplantados y campeones!
Estos 16 colombianos no solo lograron la meta de conseguir un órgano para sobrevivir, sino que a finales de 2018 obtuvieron 21 medallas de oro en los Juegos Latinoamericanos para Trasplantados convirtiéndose en la mejor delegación de la región. Ahora se preparan para competir en los Juegos Mundiales 2019 en Inglaterra.
El mito de que una persona trasplantada está obligada a limitar sus condiciones de vida es solo eso: un mito. Y la Asociación Colombiana de Deportistas Trasplantados (Acodet), lìderada por la médica Alejandra Martín Pinto, lo está demostrando. A finales de 2018 y tras participar en los Juegos Latinoamericanos para Trasplantados en Salta, Argentina, 16 colombianos probaron que el país podría ser una potencia en deportes con personas trasplantadas.
No solo era la primera vez que un grupo de colombianos participaba en una competencia de este tipo, sino que contra todos los pronósticos regresaron al país con un total de 40 medallas. En las justas, Colombia recibió 21 medallas de oro, 11 de plata y 8 de bronce, demostrando así que el deporte también es una gran opción para mejorar la calidad de vida de las personas con algún tipo de trasplante. El saldo también le permitió a los colombianos convertirse en la mejor delegación de la región.
El logro resulta muy significativo si se tiene en cuenta que este tipo de competencias se realizan hace más de 30 años en el mundo y Acodet apenas cumplirá cuatro años de fundación este 2019. La asociación nació en 2015 cuando Martín, tras investigar, se dio cuenta que hace más de 35 años había sido creada en Inglaterra la World Transplant Federation, avalada y apalancada por el Comité Olímpico Internacional. “Nació como una iniciativa personal, pues como soy médica de trasplantes siempre he querido aportar al país mejorando la tasa de donación. Además me sorprendí de que Colombia jamás hubiera participado en esos juegos mundiales”, cuenta.
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Desde entonces, Martín decidió formar Acodet con dos objetivos: promover la donación de órganos y tejidos a través de las competencias para probar que la donación era una realidad que salvaba vidas. Y demostrar que el deporte en las personas trasplantadas mejora la calidad de vida, tanto física como mentalmente. Fue así como en 2015 formó la organización con tan solo dos deportistas. Ese año se celebraba la versión número 20 de los World Transplant Games y era por primera vez en Argentina. “En esa ocasión llevamos 2 deportistas, Iván Rojas, trasplantado de riñón que participó en el triatlón virtual y a Rodolfo Cuervo que es atleta, bogotano, que participó en atletismo”, dice.
Cuando llegó encontró sorpresas muy grandes. La principal fue que los deportistas trasplantados eran como cualquier deportista: hacían tiempos impresionantes, entrenaban con la disciplina de los grandes, y tenían historias de superación extraordinarias. Desde entonces la asociación ha crecido como espuma. En 2016, recibió la membresía oficial del World Transplant Game y en 2018 lograron que Coldeportes, en cabeza de su director Ernesto Lucena Barrero, les entregará de manera oficial la bandera de la selección colombia e hiciera una ceremonia de inclusión en los deportes. “Hemos logrado llegar a más personas demostrándose que sí se puede”, agrega Martín.
Hoy son 16 deportistas colombianos los que representan al país en competencias internacionales: Germán Penilla en atletismo (riñón); Cristian Sarria, atletismo (riñón); Diego Flórez, tenis (corazón), Paula Medina, natación (corazón); Ricardo Pirajón, ciclismo (médula ósea); Roberto Cáceres, ciclismo (riñón), William Barragán, ciclismo (riñón), Nelson Ramírez, atletismo (riñón), Leidy Beltrán, atletismo, (hígado); Cristian Runsinque, natación (hígado); Edwin Herrera, triatlón virtual (riñón); Rodolfo Cuervo, atletismo (riñón); Luis Hernández, atletismo (riñón); Tatiana Narváez, atletismo (hígado); Iván Rojas, ciclismo (riñón) y, Carmelo Mendoza, atletismo (riñón).
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Pero detrás de cada uno de estos deportistas hay una historia. Muchas atravesadas por la angustia y la superación. Así es la de Ricardo Pirajón, trasplantado de médula ósea por un diagnóstico de leucemia y quien tras tres años de estar en lista de espera recibió el tejido de su hermano. “Es un baldado de agua fría cuando te dicen que tienes leucemia. Y luego uno queda frío cuando dicen: la única forma de que salga de esto es un trasplante. Ahí se empiezan a cerrar las opciones”.
A Pirajón la vida le cambió 180 grados porque antes de la enfermedad, para él, la vida se convirtió en rutinaria. “Era mi fase plana de la vida pero vino la enfermedad y me dio un sacudón de vida”, cuenta. Aunque siempre fue nadador, su rol hoy en el equipo, a los 54 años, está en el ciclismo. Tras los ciclos de quimioterapia hizo alergia al cloro de la piscina y no pudo seguir realizando este deporte.
Para Tatiana Narváez, atleta y trasplantada por un tumor en el hígado, fue como volver a nacer. “Esa segunda oportunidad después de que te dicen que no hay posibilidad, de que tu expectativa de vida son dos años, es como volver a vivir. Decidí cambiar mi estilo de vida totalmente”. Antes, Narváez llevaba una vida muy sedentaria, pero luego de eso empezó a hacer ejercicio para cuidar su nuevo órgano. Al llegar a la asociación tenía muchos temores, pues no sabía que los trasplantados también podían hacer deporte a otro nivel.
Aunque muchos no lo sepan, hacer deporte y tener una vida activa para las personas trasplantadas es vital. Al tomar medicamentos inmunosupresores, hay efectos secundarios en el cuerpo (como la pérdida del tejido óseo, obesidad, aumento del colesterol, triglicéridos o mayor riesgo cardiovascular y cerebrovascular) que solo se contrarrestan cuando la persona tiene actividad física y lleva una vida saludable. El problema es que debido a la estigmatización y la creencia de que quedan lisiados, muchos terminan perdiendo el órgano al desarrollar enfermedades que antes no tenían como la diabetes. “No trabajan, no hacen deporte. Y el 30 por ciento se vuelven obesos y pierden el órgano sólo porque se sienten aislados, lisiados”, dice Roberto Cáceres, ciclista y también miembro de la Asociación.
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Por eso, uno de los objetivos de estos deportistas es demostrar que las personas trasplantadas sí pueden superar sus límites. Uno de los casos más representativos es el de Germán Darío Penilla, quien recibió un riñón en 2015 y tres años después ha logrado convertirse en el mejor corredor de la asociación. En los Juegos Latinoamericanos de 2016 recibió cuatro medallas de oro en atletismo, en Málaga una de plata y en los recientes juegos de Salta, 5 medallas de oro. Según cuenta, tras recibir su órgano prometió llevar una nueva vida. “Estar en lista de espera es complicado. A los seis meses no hay tanta preocupación, pero pasa un año y empieza la ansiedad. Al año y medio la desesperación. Mi familia quería donar pero no eran compatibles”, cuenta. “Lo que hemos recibido es una oportunidad de vida, y lo menos que podemos hacer es cuidarla haciendo deporte”.
Aunque los deportistas trasplantados deben tener cuidados especiales, principalmente relacionados con los medicamentos que deben tomar de por vida, se consideran personas normales. Cristian Andrés Rusinque, el miembro más joven de la asociación y quien ya ha ganado cuatro medallas de oro en Natación, es otro ejemplo. Él no solo pudo continuar su proyecto de vida, sino que encontró en el deporte una motivación mucho más grande.
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El próximo reto de estos colombianos es dejar la bandera de Colombia en alto en los World Transplant Games 2019 que se celebrarán del 17 al 24 de agosto en Newcastle, Inglaterra. “Antes era ‘vayan los que son’ porque éramos cuatro, pero ahora nos toca competir entre nosotros porque hay gente de un nivel impresionante y estamos creciendo” dice Cáceres. Según los deportistas estos juegos van más allá de la competencia. Allí se celebra la vida y se hace homenaje, como ellos les dicen, a los ángeles donantes.
Aunque ellos han tenido la oportunidad de volver a empezar, aún hay muchas personas esperando. Su objetivo es seguir demostrando que esta segunda oportunidad vale la pena, pues a Colombia aún es larga la lista de espera. En un artículo reciente, SEMANA ya advertía que para febrero de 2018, 2.400 personas estaban en la lista: 216 de un riñón, 133 de hígado, 23 de pulmón y 16 de corazón. Mientras que la lista de donantes ni siquiera supera los 1.000.
Mitos como creencias religiosas y el miedo al tráfico en el mercado negro, siguen siendo los obstáculos por los que los ciudadanos no se deciden a donar.