Vida Moderna
Diabetes: ¿cómo proteger el hígado?
Un 70 % de las personas con diabetes tienen el hígado graso.
La diabetes aumenta el riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico, una afección en la que el exceso de grasa se acumula en el hígado, incluso si la persona bebe poco o nada de alcohol, según Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
Asimismo, explicó que esta afección se presenta en al menos la mitad de las personas con diabetes tipo 2. Además, no está claro si esta aparece con más frecuencia en personas con diabetes tipo 1 que en la población general, porque la obesidad, que es un factor de riesgo, ocurre con una frecuencia similar en ambos grupos.
No obstante, otras afecciones médicas, como el colesterol alto y la presión arterial alta, también aumentan el riesgo de enfermedad del hígado graso no alcohólico.
Hay que señalar que la enfermedad del hígado graso en sí misma generalmente no causa síntomas, pero aumenta el riesgo de desarrollar inflamación o cicatrización del hígado (cirrosis). También se relaciona con un mayor riesgo de cáncer de hígado y enfermedades cardiacas y renales.
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De hecho, la entidad indicó que la enfermedad del hígado graso incluso puede cumplir un papel en el desarrollo de la diabetes tipo 2, pues cuando una persona tiene ambas afecciones, una diabetes tipo 2 mal controlada puede empeorar la enfermedad del hígado graso.
Por tal razón, Medline Plus, web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, señaló que no hay un tratamiento para la enfermedad de hígado graso no alcohólico, pero sí hay cambios en el estilo de vida que ayudan a a cuidar el hígado, por ejemplo:
- Perder peso si la persona presenta sobrepeso.
- Controlar los niveles de azúcar en la sangre.
- Llevar una dieta saludable con un bajo contenido de sal.
- No beber alcohol.
- Mantenerse activo físicamente.
- Manejar afecciones médicas como la diabetes o la hipertensión arterial.
- Recibir vacunas contra enfermedades como la hepatitis A y la hepatitis B.
- Reducir sus niveles de colesterol y triglicéridos.
- Tomar los medicamentos como se le indica.
- Hablar con el médico sobre las medicinas que toma, incluyendo hierbas, suplementos y medicinas compradas sin necesidad de una receta.
Sobre la misma línea, el portal Mejor con Salud reveló que la infusión de perejil y menta ayudaría a depurar el hígado de forma natural y para hacerlo se necesitan 5 gramos de perejil, 10 gramos de menta, una taza de agua y dos cucharadas de limón. Después, se lavan las plantas y se pican en pedazos pequeños. En seguida, se pone a hervir el agua y cuando llegue a ebullición se agregan las dos plantas y se deja la mezcla 20 minutos más. Posteriormente se apaga el fuego y se deja reposar por 10 minutos para finalmente colar los ingredientes, agregar el zumo de limón y consumir.
Hay que señalar que la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) no ha aprobado ningún tratamiento farmacológico para la enfermedad del hígado graso no alcohólico, pero se están estudiando algunos fármacos con resultados prometedores.
Por su parte, la principal complicación de la enfermedad del hígado graso no alcohólico es la cirrosis, que es una cicatrización tardía en el hígado. La cirrosis ocurre en respuesta a una lesión hepática, como la inflamación en la esteatohepatitis no alcohólica.
A medida que el hígado trata de detener la inflamación, produce áreas de cicatrización (fibrosis). Con la inflamación continua, la fibrosis se propaga y afecta a cada vez más tejido hepático.
“Los médicos pueden tratar los problemas de salud causados por la cirrosis con medicamentos, operaciones y otros procedimientos médicos. Si la cirrosis conduce a insuficiencia hepática, es posible que necesite un trasplante de hígado”, añadió Medline Plus.