El aceite de oliva es uno de los ingredientes clave en la dieta mediterránea. | Foto: Getty Images

ALIMENTACIÓN

Dieta mediterránea: así ayuda a retrasar el envejecimiento

Un reciente estudio publicado por ‘National Geographic’ reveló que este tipo de alimentación incide en las secuencias de ADN relacionadas con la esperanza de vida.

19 de noviembre de 2021

Un artículo publicado recientemente por la revista científica National Geographic, denominado La dieta mediterránea retrasa el envejecimiento de las células, reveló que las personas que llevan una alimentación mediterránea tienen un acortamiento más lento de los telómeros, secuencias de ADN relacionadas con la longevidad.

“La velocidad de acortamiento de unas secuencias de ADN denominadas telómeros está relacionada con la esperanza de vida. Cuanto más rápido se acortan, más enfermamos y menos tiempo vivimos”. Por eso, expertos al rededor del mundo han coincidido en que una forma de prevenir las enfermedades es evitando su acortamiento. Así lo concluye un estudio liderado por expertos del Centro de Investigación Biomédica en Red de la Fisiopatología de la Obesidad y Nutrición (CIBEROBN).

Los telómeros son, básicamente, el reloj biológico de la vida celular. El material genético esta organizado en cromosomas dentro el núcleo de las células. Los telómeros son las estructuras situadas en las partes extremas los cromosomas y protegen nuestro material genético. Cuánto más cortos son, más información han perdido y más enfermedades pueden producirse, aumentando el riesgo de mortalidad.

Este análisis, que es uno de los más amplios realizado a este tema, revisó estudios previos con la colaboración de datos de investigadores de diferentes países, este trabajo subraya que “las personas que se adhieren a una dieta mediterránea tienen los telómeros más largos en comparación a las que se adhieren menos“.

Además, la dieta mediterránea tiene efectos beneficiosos en la salud cardiovascular de las personas que la siguen y también les puede permitir mejorar su memoria y prevenir o retrasar los efectos del deterioro cognitivo asociado al envejecimiento. Sin embargo, estos efectos beneficiosos no llegan a todo el mundo por igual, lo que lleva a plantear cambios en el tipo de intervenciones basadas en recomendaciones dietéticas para adaptarlas a las características de cada persona.

Un estudio, que publica la revista Clinical Nutrition, siguió durante tres años a un grupo de 487 voluntarios, repartidos casi en partes iguales entre hombres y mujeres y con una edad media de 65 años. Todos eran participantes en el ensayo PREDIMED-PLUS, un estudio multicéntrico en el cual participaron 23 centros investigadores que analiza el efecto de la dieta mediterránea tradicional con restricción de energía, promoción de actividad física e intervención conductual, en la pérdida de peso y la prevención de la enfermedad cardiovascular.

Los investigadores analizaron, a través de exámenes neuropsicológicos, el estado cognitivo de los voluntarios al inicio del estudio. Al cabo de uno y de tres años se estableció una mejora en el rendimiento en la memoria y en otras funciones cognitivas, incluyendo la capacidad de tomar decisiones, razonar, prestar atención, planificar o ignorar ciertos impulsos.

Alimentos prevalentes en la dieta mediterránea

El interés por la dieta mediterránea comenzó en la década de 1960 con la observación de que las enfermedades coronarias causaban menos muertes en los países mediterráneos, como Grecia e Italia, que en los Estados Unidos y el norte de Europa. Estudios posteriores revelaron que este tipo de alimentación está asociada con la reducción de los factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares.

Esta dieta está basada en la cocina tradicional de estos países ribereños del Mar Mediterráneo. Aunque no existe una definición única de este tipo de alimentación, normalmente es rica en vegetales, frutas, frutos secos y semillas, además de aceite de oliva.

Según expertos, los principales componentes de la dieta mediterránea incluyen consumo diario de vegetales, frutas, granos enteros y grasas saludables; consumo semanal de pescado, frijoles y huevos y porciones moderadas de productos lácteos, así como una ingesta limitada de carne roja.