CIENCIA

¿Es legítimo usar un manual de medicina Nazi para salvar vidas?

Una reciente encuesta muestra que un atlas de anatomía Nazi hecho con cadáveres de las victimas del holocausto sigue siendo usado por cirujanos. El dilema pone sobre la mesa el lado más oscuro y cruel de la ciencia.

24 de agosto de 2019
Eduard Pernkopf junto a sus ilustradores. El austriaco era un ferviente nacional socialista que trabajaba uniformado de nazi.

Desde la biología, la zoología hasta la psicología, muchas disciplinas y avances científicos han sido relacionados con prácticas inmorales o poco éticas. Entre ellos aparece el Atlas de Anatomía Humana y Topografía Aplicada de Eduard Pernkopf, un médico austriaco que tardó 20 años en construir uno de los libros de anatomía más precisos del cuerpo humano.

Hoy ningún experto duda de la precisión y el valor artístico y educativo de su trabajo, pero durante años el uso del libro ha sido objeto de controversia. La razón: para construírlo, Pernkopf pasó horas y horas diseccionando los cadáveres de cientos de homosexuales, judíos, gitanos y presos políticos torturados por los nazis.

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La controversia más reciente ocurrió esta semana. En efecto, una encuesta de la revista médica Neurosurgery, de la Universidad de Oxford, reveló que buena parte de los cirujanos lo usa hoy en día. Según precisó, el 59 por ciento de los médicos han estudiado el libro; 13 por ciento lo usan actualmente; y además, el 69 por ciento no se siente incómodo al hacerlo después de enterarse de su trágica historia.

El New England Journal of Medicine, elogió el texto en 1990 como un “libro de gran valor para anatomistas y cirujanos” tras la tercera reedición del libro.

Entre los que debaten al respecto, están quienes dicen que viola normas cruciales de la ética médica. Entre ellas, el tratamiento inhumano y degradante de los sujetos, y la falta de respeto a un cadáver humano. Abraham Foxman, director nacional de la Liga Anti-Difamación hasta 2015, dijo hace unos años que usar el atlas de Pernkopf, así fuera para salvar vidas, limpiaba “retrospectivamente la atrocidad y posiblemente justificaría actos similares en el futuro”.

Nadie duda de que esos experimentos jamás debieron ocurrir, pero otros consideran extremista esa postura. El New England Journal of Medicine, elogió el texto en 1990 como un “libro de gran valor para anatomistas y cirujanos” tras la tercera reedición del libro. Aseguró que no condenaría su uso aún cuando ya había sido retirado de muchas bibliotecas y universidades.

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En 2001, el médico Michel C. Atlas también aseguró en un trabajo de la Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos que no sería correcto censurar la información, ni mucho menos obviar sus beneficios, pues el uso activo del atlas es el tributo más apropiado para quienes murieron por él.

Para Fernando Sánchez Torres, médico y exrector de la Universidad Nacional de Colombia, en este tipo de debates es muy difícil encontrar una respuesta correcta. Argumenta que en investigación científica el límite entre lo ético y lo antiético suele ser muy estrecho. “Para encontrar la verdad verdadera -que es el fin de la investigación-, muchas veces se invade el campo antiético, suscitando conflictos de carácter ético. La responsable de esa trasgresión es la conciencia del investigador”, dice. Y agrega que la ciencia sin conciencia arruina el alma, como decía el médico y escritor francés François Rabelais. Por eso, al final, los usuarios potenciales del atlas Pernkopf deben tomar sus propias decisiones.

La controversia de Pernkopf es solo la punta del iceberg pues “los dilemas éticos son cada vez más frecuentes hoy.ya que la investigación en el campo biológico es cada vez más audaz”, dice Sánchez.

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La prueba más reciente llegó con el caso de He Jiankui, el científico chino que editó genéticamente a dos embriones humanos aún cuando está prohibido, Esto hará que la comunidad vigile a los científicos más de cerca.