Mascotas
¿Dónde esta Ramona? El angustioso proceso para recuperar una mascota
El caso de Ramona, una perrita que se perdió esta semana, muestra la tragedia que significa para varias familias la desaparición de las mascotas. Algunas historias tienen final feliz.
El 29 de septiembre Ramona, una perrita pastor australiana, salió de paseo con otros perritos de su colegio. Ese día tenían una actividad diferente: una caminata por los alrededores del centro donde los amos los dejan mientras ellos trabajan. El colegio está ubicado en las montañas de la zona de Yerbabuena, en el norte de Bogotá. El cuidador estaba con los perritos y en menos de un segundo se detuvo para recoger algo del piso y dejó de sujetar la correa de Ramona. En cuestión de segundos, ella salió a correr y se escapó.
El cuidador llamó a sus dueños, quienes angustiados fueron al sector a buscarlos. Fueron momentos de angustia muy grandes. Pasaron desde las 2:30 de la tarde hasta las 12:30 de la noche buscándola. Entregaron volantes a todos los habitantes del sector, pero Ramona no aparecía. Estaban desconsolados.
Ramona llegó a la casa de los Restrepo hace 4 años y ha sido, como suele suceder con todas las mascotas, la felicidad de todos los integrantes de esta familia. El amo real es Daniel, el hijo menor de los Restrepo, y su novia Valentina. Ambos velan por el animal y la consienten mucho. Valentina no había querido que Ramona fuera al colegio durante la pandemia. Ese día era el primero después de un año y medio, y el dolor que le causa hoy saber el desenlace les confiere muchísima culpa a ambos. “¿Por qué la mandamos?”, es la pregunta que se hacen.
Durante dos días estuvieron en una búsqueda frenética por encontrarla. Como buenos amos, la correa tiene su información de contacto, pero su gran preocupación era que la perrita, que es muy tímida y nerviosa, y está acostumbrada a estar bajo cuidado, no encuentre como sobrevivir sin sus cuidadores. El sufrimiento de sus amos, por lo tanto, es superlativo. La pareja temía que estuviera pérdida en el bosque, sin ayuda y sin comida, y sufriendo las inclemencias del clima.
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En Colombia el cálculo es que existen 551.000 perros y aunque no es clara la cifra de cuántos se pierden, a decir por lo anuncios de Facebook y los volantes que se ponen en los postes de las calles, el fenómeno es mucho más frecuente de lo que parece. El drama varía dependiendo de si el perro necesita medicamentos o si el amo es un niño. También es una tragedia cuando el perro es un apoyo para su amo, como en el caso de los ciegos o de las personas con epilepsia y depresión, que cuentan con el apoyo de estos animales para sobrevivir.
A eso se suma que no existe una clara ruta para buscarlos. A pesar de que hoy cuentan con chips, documentos e información en sus correas, pueden pasar semanas hasta que un perro aparezca. Sin embargo, con el auge de las redes sociales, han aparecido sitios en Facebook donde es posible, con suerte, encontrar a la mascota perdida.
Cada perro extraviado es un drama para sus dueños. En el caso de Restrepo, su vida estuvo en un alto porque Daniel y Valentina pasan las horas contactando fundaciones, veterinarias, tiendas de animales y revisando las redes sociales en busca de un rastro de Ramona.
Todos los amigos les colaboraron con la causa ya fuera replicando el anuncio en sus redes sociales o intentando contactar a la fundación de mascotas e incluso yendo a los medios de comunicación para que ayuden en la búsqueda.
Al cabo de dos días Daniel recibió una notificación. Habían visto a Ramona en los humedales de la Autopista norte. Sin pensarlo dos veces salió en su carro a buscarla. Solo le dieron la ubicación ante el miedo que le daba que ella escapara más por cualquier intento de un extraño de llevársela. Cuando llegó al lugar, salió corriendo por ella. Cruzó la autopista casi sin importarle los carros porque en ese momento solo pensaba en correr en su auxilio. Se acercó y la reconoció. Era ella. La abrazó y la llevó de vuelta a la casa, y todos respiraron más tranquilos. Mientras tanto, Ramona lucía feliz, como si nada.
En este caso la historia tiene final feliz y lo fue gracias a la colaboración ciudadana. Pero en otros casos, los perritos no corren con tan buena suerte y, para tristeza de ellos y sus amos, se pierden para siempre.