I N T E R N E T
Editores horrorizados
Stephen King, maestro de las novelas de terror, tiene nerviosos a los libreros. Su reciente novela, publicada sólo por Internet, ha sido un éxito.
Las editoriales dicen que Stephen King puede hacer eso solamente porque se trata de él”, comenta un escritor, y añade: “¡Eso es mentira!”. Estas palabras no son precisamente del gusto de las editoriales. Llevan semanas minimizando por todos los medios a su alcance las implicaciones de la publicación electrónica del más reciente best seller de Stephen King, con la cual se da un paso adelante hacia la era del libro electrónico. Al rescatar su novela inacabada The Plant de su archivo personal y terminarla capítulo por capítulo, King le pide a los lectores que paguen un dólar por cada entrega que pueden bajar fácilmente de su sitio web. Dejando de lado el libro en sí, es el experimento el que se ha convertido en una historia de suspenso y horror. El suspenso radica en si los lectores optarán por descargar gratuitamente el texto. Luego de la aparición del primer capítulo, el 24 de julio, 150.000 usuarios le enviaron su pago a King. La historia de horror es para las editoriales ya que un autor de enorme celebridad está trabajando sin su intermediación y vendiéndoles directamente a sus lectores.
En cierto sentido este es un momento temible para la industria del libro. Con la esperanza de evitar los dolores de cabeza que han embargado a la industria disquera los magnates de las editoriales han decidido tomar posición hacia el futuro y prácticamente cada semana aparece el anuncio de un nuevo coqueteo con los productos digitales. “Mucha gente está entusiasmada, en tanto que otros desearían que los libros digitalizados desaparecieran”, dice Jack Romanos, jefe operativo de Simon & Schuster (S&S). Pero la mayoría de las editoriales, incluyendo a S&S, están muy entusiasmadas con la idea de una distribución instantánea, casi gratuita y de gran radio de alcance. Este interés es comprensible si se piensa en las toneladas de volúmenes que actualmente se transportan por carretera y que con demasiada frecuencia son objeto de devoluciones. Las editoriales han corrido con suerte en la medida en que los libros materiales, a diferencia de los casetes y los CD, no serán desplazados al menos en unos cuantos años. El zar del libro electrónico en Microsoft admitió que la nueva tecnología que su grupo lucha por sacar avante “se encuentra en el mismo punto en que estaba la industria automovilística en 1908”.
Sin embargo, en última instancia, tanto la industria editorial como la musical enfrentan el mismo problema. La industria disquera está sufriendo pérdidas por sus clientes que han empezado a utilizar el Napster. En la industria editorial la lucha es con los autores. ¿Deberán aumentar las regalías con el advenimiento del libro electrónico, cuyos costos de publicación son casi nulos y que no corre riesgo de devolución? Los autores dicen que sí, pero los editores no están muy dispuestos a admitirlo. Por otra parte, los editores están felices al pensar que el concepto de ‘libro agotado’ quedará superado con el auge del libro electrónico y de la impresión inmediata, mientras que los autores están preocupados ante la eventualidad de no poder reclamar sus regalías correspondientes a libros publicados con el antiguo sistema. Anteriormente, cuando las copias materiales se agotaban y no estaban programadas nuevas ediciones, los escritores contaban con la posibilidad de volver a vender el libro a otro editor. Mientras las editoriales sean el único canal posible de distribución ningún autor pensará en tener su propia imprenta y bodega para comercializar su libro y las grandes casas de edición llevarán las de ganar.
Es por eso que las editoriales están mirando con malos ojos a The Plant. La primera incursión de King en el mercado electrónico, con Riding the Bullet, se hizo bajo los auspicios de su editor de siempre, que consideró simplemente que el medio millón de lectores que bajaron el libro de Internet eran la prueba tangible de que el mercado estaba listo para este tipo de eventos. El lío es que King ha procedido a sacar de circulación al intermediario. Incluso lo proclamó en la promoción de The Plant: “Amigos, tenemos la oportunidad de convertirnos en la peor pesadilla de Big Publishing”.
De dientes para afuera Big Publishing no se da por aludida. Insiste en que con o sin distribución digital los autores que no tienen la fama de King tendrán que seguírselas habiendo con el jefe de siempre: “La mayoría de nuestros autores quieren dedicarse a escribir y no a manejar pequeños negocios ni involucrarse en transacciones de tarjetas de crédito ni en temas de servicio al cliente”, dice Romanos. El propio King no tuvo que meterse en esas honduras, ya que Amazon.com, el gigante del comercio electrónico manejó las transacciones sin que se generara ningún costo para King. Jeff Bezos, el CEO de Amazon dice que lo hizo porque “Stephen King es sorprendente: la gente sería capaz de leer sus libros aunque los escribiera sobre cáscaras de banano”. Sin embargo Bezos también entiende que uno no tiene que ser Stephen King para publicar por sí mismo en la era electrónica. Amazon ya ofrece un servicio mediante el cual los autores no afiliados a una editorial pueden lograr que sus libros sean listados y despachados, y dicho sistema puede ampliarse cuando sea factible cargar las biografías, las novelas y los libros de cocina en aparatos electrónicos de lectura. “Con el mayor gusto les ayudaríamos a los autores a convertir sus libros al formato digital, dice Bezos. Y también podríamos ayudar mucho con el mercadeo”.
¿Significa eso que las editoriales están condenadas y que cualquier escritor obtendrá lo mismo que King? Sería demasiado fácil. Incluso si la distribución deja de ser un componente crucial de la publicación, los demás servicios que ofrecen las editoriales —especialmente la edición y el mercadeo— se tornarán más importantes. Cuando los libros puedan bajarse de Internet el viejo sistema de promoción centrado en las librerías tendrá que ser radicalmente reestructurado. “El juego estará en manos de quienes sean los dueños de las relaciones con los lectores”, dice el autor Seth Godin, quien ha regalado miles de copias electrónicas de su libro Unleashing the Ideavirus. “Si las editoriales se concentran en eso seguirán siendo los intermediarios exitosos”. Es más que seguro que las editoriales tomarán esta opción ya que están conscientes de que los autores tienen la posibilidad de decir: “No, gracias, lo haré a mi modo”.
El propio King considera que las cosas no serán tan terribles para las casas editoriales. “Los editores se preocupan demasiado, dice. Hablan del fin del mundo; pero fíjese: ¡‘Harry Potter and the Goblet of Fire’ ha vendido cinco millones de ejemplares!”. Es probable que en 2010 el homólogo de la autora de dicho best seller venda su libro electrónico a través de una gran editorial, cobrando unas regalías mayores que las obtenidas actualmente por los escritores.