Sal en exceso
Sea cual sea el tipo de sal que se utilice, no debe consumirse en exceso. | Foto: Getty Images

SALUD

El consumo diario de sal en Latinoamérica triplica el recomendado por la OMS

La recomendación es de una ingesta inferior a cinco gramos diarios, pero según los datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el promedio en la región supera los 8,5 gramos.

29 de octubre de 2021

En América Latina la mitad de los decesos están relacionados con enfermedades cardiovasculares, siendo las complicaciones por la presión arterial alta, la principal causa de esas muertes. Se trata de una condición que padecen entre el 20 % y 35 % de los adultos en la región y que puede agudizarse con el consumo excesivo de sal.

De acuerdo con el organismo regional, la recomendación es una ingesta de menos de cinco gramos de sal al día, pero este consumo en Latinoamérica oscila entre los 8,5 y los 15 gramos.

Las evidencias médicas han demostrado que comer menos de 5 gramos de sal puede reducir la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares, accidente cerebrovascular y cardiopatía coronaria.

Precisamente, para hacer frente a este nocivo hábito de consumo, la OPS presentó este jueves unas nuevas metas regionales para la reducción de la sal en la dieta de la población y prevenir las enfermedades cardiovasculares.

Las metas buscan ayudar a los países de la región a disminuir el consumo de sal en la población a través de la reformulación de productos procesados y ultraprocesados, de donde proviene la mayor parte del sodio consumido en la dieta.

El exceso en el consumo de sal genera graves afectaciones en el organismo. Foto: 123RF / Ian Allenden

Se trata de una actualización más detallada de un primer conjunto desarrollado en 2015 y presentan “umbrales” máximos de sodio para 16 categorías y 75 subcategorías de productos alimenticios a reformular.

Los efectos de la covid-19 en el control de otras enfermedades

El director de Enfermedades no Transmisibles y Salud Mental de la OPS, Anselm Hennis, dijo que la pandemia ha empeorado la situación al crear nuevos desafíos para la prevención y control de los factores de riesgo debido a los confinamientos y cambios significativos en los estilos de vida, que incluyen un aumento en el consumo de productos no saludables.

La OPS enfatizó que el consumo de sal no solo cuesta vidas, sino que supone una carga onerosa e incide en los esfuerzos de desarrollo de los países. Detalló que los costos directos e indirectos de la hipertensión representan entre 5 % y 15 % del producto interno bruto de las economías de renta alta, y entre 2,5 % y 8 % de las de América Latina y el Caribe.

“El consumo excesivo de sal tiene grandes repercusiones en el crecimiento económico y la fuerza laboral productiva de los países”, apunta el documento de publicación de las metas.

Estos dos ingredientes, infaltables en la dieta en todo el mundo, presentan índices elevados de consumo que derivan en graves patologías.
El exceso en el consumo de sal genera un alto número de muertes en Latinoamérica. | Foto: Getty Images

La Organización afirmó que la reducción del consumo de sal en la población es la medida de salud pública más eficaz en términos de costos para bajar la presión arterial y la mortalidad. “Puede salvar vidas, rescatar la economía y los sistemas de atención de salud de los países de bajos y medianos ingresos”, recalcó.

Los niños obesos tienen más probabilidad de sufrir de diabetes tipo 2, asma, dificultades para respirar, problemas musculares, disfunciones cardiacas, así como problemas psicológicos y aislamiento social.

No obstante, la tarea está lejos de ser fácil, pues conseguir la reducción de sal en los alimentos demandará esfuerzos de diferentes frentes y una serie de acciones que requieren la cooperación no solo de los gobiernos, sino de todos los sectores de la sociedad, especialmente de las empresas que se dedican a la producción de alimentos.

Fabio Da Silva Gomes, asesor regional en Nutrición y Actividad Física de la OPS, señaló que las nuevas metas son una herramienta más de apoyo al conjunto de políticas regulatorias que han ido avanzando en la región para reducir la oferta y demanda de productos con exceso de sodio, como el etiquetado frontal de advertencia y la regulación de la publicidad de estos productos.