CIENCIA
¿Por qué se dice que el cuerpo humano es una máquina perfecta?
Hay más de 2.300 tipos de bacterias diferentes en el cuerpo y si se pudiera extender en un plano, el ADN en cada persona llegaría a la órbita de Plutón. Con datos increíbles como estos, Bill Bryson desvela las maravillas del organismo que habitan los humanos.
Por mucho tiempo Bill Bryson buscó un título para su libro sobre el cuerpo humano. El más lógico parecía Manual de uso para principiantes, porque explicaba cómo funcionaba cada parte, al igual que las guías que vienen con los electrodomésticos. Finalmente se convenció de que debía titularlo El cuerpo, guía para ocupantes. Y lo explicó en que nadie es dueño de su cuerpo, pues este le pertenece a la evolución. “Nosotros los ocupamos, pero mientras más conozco esta compleja estructura de cócteles químicos, impulsos eléctricos, huesos, piel y colonias de microorganismos menos claro me queda definir eso que cada uno llama yo”, dice el también autor del bestseller A short Story of nearly everything.
El cuerpo es, según el escritor, la mejor tecnología jamás producida. Luego de estudiarlo, considera a la vida un milagro: “Tenemos 37 billones de células, y cada una es una entidad independiente”. A pesar de esto, algunos cuidan poco esta máquina prodigiosa.
Esta maravilla sorprende por su extrema complejidad. Cómo explicar, por ejemplo, que las articulaciones sean mucho más lisas que el vidrio, pero a la hora de soportar la fricción tengan un coeficiente cinco veces menor que el hielo. O que el ADN de una persona al extenderse cubra la distancia de la Tierra hasta la órbita de Plutón, lo que significa que hay 16 mil millones de kilómetros de código genético dentro de cada cuerpo humano. También quiere decir, según el autor, que hay suficiente material en el cuerpo como para ir a los confines del sistema solar y por eso, en el sentido más literal, los humanos son en realidad seres cósmicos. “Estamos hechos de los mismos elementos que se encuentran en el suelo: aluminio, cobre, oxígeno y helio. Solos no hacen nada, pero aquí en la Tierra se juntaron para formar vida”.
El cuerpo puede realizar hazañas increíbles como sucedió con una azafata que tras caer de su avión sobrevivió un descenso de 10.000 metros al caer en unos arbustos. O la proeza de un apneista español que logró contener la respiración bajo el agua por 24 minutos.
Este libro ofrece un listado de datos extraordinarios. Por ejemplo, que las huellas digitales de cada persona son únicas o que el cerebro puede almacenar hasta 200 exabits de información, muy similar al contenido digital total de hoy. El corazón late 3.500 millones de veces en una existencia promedio y los pulmones procesan más de 15.000 litros de aire al día. Bryson, además, observa que el cuerpo está casi totalmente perforado si se tiene en cuenta que hay de 2 a 5 millones de folículos y posiblemente el doble de glándulas sudoríparas. Durante la vida, el pelo crece más de 40 metros y los huesos son tan fuertes como el concreto, pero al mismo tiempo lo suficientemente ligeros como para correr a toda velocidad.
El cuerpo tiene espacio para muchos huéspedes: 40.000 especies de bacterias habitan en él, muchas de ellas aún desconocidos para la ciencia. En un beso dos amantes comparten mil millones de ellas. En una vida una persona puede llegar a ingerir 60 toneladas de comida y desechar siete de excrementos.
Mitos sobre el cuerpo humano
El libro rompe muchos mitos, como por ejemplo que los hombres piensan en sexo cada siete segundos. En realidad lo hacen 19 veces al día, las mismas veces que piensan en comida. Los receptores de sabor no solo se encuentran en la boca sino en la garganta y el intestino, así como en el corazón, los pulmones y hasta en los testículos. Esto último, explica Bryson, tal vez surgió para enviar señales al páncreas y ajustar la producción de insulina antes de cada comida. Sobre el examen del antígeno prostático dice que tiene tanta efectividad como lanzar una moneda al aire. Y a pesar de todo lo que digan, un solo acto sexual tiene una posibilidad de concebir de apenas 3 por ciento.
Además de esto, el cuerpo puede realizar hazañas increíbles como sucedió con una azafata que tras caer de su avión sobrevivió un descenso de 10.000 metros al caer en unos arbustos. O la proeza de un apneista español que logró contener la respiración bajo el agua por 24 minutos. También le sorprende cómo los mineros chilenos pueden trabajar arduamente a casi 6.000 metros de altura. Esto sin contar con que el cuerpo puede revivir aún cuando el corazón ha dejado de latir por horas con técnicas de hipotermia.
Para Bryson, el más sorprendente de los órganos es el cerebro porque está compuesto de agua, entre un 75 y 80 por ciento. El resto es grasa y proteínas. “Pero mire lo que puede hacer. Si convocaran a los más grandes científicos del mundo y les dieran esos componentes que están en el cerebro y les pidieran que hicieran algo que funcionara, no harían nada. Aun así, su mamá hizo su cerebro en nueve meses sin pensar en eso”.
A pesar de ser una máquina prodigiosa, el cuerpo humano viene con fecha de expiración y esta varía a partir de muchos factores ambientales y de la edad.
A pesar de que este órgano parece una torre de control, Bryson afirma que en el cuerpo humano nadie está a cargo. Todo lo que sucede consiste en reacciones químicas a nivel celular y molecular que responden de modo caótico. El resultado no solo es vida, sino “una vida que funciona sorprendentemente bien por muchas décadas”, dice.
Hacer un humano así costaría mucho. Teniendo en cuenta que hay 7.000 trillones de átomos en el cuerpo humano, Bryson calcula que habría que partir de la conservadora suma de 151.000 dólares, el costo en el mercado de los elementos que integran estas partículas atómicas.
A pesar de lo anterior, los ocupantes de esta máquina no aprecian hoy todo lo que hace: comen más de lo que toca y hacen menos ejercicio del indicado. En efecto, en el siglo XX la expectativa mundial de vida aumentó mucho más que en los últimos 8.000 años, pero hoy está perdiendo esa ganancia por culpa de las dietas de comida chatarra y el sedentarismo.
Según sus investigaciones, solo ser rico mejora la expectativa de vida. “Una persona de un barrio pobre del Reino Unido morirá 25 años más temprano que el promedio de todo el país”, dice. Pero clara que los estadounidenses hoy mueren más jóvenes que los europeos debido a la dieta, la obesidad y a un sistema de salud inequitativo.
A pesar de ser una máquina prodigiosa, el cuerpo humano viene con fecha de expiración y esta varía a partir de muchos factores ambientales y de la edad. El cáncer, para nombrar apenas una de las que más mortalidad genera, es el precio que todos pagan por la evolución. En efecto, si las células no pudieran mutar el ser humano no tendrían tumores, pero tampoco podrían evolucionar. La edad es el principal factor de riesgo para desarrollar este mal, al punto que una persona de 80 años tiene 1.000 veces más posibilidades de tenerlo que un joven de 15 años.
Lo bueno de la edad es que llega con más satisfacción. En esta etapa la gente se siente más feliz que nunca porque percibe que hizo su trabajo, crió a sus hijos y tiene menos ambiciones. “Es una cuestión psicológica y significa que, en cierto modo, el cuerpo le da recompensa por el trabajo que ha hecho para llegar a ese punto”.
Algunos de los consejos para vivir más están en manos de otros: los padres. Los primeros 1.000 días después de la concepción son cruciales para el bienestar futuro y el estrés en el útero y en la primera infancia genera una salud miserable de adulto. En manos de cada cual está comer saludablemente y hacer ejercicio. “Una de las peores cosas que puede hacer por sus salud es estarse quieto”, dice. Mientras más se mueva los huesos producirán más de una hormona que mejora el ánimo, la fertilidad y la memoria. Para promover la longevidad recomienda entablar relaciones sólidas con amigos, pues el contacto social protege el ADN. “El cuerpo es la mejor tecnología que tenemos a la mano y no debemos subestimarla”.