Vida Moderna
El método japonés que ayuda a retrasar el envejecimiento
Los cuidados, tanto en la piel como el cuerpo en general, ayudan a revertir los efectos provocados con el paso de los años.
Son muchas las practicas y los métodos que las personas, tanto mujeres como hombres, utilizan con el objetivo de lucir una piel más tersa, humectada y rejuvenecida. Sin embargo, es inevitable que con el paso de los años, aparezcan arrugas y líneas de expresión. Los procedimientos naturales y quirúrgicos pasan a ser importantes al momento de buscar opciones que ayuden a regenerar las células de la dermis.
La exposición de la piel del rostro, cuello, manos y antebrazos suele tener efectos como la aparición de arrugas, pliegues y manchas, aunque muchas de ellas surgen por genética, siendo determinante para la estructura de este gran órgano.
Por su parte, el colágeno representa una de las proteínas más abundantes en el organismo humano; no obstante, a partir de los 18 años, se produce una disminución natural en la síntesis de esta proteína, lo cual puede resultar en la manifestación temprana de señales de envejecimiento tales como arrugas, manchas y deshidratación cutánea. Si la meta es revitalizar la piel y lograr un aspecto rejuvenecido, no es necesario recurrir a productos costosos que prometen estimular la producción de colágeno sin obtener resultados efectivos.
Los medicamentos, las técnicas de exfoliación, los rellenos y la cirugía están entre los tratamientos para las arrugas más eficaces. Además, existe una técnica japonesa que consiste en incluir nueve recomendaciones intangibles que ayudarán a minimizar los efectos de la vejez.
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Son tres pilares de Hansaki que se vinculan con “el autoevaluarse para superarse a sí mismo día a día, luego tener una cultura minimalista de poseer pocas cosas para dirigir la atención a lo que realmente importa en la vida y en tercer término lograr la paz interior con un nivel de conciencia donde reine la calma y la relajación, alcanzando la serenidad y la tranquilidad mental”, señaló Terra.
A su vez, estos pilares “se vinculan con la naturaleza para elevar el ánimo y la capacidad de concentración a través de la conexión con nuestras raíces, claro que con la salud para respetar al propio cuerpo y así evitar prácticas insalubres para el organismo; y las relaciones con el entorno social de la persona para que sean más sólidas y perdurables con el paso de los años”, agregó.
Por último, con respecto a los tres restantes, tiene qué ver el “tener principios éticos que guíen la conducta de la persona”, “buscar un propósito o destino final para motivar el vivir día a día”, y “la actitud de tener una elección consciente la forma de abordar los desafíos de la existencia”.