Pandemia
¿El mundo le dice adiós al tapabocas?
Con la vacunación, muchos países están pensando abolirlos al aire libre, pero otros creen que es demasiado pronto. Así va el debate.
Desde el comienzo de la pandemia, el uso de tapabocas fue un tema de debate internacional. En algunos países, incluso, la discusión de llevarlos o no tuvo visos políticos, mientras que en otros fue un tema de desobediencia, que le dio más de un dolor de cabeza a las autoridades sanitarias.
Hoy no cabe duda de que este elemento fue crucial en la lucha contra la infección.
Pero ahora, a medida que algunos países vacunaron a una importante proporción de sus habitantes, los Gobiernos están relajando su uso.
El primero en hacerlo fue Israel, líder en vacunación en el mundo. Con la mayoría de la población ya inmunizada, el Gobierno de ese país quitó la norma de uso obligatorio de tapabocas al aire libre, y, según The Washington Post, la vida allí ya regresó a tiempos prepandemia en la medida en que muchos salen a la calle con la cara descubierta.
La semana pasada, el turno fue para Estados Unidos. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) dictaminó que quienes habían completado el esquema de vacunación podían quitarse sus tapabocas en espacios abiertos, excepto en aquellos multitudinarios.
Según las cifras oficiales, más de 52 por ciento de la población en edad de vacunarse ha recibido al menos una dosis. Gran Bretaña lo está pensando.
Diarios como The Telegraph han señalado que es muy probable que el Gobierno de Boris Johnson acepte que los británicos tengan un verano sin tapabocas: 33 millones de personas han recibido al menos una dosis, y, según la BBC, 19 por ciento ya completó su vacunación.
“Con las vacunas ahora haciendo el trabajo pesado de mantener el virus a raya –según dijo una fuente de Downing Street–, muchos ven que las mascarillas ya no serán necesarias en espacios abiertos”.
La decisión de estos países no solo obedece a cierta inmunidad de rebaño gracias a la vacunación, sino también a que la ciencia hoy conoce mucho más acerca de la probabilidad de contagio en espacios cerrados y abiertos. Y cada vez la evidencia apunta más a que es seguro estar sin tapabocas al aire libre.
En Estados Unidos, medios como Slate sugirieron acabar con la medida de las mascarillas en espacios abiertos, y la petición ganó apoyo del público y de prestigiosas revistas científicas, como The New England Journal of Medicine.
Todos ellos se basan en estudios en los cuales se determinó que los encuentros fugaces entre personas sin tapabocas en la calle son de bajo riesgo.
Según le dijo a The New York Times la experta en transmisiones virales Linsey Marr, las partículas de covid-19 que quedan suspendidas se dispersan rápidamente con el aire, y el riesgo de que un corredor o un caminante las inhale es insignificante.
“Incluso, si una persona tose o estornuda afuera a medida que camina, las posibilidades de que otro que pasa a su lado reciba suficiente volumen de virus para infectarse sigue siendo baja”, dijo la ingeniera de Virginia Tech.
Ella y otros expertos, entre ellos los del CDC, se guían por una regla que denominan la ley de dos de tres: tener en cuenta dos de tres variables para decidir si es acertado o no usar el tapabocas. Las circunstancias son el escenario (si es al aire libre o en un espacio cerrado), la distancia entre el individuo y otras personas, y el uso del tapabocas.
“Si está afuera, necesita tener distancia o una mascarilla”, dice la experta al diario neoyorquino. “Si no está afuera, necesita tanto mascarilla como distancia”.
Cuando alguien se detiene a conversar en la calle por largo rato con un amigo que no está vacunado, las mascarillas deben estar en la cara, pues afuera el riesgo de respirar el aire del otro se incrementa con el tiempo y la proximidad, y hay casos documentados que lo prueban.
El riesgo al aire libre solo es bajo en un parque, grandes jardines o reservas forestales desoladas, pero aun así los expertos recomiendan llevar tapabocas por si acaso sucede un encuentro con extraños.
Otros especialistas son más osados y señalan que nunca se ha debido ordenar mantener los tapabocas al aire libre. Un estudio en Italia, citado por ellos, modeló lo que pasaría en Milán con 10 por ciento de la población infectada.
La conclusión es que toma más de 30 días de exposición continua al aire libre para inhalar el volumen de virus suficiente con el cual infectarse.
Para los más liberales, concentrarse en el tapabocas en espacios afuera ha hecho perder el foco de dónde es realmente peligroso: adentro.
El problema, dicen, no es organizar un asado en el jardín, sino conversar por horas en la cocina y sin tapabocas.
La otra cara de la moneda
No todos están muy contentos con esta medida. Algunos creen que es demasiado temprano para decirle adiós, y el mensaje de relajar los tapabocas en espacios abiertos puede tergiversarse, y, así, la gente creer que un concierto al aire libre no tiene riesgos cuando es todo lo contrario: cada vez que una persona esté muy cerca de extraños y sin tapabocas, el riesgo es alto.
Además, las vacunas no son 100 por ciento efectivas. “En Estados Unidos solo aplican vacunas basadas en RNAm y vector viral; acá, mayoritariamente, hay vacunas basadas en virus inactivados, de las cuales no hay evidencia sobre la reducción de la capacidad infecciosa”, dice Luz Gabriela Delgado, bacterióloga y doctora en ciencias farmacéuticas.
También existe la amenaza de nuevas variantes, que aún no se sabe cómo se comportarán frente a las vacunas aprobadas.
Para el epidemiólogo Jaime Ordóñez, aunque Estados Unidos está avanzando en vacunación, “no es suficiente, y esa liberación de medidas tan tempranamente los está exponiendo a un riesgo innecesario”.
Para él, este será un debate del año entrante en toda Latinoamérica, pero definitivamente no de este. “Esta es una región del mundo en la que hay pocas vacunas, ausencia de programas de búsqueda activa, altas tasas de infección, y circulación de los linajes de Brasil, Reino Unido y California”.
Ante estos argumentos, se prevé una nueva discusión álgida en torno a cuándo quitar la norma de los tapabocas al aire libre.
Por lo pronto, Colombia debe seguir con el uso de estos, pues, como enfatiza Ordóñez, “el palo no está para cucharas”.