Salud mental

¿Qué pasa cuando la rabia no se expresa de forma directa?

Muchas veces, reprimir la rabia es como apretar muy fuerte un pedazo de plastilina con la mano. Se escapa por entre los dedos, dice el médico psiquiatra José A. Posada-Villa. Y es lo que sucede en una persona pasivo agresiva cuando expresa la rabia de manera indirecta, generando incomodidad, angustia o frustración.

7 de diciembre de 2018
| Foto: SEMANA

La mayor señal de comportamiento pasivo agresivo es la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace, pues se trata generalmente de una manera disimulada de expresar la rabia. Entender este comportamiento es clave para identificar qué subyace a las palabras y acciones y cómo responder a la situación.  Es sencillo enredarse en esta forma de interacción y luego sentir culpa cuando, en el fondo es simplemente una táctica de manipulación.

Es un rasgo de personalidad que se caracteriza por un patrón generalizado de actitudes negativas y resistencia pasiva, a veces obstruccionista, para cumplir con las expectativas en situaciones interpersonales.  En las personas pasivo-agresivas se encuentran dos ingredientes básicos: la rabia y la evitación. La evitación, es una forma de hacerle el quite al conflicto, a manifestar ira auténtica y a no ser franco y honesto en aquellas situaciones que la persona se siente incapaz o frustrada.

Con frecuencia se ven como sinónimos rabia y agresión, pero no son lo mismo. La rabia es un estado emocional, generalmente en respuesta a un suceso desagradable o amenazador, mientras que la agresión es un comportamiento destinado a causar daño. La agresión puede ocurrir sin rabia, pero en general, la rabia es una causa común de agresión.

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El comportamiento pasivo-agresivo es una muestra de la complejidad de la comunicación en los seres humanos que se refleja en el hecho que el individuo puede decir estoy bien mientras que el lenguaje corporal y el tono de voz revelan claramente que no lo está.

Este tipo de comportamiento es ambiguo y el cerebro no maneja bien la ambigüedad o la incertidumbre. Por eso, el comportamiento aparentemente correcto mezclado con emociones hostiles causa tanto malestar mental. Ante un comportamiento pasivo-agresivo, es muy difícil dar una respuesta apropiada y esto causa más angustia y frustración. Es una estrategia muy potente y por eso es tan utilizada.

Un estudio muestra que las mujeres son más propensas a ser pasivo-agresivas, mientras que los hombres tienen más probabilidades de ser activo-agresivos por llamarlo de alguna forma. Pero esto se podría explicar por los estereotipos tradicionales en muchas culturas. Con frecuencia las mujeres se encuentran en el extremo inferior de la dinámica de poder y en tales circunstancias, el comportamiento pasivo-agresivo muchas veces es simplemente un mecanismo de defensa ante tal situación.

Los comportamientos típicos son dilación, obstinación, resentimiento, mal humor y negación deliberada y repetida para cumplir con los compromisos y responsabilidades.  Otros ejemplos de comportamiento pasivo-agresivo incluyen evitar la comunicación directa y clara, evadir los problemas, miedo a la intimidad o la competencia, inventar excusas, culpar a otros, asumir el papel de víctima, simular el cumplimiento de las responsabilidades, el sarcasmo, la adulación y, por supuesto, ocultar la rabia.

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Este comportamiento puede originarse en situaciones específicas de la infancia, en un ambiente donde no era seguro expresar frustración o enojo. Las familias en las que está prohibida la expresión honesta de los sentimientos, tienden a enseñar a los niños a reprimir y negar sus emociones y a utilizar otros medios para expresar la frustración.

Los niños que disimulan la hostilidad pueden tener dificultades para ser asertivos, desarrollar mejores estrategias para lidiar con las dificultades de la vida o habilidades para la expresar los sentimientos y llegar a convertirse en adultos que, bajo una apariencia seductora, albergan una intención vengativa.

Una persona pasivo agresiva, generalmente se niega a asumir la responsabilidad de su comportamiento. Puede mentir, culpabilizar, racionalizar, inventar excusas y minimizar el impacto que causan sus acciones. Puede decir que no recuerda los hechos o quizás finja que no hizo algo y de alguna manera busca hacer sentir al otro culpable, que sienta rabia y explote. En lugar de expresar sus deseos o estado de ánimo, huye de la discusión. Y para salir del paso dice: claro, como usted siempre tiene la razón. También pueden demorarse para hacer las cosas, hacerlas a regañadientes o realizarlas mal, manipular con el dinero y las relaciones sexuales, también puede llegar a ser una forma de expresar agresividad pasiva y como una forma de manejo del poder.

Si bien es cierto que la primera reacción podría ser reaccionar ante ese comportamiento, hay que resistir las ganas de hacerlo.

Ante estas personas es importante expresar las necesidades o solicitudes con claridad y en lugar de molestarse con la otra persona, actuar de manera efectiva en relación con sus propias necesidades y expectativas. Otro aspecto clave es no dejarse enganchar en su juego. Si usted comienza también con un comportamiento pasivo agresivo, entonces entrará en un círculo vicioso del cual es difícil salir.  

Es necesario reconocer que la otra persona quizás tenga resentimiento o rabia por algún motivo, que no siente que puede expresar su molestia y que le es más fácil hacer creer que el problema es del otro. Cuando ambos estén calmados, hablar de los sentimientos comunes, conversar sobre lo que funciona y lo que no para usted, para ella y para ambos.

Y recuerde que en ocasiones no se logra cambiar a la otra persona, y en estas situaciones lo fundamental es cómo se reacciona ante ella.

*Grupo de Investigación Nuevas Perspectivas en Salud Mental UCMC