FUTURO

¿Realidad o utopía? Lo que se sabe del nuevo proyecto futurista de Elon Musk

No es ciencia ficción. Con el diminuto chip de Neuralink, la empresa de Elon Musk, vislumbra la posibilidad de integrar el cerebro con los computadores para tratar enfermedades y mejorar las habilidades cognitivas.

5 de septiembre de 2020
Elon Musk ha invertido más de 100 millones de dólares en Neuralink. | Foto: AFP

Imagine que con solo insertar un chip en su cerebro pueda darle comandos al computador, guardar recuerdos, potenciar su creatividad o superar el alzhéimer. El empresario Elon Musk abrió esa puerta al futuro recientemente al mostrarle al mundo sus avances en Neuralink, una compañía que fundó en 2016.

Ese día hizo una demostración sencilla: con la ayuda de tres cerditos, uno de los cuales tenía un pequeño dispositivo en su cabeza, el visionario logró comprobar la conexión entre cerebro y computador. Cuando el animal olió la paja, la actividad neurológica resultante pasó a un computador en forma de gráfica. El gran protagonista del evento fue el diminuto chip de solo 23 milímetros conectado al cerebro por medio de electrodos más delgados que un pelo humano.

En efecto, el minúsculo aparato monitorea la actividad de hasta 1.000 neuronas y transmite la información de manera inalámbrica. El chip dio un salto frente a las primeras versiones que había presentado Neuralink, y representa un gran progreso en cuanto a su portabilidad, poder de manejo y capacidad de conectarse sin cables. La FDA lo calificó de descubrimiento, lo que acelerará la aprobación para que la empresa empiece a hacer pruebas en humanos.

Musk se interesó en este campo ante el repunte de la inteligencia artificial, que, según él, supone una amenaza real para la especie humana. Considera que las capacidades de los robots en algún momento sobrepasarán las del cerebro, y para él se requiere mejorar las habilidades cognitivas de este órgano al conectarlo a computadores de gran capacidad.


Foto: Elon Musk ha invertido más de 100 millones de dólares en Neuralink.

Para esto hay que crear una interfase entre el cerebro y el computador. Pero antes de llegar a ese punto, Musk y otros como él piensan que deben dar el primer paso en la medicina. En ese campo estos chips podrán corregir las señales electrónicas para tratar enfermedades que causan muerte y disminuyen la calidad de vida, como el insomnio, la pérdida de la audición, los derrames cerebrales, la depresión y el alzhéimer. Por eso hará su primer ensayo con humanos con paraplejia o tetraplejia debido a una lesión cervical.

La mente, hasta ahora, se ha comunicado principalmente con los computadores por medio de las manos y los ojos, pero esto tiene la gran limitante de la velocidad de los dedos. Hoy lo hace por reconocimiento de voz, como con Siri y Alexa. En el siguiente paso, la tecnología permitirá controlar con el pensamiento los computadores y todo lo que se conecta con ellos, como carros, drones o robots. Esto requiere una capacidad para leer y escribir en el cerebro.

Además, el computador o microchip tendría que ver lo que sucede en los 100.000 millones de neuronas que conforman este órgano. Cuando esto exista, una persona podrá preguntarle mentalmente a Siri cuál es la capital de Zimbabue y recibir instantáneamente la respuesta con una imagen o texto.

El chip de Musk da un paso en esa dirección, aunque por ahora solo puede leer, no escribir. No obstante, desde hace más de una década los médicos implantan estimuladores de nervios a fin de tratar la sordera, o electrodos en el cerebro para estimularlo y así tratar el párkinson, la epilepsia y el dolor crónico. Asimismo, han hecho experimentos para que quienes tengan parte de su cuerpo paralizado o amputado puedan usar las señales del cerebro para operar el teclado de un computador o controlar las prótesis robóticas.

En 2016, los investigadores reportaron que un hombre logró mover su mano con un implante en el cerebro; y por lo menos una docena de personas que han perdido la sensibilidad en algún miembro han recibido sensores en sus cerebros, tan pequeños como un botón, que les ayudan a recuperar el control en esa parte del cuerpo.

Pero la propuesta de Musk va mucho más allá, pues también quiere mejorar las funciones cognitivas. De hecho, espera que el chip sirva de memoria extendida, incremente la capacidad de foco y permita lograr cosas que hoy parecen inverosímiles como encender el carro con la mente o depositar toda la memoria en un robot.

Aun más, podría servir para aumentar la atención con la ayuda de un chip de concentración, y permitir así concluir proyectos olvidados. Otros imaginan que con estas tecnologías la gente obesa podrá controlar las ansias por comer, lo que no tiene que ver con la voluntad sino con problemas neurológicos. Y si funciona para la comida, también serviría contra el alcohol y las drogas.

Musk ya tiene competencia. El desarrollador Bryan Johnson, fundador de Braintree, creó la compañía Kernel para desarrollar interfaces neurales que traten enfermedades y extiendan las habilidades cognitivas de los humanos. Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, compró en 2019 CTRL lab, que desarrolla interfaces neurales no invasivas para controlar aparatos desde el cerebro.

Synchoron, un rival australiano, implantó a un paciente de 75 años con la enfermedad de Lou Gehrig un dispositivo que le ayuda a operar aparatos electrónicos con el cerebro, y ahora trabaja en la estimulación del sistema nervioso.

Estos desarrollos, sin embargo, no están exentos de dilemas éticos. Algunos creen que al conectar el cerebro al computador, el paciente podría perder una parte de su personalidad. Varias personas que tienen un estimulador en la cabeza ya han manifestado sentirse extraños y “artificiales”. Otros consideran que estas sensaciones no se diferencian mucho de las que sienten quienes toman medicamentos para trastornos de la personalidad como la depresión.

Todo esto parece una idea loca sacada de un episodio de Black Mirror. Pero para el neurobiólogo Rafael Yuste, el mundo está ad portas de un gran salto. “Olvídense del coronavirus, lo que viene con esta nueva tecnología sí que puede cambiar a la humanidad”.