Vida Moderna
Emergencia de falla hepática: los síntomas de un hígado dañado
El hígado limpia la sangre y ayuda a la digestión secretando bilis.
La enfermedad hepática no siempre causa signos y síntomas perceptibles, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
No obstante, si se presentan signos y síntomas de enfermedad hepática, estos pueden incluir los siguientes:
- Color amarillento en la piel y los ojos (ictericia).
- Hinchazón y dolor abdominal.
- Hinchazón en las piernas y en los tobillos.
- Picazón en la piel.
- Orina de color oscuro.
- Color pálido de las heces.
- Fatiga crónica.
- Náuseas o vómitos.
- Pérdida del apetito.
- Tendencia a que aparezcan moretones con facilidad.
Por tal razón, para evitar los daños hepáticos los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) revelaron que hay muchas cosas que se pueden hacer para proteger el hígado de los daños, ayudarlo a sanar y apoyar su función:
- Mantener un peso saludable: se considera un peso saludable aquel que nos permite mantenernos en un buen estado de salud y calidad de vida.
El Ministerio de Salud indicó que para saber si una persona está en un peso saludable, existen algunos métodos confiables. Uno es la determinación del Índice de masa corporal (IMC), que describe la relación entre peso y estatura y para calcular el IMC se necesita conocer el peso y la estatura y se aplica una sencilla fórmula matemática que consiste en dividir el peso entre la estatura al cuadrado: IMC = Peso (Kg) / Estatura al cuadrado (Mt).
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Ejemplo:
Una persona pesa 64 Kg y mide 1.5 metros: 64 / 1.5 x 1.5 = 28.44. Este dato indica el IMC de la persona (28.44) se encuentra en los valores correspondientes a sobrepeso.
Esta formula no aplica a mujeres en estado de embarazo y debe ser ajustada si la persona tiene algún grado de edema (retención de líquido).
Criterios de evaluación del IMC:
Si el IMC es inferior a 18.5, está dentro de los valores correspondientes a “delgadez o bajo peso”.
Si el IMC es entre 18.5 y 24.9, está dentro de los valores “normales” o de peso saludable.
Si el IMC es entre 25.0 y 29.9, está dentro de los valores correspondientes a “sobrepeso”.
Si el IMC es 30.0 o superior, está dentro de los valores de “obesidad”.
- Hacer ejercicio: La Organización Mundial de la Salud (OMS) sugiere realizar actividades físicas aeróbicas moderadas durante al menos 150 a 300 minutos o actividades físicas aeróbicas intensas durante al menos 75 a 150 minutos, o una combinación equivalente de actividades moderadas e intensas a lo largo de la semana.
- Comer bien: una alimentación debe contener frutas, verduras, grasas, carbohidratos y proteínas.
- Limitar el consumo de alcohol: si se bebe alcohol, es mejor hacerlo con moderación. Moderación significa que beber no es intoxicarse (o embriagarse) y que no se consuma más de un trago al día si es una mujer y no más de dos si es un hombre.
- Conocer cómo los medicamentos y los suplementos que se toman pueden afectar el hígado. Algunos medicamentos pueden causar hepatitis con pequeñas dosis, aun cuando el sistema de descomposición del hígado esté normal. Las dosis grandes de medicamentos pueden dañar un hígado normal. Por ello, se debe hablar con un médico sobre todos los medicamentos que se toman.
- Evitar el contacto directo con toxinas de insecticidas, productos de limpieza y otros químicos.
- No fumar.
- Mantener un esquema de vacunación al día, incluyendo las vacunas contra los diferentes tipos de hepatitis.
- Realizarse chequeos anuales. Se debe acudir a un internista, gastroenterólogo o a un hepatólogo para que puedan revisar cómo está el hígado.
De todos modos, lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique que es lo más adecuado para cada persona, pues la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.