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Emilia Clarke publica fotos de cuando estuvo a punto morir durante las grabaciones de Game of Thrones
“Cada minuto del día pensaba que iba a morir”: escribió en una carta a la revista The New Yorker en la que relata cómo sobrevivió a dos aneurismas causados por el estrés. Kit Harington también había confesado días antes los problemas de salud mental que vivió a causa del programa.
“Cuando todos los sueños de mi infancia parecían haberse hecho realidad, casi perdí mi mente y luego mi vida. Nunca he contado esta historia públicamente, pero ahora es el momento”. Así inicia la explosiva carta de Emilia Clarke, una de las protagonistas de la serie Game Of Thrones, publicada el pasado jueves por The New Yorker.
"En algún nivel sabía lo que estaba sucediendo: mi cerebro estaba dañado”
En el texto, que lleva como titular “La batalla de mi vida”, la actriz relata con detalle cómo creyó estar a punto de morir tras grabar la primera temporada de la producción. Según explica, a pesar de la inminente emoción en el mundo por el estreno de la serie, ella apenas podía mantenerse en pie. No sólo estaba aterrorizada por la gran exposición, sino que el estrés que llegó a sentir la obligó asistir a terapia continua para no dejarse llevar por la ansiedad.
“Estaba aterrada por un negocio que apenas entendía, aterrorizada por tratar de hacer valer la fe que los creadores de "Tronos" habían puesto en mí. Me sentí, en todos los sentidos, expuesta. En el primer episodio, aparecí desnuda y, a partir de esa primera figuración en la prensa, siempre me hice la misma pregunta: "Actúas como una mujer tan fuerte y, sin embargo, te quitas la ropa. ¿Por qué” En mi cabeza, respondía: "¿Cuántos hombres tengo que matar para demostrar mi valía? "
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Sin embargo, luego vino lo peor. En uno de los entrenamientos que solía tener con su coach antes de grabar, la inglesa, que apenas tenía 24 años, empezó a sentirse muy cansada. “Sentí como si una banda elástica me apretara el cerebro. Traté de ignorar el dolor y empujarlo, pero simplemente no pude. Le dije a mi entrenador que tenía que tomar un descanso. De alguna manera, casi arrastrándome, llegué al vestuario. En el baño me puse de rodillas y me empecé a sentir violentamente enferma. Los dolores dirigidos, punzantes y constrictivos empeoraban. En algún nivel sabía lo que estaba sucediendo: mi cerebro estaba dañado”, confiesa.
En ese momento intentó recuperar las fuerzas, recordar algunas líneas de su libreto de Game of Thrones pero fue inútil. Entonces, recuerda vagamente que una mujer se acercó para preguntarle si estaba bien. “No, no lo estaba”, le respondió. A los pocos minutos, casi inconsciente, estaba dentro en una ambulancia. Débil y vomitando bilis. Alguien tomó su teléfono y llamó a sus padres y les pidió que fueran de inmediato a la sala de emergencias del Hospital Whittington.
Clarke describe la angustiante operación que vivió y cómo en un instante empezó a cuestionarse sobre todo lo que la había hecho llegar a ese punto de salud
Como al principio los médicos no sabían cuál era el problema no podían administrarle medicamentos para el dolor, pero tras una resonancia magnética, su diagnóstico fue rápido y siniestro: “una hemorragia subaracnoidea (SAH, por sus siglas en inglés), un tipo de accidente cerebrovascular potencialmente mortal. Había tenido un aneurisma, una ruptura arterial. Como supe más tarde, aproximadamente un tercio de los pacientes con SAH mueren inmediatamente o poco después. Y para los pacientes que sobreviven, se requiere tratamiento urgente para sellar el aneurisma, ya que existe un riesgo muy alto de una segunda hemorragia, a menudo mortal. Así que, para vivir y evitar un final terrible, tendría que someterme a una cirugía urgente”, explica.
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En los siguientes párrafos Clarke describe la angustiante operación que vivió y cómo en un instante empezó a cuestionarse sobre todo lo que la había hecho llegar a ese punto de salud. Relata cómo decidió convertirse en actriz, y el estrés emocional que sentía desde que estaba estudiando cuando leía su guion en un escenario. Luego, habla de los trabajos que tuvo que aceptar para pagarse la renta: mesera en un bar, responder llamadas en un call center y hasta indicarle a las personas donde quedaba el baño en un museo oscuro. Había decidido no aceptar ningún papel con el que no se sintiera bien. Finalmente, regresó a Game of Thrones. En la carta explica cómo su agente le propuso hacer una audición para el papel de Daenerys y cómo, tras varias pruebas, lo consiguió.
La recuperación de esa primera cirugía fue difícil, pero Clarke pudo volver a su vida normal. Sin embargo, los médicos le anunciaron que tenía un segundo aneurisma y que debía cuidarse muy bien porque había riesgo de que se rompiera. Así empezó a grabar la segunda temporada de la producción. “No quería que fuera un tema de discusión y disección pública. ¡El espectáculo debe continuar! Pero a menudo estaba tan mareada, tan débil, que pensé que iba a morir”, escribe. “Tomé sorbos de morfina entre las entrevistas. El dolor estaba allí, y la fatiga era el peor agotamiento que había experimentado, multiplicado por un millón. Y, seamos sinceros, soy una actriz. La vanidad viene con el trabajo. Pasé demasiado tiempo pensando en cómo me veía”, confiesa.
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En la tercera temporada volvió a recaer y tuvo que someterse a una segunda intervención. Pero esta vez la recuperación fue peor que cualquier cosa que hubiera soportado. “Pasé un mes en el hospital otra vez y, en ciertos momentos, perdí toda esperanza. No podía mirar a nadie a los ojos. Había una terrible ansiedad, ataques de pánico. Ahora me cuesta mucho recordar esos días oscuros con mucho detalle. Mi mente los ha bloqueado. Pero recuerdo estar convencida de que no iba a vivir. Y, aún más, estaba segura de que saldría la noticia de mi enfermedad. National Enquirer publicó una historia corta. Un reportero me preguntó sobre eso y lo negué. Pero ahora, después de todos estos años estoy diciendo la verdad, porque no soy la única”, concluye.
Ahora, además, decidió compartir las imágenes de su enfermedad. En CBS News habló del proceso, de cómo se recuperó y de los momentos más duros que pasó en el hospital. En las fotos aparece demacrada, con cables en la cabeza y muy enferma.
Pero Efectivamente Clarke no es la única. Si bien ninguno de los actores del reparto ha confesado pasar por una situación tan dramática como esta, hace pocos días, Kit Harington, quien interpreta a Jon Snow, confesó que también tuvo que ir a terapia para mantener su salud mental. "Sentí que tenía que ser la persona más afortunada del mundo, cuando en realidad me sentía muy vulnerable. Pasé un mal momento en mi vida", reconoció una entrevista con la revista Variety.
Según él, empezó a obsesionarse por lo que la gente pensaba de él y con el hecho de no saber si su personaje realmente moriría o no. “Tienes gente preguntándote por la calle ‘¿Estás muerto?’, y al mismo tiempo tienes que guardar las apariencias. Aumentan todas tus manías y yo soy muy maniático,”, dice.
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Isaac Hempstead Wright, actor que interpreta a Brandon Stark en la serie, también manifestó que la fama que le llegó con la serie no le deja vivir una vida normal. En una entrevista con el diario The Telegraph dijo que desde que el publico supo a cual universidad asistía para tomar clases de música y matemáticas, tiene que andar con una escolta de la policía para poder escabullirse de sus fans que lo acosaban a diario. A pesar de esto, continuará con la actuación.
No pasó igual con su colega Jack Gleeson, Joffrey Baratheon en la serie, quien decidió retirarse de la actuación definitivamente cuando su personaje en la serie murió. En su momento señaló a la prensa que estaba agotado de ser actor.
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Las confesiones de los artistas coinciden con el preámbulo de la última temporada de la serie que se estrenará el próximo 14 de abril. En esta última entrega, que será mucho más corta que los demás, los capítulos serán más largos de lo normal y los protagonistas finalmente deberán enfrentar a los caminantes blancos.