PSICOLOGÍA
Es mejor tener tiempo que plata
Quienes creen que ganar dinero trae más felicidad están equivocados. Un reciente estudio dice que tener más momentos libres da más satisfacción.
Una de las decisiones más difíciles es optar entre dos recursos limitados: tiempo y dinero. Es un dilema porque casi nunca van juntos. El ejemplo más común es el dilema de aceptar o no una oferta de trabajo bien remunerado a cambio de sacrificar fuertemente el tiempo libre. En esa disyuntiva está Carolina, una abogada de 28 años, casada y sin hijos, que no sabe si asumir una promoción en el bufete en el que trabaja. Hacerlo sería tener más plata en el bolsillo pero implicaría decir adiós a las salidas temprano y a los domingos en casa.
Hal Hershfield, psicólogo de la Universidad de California en Los Ángeles (Ucla), considera que la gente vive a menudo en encrucijadas de este tipo: ¿se debe pagar más por un vuelo directo para llegar más pronto a un destino? ¿Vale la pena un seguro más alto para tener la posibilidad de recibir mejores cuidados médicos y vivir más? Hershfield hizo un estudio con más de 4.000 personas de diferentes edades, salarios, profesiones y estado civil, a quienes preguntó si preferían el tiempo al dinero, o viceversa, para determinar cuál de las dos opciones les traía más felicidad. En cinco sondeos, la mayoría (64 por ciento de la muestra) prefirió más dinero que tiempo. Sin embargo, “quienes prefirieron el tiempo al dinero fueron más felices”, dijo Hershfield a SEMANA.
Para Hershfield era posible que quienes habían escogido el dinero lo hubieran hecho por estar en una estrecha situación económica. Pero al controlar variables como la cantidad de tiempo libre y cuánto apreciaban las posesiones materiales resultó que no. De dos personas con estilos de vida muy similares, la que escoge tener más tiempo está más satisfecha que quien prefiere el dinero, concluyó el trabajo, publicado en la revista Social Psychological and Personality Science.
Aunque a muchos les sorprende este resultado, estudios anteriores habían mostrado que la relación entre dinero y felicidad existe, pero es muy débil. Según Andrés Aljure, asesor y profesor de comunicación y felicidad, la plata tiene un impacto más fuerte en el bienestar del individuo cuando este no ha satisfecho sus necesidades básicas. Pero a partir de cierto punto, que en Estados Unidos se establece en 75.000 dólares anuales, más dinero no genera mucha más felicidad. Por eso para alguien de bajos recursos, un mayor ingreso es motivo de dicha y una buena razón para sacrificar su tiempo.
Aljure explica que el tiempo, por el contrario, tiene una relación estrecha con la felicidad, en la medida en que ofrece la oportunidad de pasar momentos con la gente o en el desarrollo personal, temas que generan más satisfacción, lo que no pasa con los bienes materiales porque ellos caducan y las experiencias no. “Un objeto pasa de moda o se daña y así no cambie, la gente tiende a adaptarse a él, mientras que las experiencias se pueden recordar toda la vida y producen satisfacción cada vez que se recrean en la mente, porque reviven momentos valiosos”, señala Aljure.
Aunque la gente percibe ambos recursos como escasos, el tiempo tiene más valor porque “si no consigo plata hoy, puedo hacerla mañana pero no puedo recuperar el tiempo que no pasé con mi hijo de 5 meses”, dice Aljure. Los momentos vividos están siempre asociados a significados personales y evocan recuerdos cargados de emociones. La psiquiatra Yahira Guzmán señala que por naturaleza los seres humanos lo necesitan para proteger a la familia y estar con los hijos, pero también es importante trabajar. “El dilema es cómo hacer las dos cosas. En Colombia el ingreso económico es tan bajo, que la gente prioriza y sacrifica el tiempo en el trabajo para darle mayor bienestar a su familia”.
Lo mismo observa la coautora del estudio de Hershfield, Cassie Mogilner Holmes, quien ha indagado sobre cómo gastar bien el tiempo. “Sabemos que la gente que tiene conexiones significativas es más feliz y mientras más tiempo pase con sus parejas o amigos, mayor será su bienestar”. Pero en un estudio publicado en 2011 en Journal of Consumer Psychology, la experta notó que la gente toma decisiones más por el dinero que por el tiempo. Cuando piensa en riqueza, la gente trabaja más y eso impacta su habilidad para disfrutar pequeños momentos. Pero si se les promueve pensar en el tiempo, privilegian fomentar las conexiones sociales. “Pensar en el tiempo tiene un efecto fundamental en cómo la gente se comporta”, dice la experta.
Ashley Whillans, de la Universidad de British Columbia en Canadá, también concluye eso pero además anota que a medida que pasan los años la gente tiende a valorar más el tiempo porque “quiere pasar su vida haciendo cosas significativas y no solo dinero”, dice. En el estudio, hecho con más de 4.600 participantes, preguntó si preferían comprar un apartamento muy costoso pero más cerca al trabajo o uno más barato pero más lejos, o si preferían estudiar una carrera que les reportara un mejor sueldo pero menos tiempo o una que diera menos dinero pero más tiempo. “Tener más tiempo libre resultó ser más importante para la felicidad de la gente”, dice Whillans, quien publicó su trabajo en el Journal of Social Psychology and Personality Science.
Aljure señala que muchos pueden ver un costo de oportunidad en asumir más responsabilidades por mayor salario, porque son muy productivos y les sobra tiempo. Con él coincide Hershfield, quien señala que en el caso de Carolina, aceptar el trabajo “puede ser la decisión acertada, especialmente si el dinero extra se usa para hacer cosas divertidas con su esposo en el tiempo libre”. Pero si la gente se quiere enfocar más en tiempo que en dinero, debe cambiar sus prioridades y trabajar menos, o aprovechar el teletrabajo para evitar ir de una lado para otro o pagarle a otra persona para que haga lo que no puede.
La lección más importante es que es posible escoger entre esas dos variables, tener más tiempo y decidir cómo gastarlo mejor es lo que realmente promueve bienestar en la vida. El mismo Hershfield, cuando se enfrentó a la posibilidad de dar una charla el fin de semana lejos de su familia y su recién nacido, prefirió decir adiós a unos dólares con tal de arrullar a su bebé. Después de todo, nadie se ha arrepentido en su lecho de muerte de no haber pasado más tiempo en la oficina.