La vida me enseñó

“El párkinson es un señor que saco a bailar de vez en cuando”: Antanas Mockus

El ex alcalde, ex candidato presidencial y senador de la república habló de su enfermedad, de su madre Nijole, quien murió recientemente, de las cosas que lo hacen feliz y de sus logros en la política. Para él, el más grande ha sido que la gente aprenda a ver lo que no miraba antes.

10 de marzo de 2019
En entrevista con SEMANA, el profesor Antanas Mockus habla de las enseñanzas que le ha dejado la vida. | Foto: Guillermo Torres

He aprendido a manejar un gran pesimismo con un gran optimismo. Una vez publiqué un pasquín que se llamaba El balde y cuyo lema era “no escupa en el piso, escupa en el balde”. Eso fue a los 21 años, me gustaba mucho el humor negro. Parte de las dificultades de mi primer matrimonio se debieron a eso. Yo, por hacer un buen chiste, producía todo un día de descontento en la contraparte.

Me dejé tentar a participar en la vida política.  Hubo una especie de vocación. Era estar en la innovación, en la reinterpretación, en el cambio de los juegos de lenguaje, es parte de lo que me ha caracterizado. Era acuñar cosas como “la vida es sagrada”, pero también tuve la suerte de haber estado en el lugar indicado, a la hora indicada.

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En la vida se necesita algo de suerte. Uno no debe tener solo vocación. Uno ve pasar una oportunidad y no la toma. Y uno la ve en otro momento y ya no funciona. El afecto, la esperanza, el optimismo producen circunstancias favorables para hacer las cosas bien.

Los colombianos somos buenos alumnos. Ahora, a veces nos gana la desconfianza. Mi pelea más reciente es contra la desconfianza. De pronto esta se pierde por alguna bobada, porque metió la pata. La destrucción de confianza es lo que más me duele. El  milagro es sobrevivir en medio de una sociedad con tanta desconfianza. Lo que más amo, lo que más agradezco es la confianza; desconfiar es el infierno. La desconfianza es una enfermedad peor que el Párkinson.

Del Párkinson he aprendido que uno tiene un cerebro que es un aparato delicado con cantidad de miles de conexiones que si fallan le empieza a uno a temblar el cuerpo o a quedarse congelado. Me acuerdo que la primera neuróloga que me vio me dio un consejo que hasta ahora estoy empezando a aplicar, es decir, 10 años más tarde. Me dijo que cuando me quedara congelado girara.

De pelado era un poco tartamudo, entonces esto es como recuperar en parte la infancia. La gente dice no hable de eso, no subraye eso, pero yo lo saco a bailar. El Párkinson es un señor que de vez en cuando saco a bailar y que me ayuda, me da pistas sobre qué es voluntario y que no es. Ahora tengo una clase de canto con una frecuencia de dos o tres veces al mes. El canto me ayuda mucho, hablar pasito me ayuda montones. La gente me entiende y no tartamudeo cuando hablo así. Regalos de la vida.

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El artista favorito de mi esposa es Miguel Bosé, y por la vía de ella he aprendido a apreciar bastante a Bosé, no solo en su canto sino en su manera de ser, muy independiente y muy él mismo. En otro tiempo oía mucho a Atahualpa Yupanqui,  un poeta completo. Los Beatles, obviamente.

Los momentos que más me traen felicidad son cuando siento que la gente ha comprendido algo, y siento que puedo entenderme con cualquier colombiano. Tengo que cuidarme de la modestia y de la falsa modestia. Pero recuerdo que cuando hicimos la noche de las mujeres eso fue un batacazo mundial. En muchos países las personas se interesaron, participaron, interpretaron.  ¿Qué más puedo pedir yo?

Pertenezco mucho a Colombia. El exilio para mí sería absolutamente inaceptable. Uno es de dónde es y echar algo de raíces no es malo. La vida se vuelve más bella cuando uno hace las cosas bien. La oportunidad de pensar bien del otro hoy es una maravilla.

El filósofo Heidegger dice que uno normalmente cuando trabaja como carpintero no mira el martillo, mira la madera, mira el clavo y solo si el martillo se rompe uno descubre el martillo, se da cuenta de que estaba trabajando con el martillo y que era clave en su trabajo. Entonces hay una cantidad de cosas que están a la mano, no ante la vista. Parte de lo que he hecho es lograr que la gente mire lo que no miraba normalmente. Yo creo que el siglo XXI, la atención que preste la gente será el bien más valioso de la humanidad.

Una vez un profesor me regaló un libro con una dedicatoria que decía: “para el día más feliz de tu vida”. Era el dia de mi primera comunión. Tenía 12 años, no hice la primera comunión con los compañeritos que la hicieron a los 8 o 10, pero me sentía orgulloso porque era una primera comunión preparada, y el que que me preparó fue un sacerdote con doctorado en psicología en Alemania. Entonces tuve la mejor información. Debo confesar que me creó ciertos conflictos, pero esos conflictos curiosamente terminaron salvándome de ciertas cosas y tal vez cayendo en otras.

Afortunadamente a mi  no me toqueteó ningún sacerdote. No sé qué hubiera hecho, de pronto habría hecho una denuncia pública. Pero hubo respeto. Tengo huellas, fíjese que sigo hablando de eso después de tantos años. Ahora, no soy un buen cristiano, no voy a misa, voy a los entierros y muy a veces a los bautizos, pero es una tradición que marca nuestra cultura. Trabajar en la cultura colombiana es tocar la raíces que compartimos. Hay gente que subestima la fuerza de la tradición católica. Yo  creo que si hubiera una discusión honrada de la influencia de la religión católica sobre el Eln, eso podría ayudar a destrabar el proceso.

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Me ha enseñado en la vida estar en el sector público pero también he aprendido de la vida privada. Y de la gente. El juego enseña mucho. Me gusta que en mi equipo haya gente juguetona.

No le hagamos pistola a la paz fue un trabajo lindisimo en el que participaron 15 personas. De objeción en objeción terminamos con  dos frases: “de las armas líbranos señor” y “no le hagamos pistola a la paz”. A veces pienso que la última frase que digo es la que sale bien. He tenido un apoyo del equipo impresionante, es bonito porque hace años tuve la idea de que se podía hacer política a punta de videos, se va creado una comunidad invisible que valora la imaginación, que es gente que tiene cosas por decir pero además sabe que las puede decir bellamente, poniéndonos atención mutuamente  vamos a ser parte de esa humanidad que está saboreándose esas creaciones que se dan por ahí.

Lo que debemos aprender los colombianos lo planteó Gabo muy bien. Tenemos una creatividad pavorosa pero no confiamos suficientemente en que podemos utilizarla bien y la utilizamos mal. Es terrible tenerle que recordar a la sociedad que por diferencias políticas no se puede matar. De hecho, el proceso de paz es política sin armas.

Nijole es una película que se estrena esta semana, hecha por un italiano, una película en la que trabajan muchas personas. Es una obra colectiva y cada detalle es responsabilidad de una persona,  es una maravilla de coordinación. Nijole quiso filmar y uno de sus últimos deseos fue filmar ella una escena que se pilló, fue algo que ninguno de nosotros había reconocido. El  artista enseña a ver. No sólo muestra sino que educa la mirada.

Me gustaría que me recordaran con la frase “estas no fueron vidas en balde”. Esa pesa está muy linda (lo dice mirando una pesa en forma de balde en el estudio de grabación). Esto le hubiera gustado a mi madre. El arte es en balde. A ti, Nijole!