El Alzheimer generalmente puede afectar desde los 60 años.
El Alzheimer generalmente puede afectar desde los 60 años. | Foto: Getty Images / Yoshiyoshi Hirokawa

Vida Moderna

Enfermedad de Alzheimer: consejos de expertos para prevenir la pérdida de memoria y mejorar la función cognitiva

Hábitos sanos pueden ayudar a retrasar el inicio de esta enfermedad.

22 de febrero de 2023

El Alzheimer es una enfermedad que afecta el cerebro. Es el tipo de demencia más común en el mundo. Es una afección que inicia paulatinamente, afectando las áreas del cerebro que controlan la memoria, el lenguaje y el pensamiento. Luego, con el paso del tiempo quienes la padecen pueden no reconocer a sus familiares y depender completamente de otra persona para los cuidados diarios.

Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) explican que los expertos aún continúan investigando sobre cómo se origina el Alzheimer en las personas.

“Es probable que los cambios en el cerebro puedan comenzar una década o más antes de que aparezca algún síntoma. Durante esta etapa sumamente temprana de la enfermedad de Alzheimer, se están produciendo cambios tóxicos en el cerebro, incluso las acumulaciones anormales de proteínas que forman las placas amiloides y ovillos de tau. Las neuronas, que anteriormente eran sanas, dejan de funcionar, pierden conexiones con otras neuronas y mueren”.

No existen métodos que garanticen que no se padezca esta enfermedad. Sin embargo, los expertos de Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación señalan que el ejercicio físico es una herramienta que puede tener múltiples beneficios para la salud, dentro de los que se destacan el fortalecimiento de los huesos, la reducción del estrés y la salud del cerebro.

“Los estudios demuestran que las personas que son físicamente activas son menos propensas a presentar un deterioro de la función mental y tienen un menor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. La actividad física es uno de los factores de riesgo modificables conocidos para la demencia. Además, hacer ejercicio en forma regular ayuda a combatir otros factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer, como la depresión y la obesidad”, puntualizan.

Un grupo de jóvenes realiza ejercicio físico en el gimansio
El ejercicio físico tiene efectos en la salud mental. | Foto: Getty Images

Teniendo en cuenta esto, la entidad de salud recomienda realizar de 30 a 60 minutos de ejercicio físico a la semana. Hacer esto ayuda a mejorar la memoria en personas con Alzheimer o con un deterioro cognitivo leve. Asimismo, puede ayudar a retrasar el inicio de esta enfermedad.

Es importante tener en cuenta que para ejercitarse no es necesario acudir a un centro deportivo o aun gimnasio. Caminar, practicar un deporte, trotar, correr, bailar, etc, son algunas de las opciones que las personas pueden elegir para ejercitarse y contribuir a la salud del cerebro.

Bondades y aspectos a tener en cuenta a la hora de correr u otros ejercicios.
Trotar o caminar también son opciones para ejercitarse. | Foto: Getty Images / The Good Brigade

La Organización Mundial de la Salud señala otros de los beneficios que la actividad física tiene para la salud de las personas:

  • Efectos positivos para la salud cardíaca.
  • Contribuye a la prevención de enfermedades no transmisibles como el cáncer.
  • Disminuye los síntomas de ansiedad y depresión.
  • Mejora el bienestar general.
Alzheimer
Las personas con Alzheimer en una etapa avanzada requieren de la ayuda de otra persona para la rutina diaria. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Alimentos para fortalecer la memoria

Una dieta balanceada es vital para el bienestar integral del organismo. Según el portal web Hola, la falta de alimentos y hábitos saludables para el cerebro pueden provocar afectaciones en el sistema nervioso. Por eso incluir ciertos alimentos en la rutina diaria contribuye a un buen funcionamiento del cerebro y de la memoria:

  • Aminoácidos: pavo, almendras, cebolla, pescado, arroz, lechuga, legumbres, zanahoria, carnes rojas, espinacas, berenjenas, brócoli, habas, queso, tomate, leche, calabacín y trigo.
  • Omega-3: mariscos y pescados como el atún, salmón y sardina. Aceite de oliva, leche, huevos, semillas de chía y nueces.
  • Omega 6: todas las semillas y los aceites derivados semillas como el girasol y el maíz. Los frutos secos son ricos en omega 6, las almendras, avellanas, pistachos, quinoa y cacahuetes.

En caso de requerir mayor información sobre cómo alimentarse lo recomendable es consultar a un nutricionista para recibir la información profesional adecuada.