Entrevista
"Hay más corrupción hoy porque los impuestos son más altos y hay más para robar": Donadío
Alberto Donadío fue homenajeado recientemente por sus más de 40 años en el ejercicio del periodismo con el premio Simón Bolívar a la vida y obra. SEMANA lo entrevistó con ocasión de ese galardón.
Para muchos no fue una sorpresa que el premio de periodismo Simón Bolívar destacara la vida y obra de Alberto Donadío, uno de los pioneros del periodismo investigativo en América Latina. Junto con Daniel Samper y Gerardo Reyes formaron una unidad en El Tiempo que les permitió ejercer el periodismo veedor y fiscalizador de los poderes públicos, con el que descubrieron escándalos financieros como el del Grupo Gran Colombiano. Lo que sí sorprendió fue verlo en Bogotá, una ciudad que no visita desde hace años por motivos de salud. Llegar acá significó un viaje por tierra desde Bucaramanga, Puerto Boyacá, Guaduas, Villeta, hasta San Francisco, arriba de La Vega. El jueves en carro llegó hasta el teatro y solo permaneció allí el tiempo de la premiación.
Esa noche, este abogado y periodista habló de sus 45 años en el ejercicio de esta labor que abrió camino a muchos, pues desde la Unidad investigativa de El Tiempo logró que los tribunales reconocieran el derecho de acceso a los documentos oficiales. “Somos los abuelos del derecho de acceso y del derecho de petición”, dijo en su discurso. Dice que cuando Hernán Echavarría Olózaga lo llamó a su oficina para denunciar los entuertos del grupo Gran Colombiano él no sabía ni siquiera que era un encaje bancario. “Pero Don Hernán me dijo que él me enseñaba y aquí estoy cuarenta años después porfiando con los fraudes de las libranzas y la estafa de InterBolsa”.
SEMANA habló con él sobre una vida dedicada al periodismo, sobre la corrupción y sobre qué ha significado la incursión de las redes sociales en el oficio.
SEMANA: Es toda una vida dedicada a este oficio. ¿Qué satisfacciones le ha traído?
Alberto Donadío: Poder ayudar a mucha gente víctima de abusos, atropellos y otras iniquidades y defender causas ambientales y sociales. En el fondo he sido un abogado que ejerce a través de la prensa, no en los estrados judiciales. Poder dar voz a los que no la tienen es la razón de ser especial del oficio, lo que lo eleva. La sola transmisión de noticias no es suficiente. He conocido infinidad de personas decentes, honorables, honradas, simpáticas, llenas de virtudes, que han sido ultrajadas por los poderes públicos y privados. Conocer de cerca a esas personas ha sido una gran recompensa y de manera general poder dictar sentencia diciendo ‘esto es así y aquí están las pruebas, de manera independiente e irrefutable‘, esa la otra motivación para ahondar en asuntos muy complejos y alcanzar conclusiones.
SEMANA: En estos años la tecnología ha irrumpido en el oficio. ¿Ha sido para bien o para mal?
A.D.: Para bien en cuanto permite investigar aun si uno vive fuera de Bogotá y porque los archivos digitales son más fáciles de usar que los de papel. Pero las redes sociales volvieron a todo el mundo director de un medio de comunicación, cosa que es dañina y flagrantemente absurda. Es como si todo el mundo se pudiera convertir en cardiólogo, astronauta o pianista.
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SEMANA: En su discurso habló de las tres claves del buen periodismo. Primero: El hecho debe ser de interés público. Segundo: Alguien quiere mantenerlo oculto. Tercero: Es el periodista quien lo descubre. ¿Hoy siguen siendo un faro?
A.D.: Hay más compromiso de periodistas independientes que de los medios, que usualmente son solamente plataformas pasivas. Pero habrá siempre personas que quieran descubrir y denunciar las arbitrariedades. El gran heraldo del periodismo investigativo fue E.D. Morel, empleado británico de una naviera belga. Notó que los barcos que viajaban al Congo iban cargados de armas y municiones y regresaban casi vacíos. Sus sospechas, hace más de 100 años, permitieron conocer las atrocidades ordenadas por el rey Leopoldo de Bélgica, que llevaron a la muerte de millones de personas. La sed de verdad y justicia nunca se apaga.
SEMANA: Usted fue uno de los primeros periodistas en formar una unidad investigativa en Colombia y gracias a eso destaparon escándalos como el de Jaime Michelsen. Pero también se ha dedicado a temas de corrupción más recientes como el de InterBolsa. ¿Qué piensa de la corrupción en Colombia? ¿Ha valido la pena tanto esfuerzo o es frustrante ver que no para? ¿Algún día disminuirá?
A.D.: Hay más corrupción hoy porque los impuestos son más altos y por ende hay más para robar. Pero corrupción siempre hubo muchas. Sin embargo, cuando empezamos con Daniel Samper Pizano las denuncias tenían más impacto. Los escándalos de corrupción no se iban tapando unos a otros como ahora, llevando a que la opinión pública sufra de fatiga del material pues es imposible seguirles la pista a todas las fechorías. La corrupción solamente disminuirá si los ciudadanos exigimos menos impuestos.
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SEMANA: ¿Cómo fue esa colaboración entre usted y otra gran periodista, Silvia Galvis? ¿Cómo se alimentaban ustedes para producir libros? ¿Cómo se inspiraban?
A.D.: El premio que me dieron es también para Silvia porque sin el estímulo de Silvia y la campana neumática en que vivíamos en armoniosa coincidencia, no habría tenido yo el impulso y la perseverancia para seguir investigando y escribiendo. Los dos teníamos ya inclinaciones formadas, algunas las desarrollamos conjuntamente en libros, otras en libros individuales. Era difícil creer que pudiéramos ser los dos irreverentes para el mismo lado, anticlericales contra los mismos curas (aunque Silvia me ganaba), que tuviéramos casi el mismo grado de indignación frente a personajes públicos (léase forajidos del Capitolio o de los partidos), pero fue cierto. Si desde la muerte de Silvia he seguido escribiendo un libro al año es para rendir homenaje a Silvia, pues nos conocimos y a poco nos dedicamos a escribir libros. Y para mantener el diálogo entre los dos, porque puedo imaginar los comentarios de Silvia sobre muchos temas y personajes. Almas gemelas en el espíritu y en los libros: parece no ser posible, pero sí lo fue.
SEMANA: ¿Qué le falta al periodismo en Colombia?
A.D.: Más reportería, pero de la buena, más datos, más precisión, más edición, más reporteros veteranos. Si hay sardinos tiene que haber catanos.