GÉNERO
“Padres no tengan miedo, ser transexual es normal”: Nacho Vidal
El reconocido actor porno contó detalles conmovedores de lo que ha sido acompañar a su hija de nueve años en el tránsito de hombre a mujer. Habla de los prejuicios y le pide a los cristianos que traten a los otros como iguales. Exclusivo Semana.com.
Hace unos meses el actor porno Nacho Vidal apareció en un video para apoyar la campaña ‘No hay huevos’, de Chrysallis. Se trata de un programa que recauda dinero para ayudar y asesorar a padres con niños transexuales.
“¿Cuándo fue la última vez que algo se te salió de los mismísimos huevos?”, pregunta el español en video. Luego enumera a varios personajes que con valentía se atrevieron a pensar y a actuar de una forma distinta: Nicolás Copérnico, cuando afirmó que la tierra era redonda; Katherine Switzer, la primera mujer en correr una maratón a pesar de los insultos y ataques de machistas; y Martin Luther King, quien levantó la voz por los derechos de los afrodescendientes.
Vidal los compara con aquellos que, a pesar de lo que digan todos, se han atrevido a gritar con todas sus fuerzas que son hombres o mujeres, sin importar lo que tengan entre las piernas.
El empresario quiere difundir este mensaje porque él mismo sintió miedo cuando descubrió que su hijo Ignacio era transexual. Gracias a la guía de los psicólogos, pudo acompañar en ese tránsito a quien hoy es Violeta.
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Semana.com: ¿Cómo descubrió que Violeta era transexual?
Ignacio Vidal: Desde que mi hija tenía tres años siempre decía ‘¿Por qué me dicen Nacho si soy una niña?’. Y León, mi hijo menor, también me decía ‘Nacho quiere ser niña’. Violeta era siempre muy dulce, muy femenina. Le gustaba usar los zapatos y el maquillaje de la mamá. Llegué a pensar que era homosexual, pero nunca se me pasó por la cabeza que quisiera ser transexual.
"Ella no tiene ningún problema, el problema lo tiene la sociedad".
A los seis años ya era evidente que quería ser mujer. En el colegio se juntaba con niñas, y sus amiguitas le decían que era una niña. Pero yo seguía pensando que era homosexual, hasta que un día ella estaba viendo el documental sobre Jeffrey, un niño de seis años que quería ser mujer. Entonces Violeta le dijo a la mamá ‘me pasa lo mismo que ese niño, nací con cuerpo de niño, pero soy niña’.
Semana.com: ¿Cómo identificó que su hijo era transexual y no homosexual?
I.V.: Un homosexual es una persona que se siente atraída sexualmente por alguien del mismo sexo. Un transexual es un niño que está convencido que es niña, pero no necesariamente es homosexual, puede ser heterosexual, bisexual, u homosexual. Es decir un transexual es una niña con pene o un niño con vagina. Eso es mi hija.
"Un transexual es una niña con pene o un niño con vagina. Eso es mi hija".
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Semana.com: ¿Qué decisión tomaron con su esposa, Franceska Jaimes?
I.V.: Se prendieron todas las alarmas porque no entendíamos muy bien. Fuimos a los psicólogos, nos informamos y después de varias consultas Violeta me llamó un día al celular y me dijo ‘papá yo no quiero ser niño, yo quiero ser niña. Yo soy una niña’. La psicóloga nos dijo que la niña tenía todo muy claro, que los únicos que teníamos dudas éramos nosotros, los padres.
Semana.com: Después de aclarar esas dudas, ¿qué hicieron?
I.V.: Fuimos también al colegio y hablamos con los profesores y nos dijeron que ya sabían, que para ellos no era ninguna sorpresa, que su comportamiento siempre había sido así. Hasta las amigas siempre decían que era una niña.
"La psicóloga nos dijo que la niña tenía todo muy claro, que los únicos que teníamos dudas éramos nosotros, los padres".
Entonces me la llevé a comprar ropa de niña. Le cambiamos todo el closet. No sabes lo feliz que estaba; se reía, miraba las faldas, las blusas, los zapatos. Era una locura todo. Esa noche le dijimos que no podía usar esa ropa para ir a la escuela al día siguiente porque en el colegio de pronto sus compañeros no iban a entender.
Pero en la mañana, cuando se iba a cambiar, montó en cólera, estaba decidida a que no se iba a vestir como un niño. Yo le dije ‘hija mía vístete como te dé la gana, pero cuando vayas a la escuela, los niños no van a entender tu cambio de un día para otro, y puede ser que se burlen de ti‘. Me contestó: ‘Me da igual lo que me digan. Yo me siento muy bien así, yo sé quién soy’. Así que le dije que bueno, que si lo tenía tan claro que lo hiciera. Y se puso su falda, su blusa, sus medias. Cuando estuvo lista nos fuimos para el colegio.
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Semana.com: Los niños pueden ser muy crueles, seguramente Violeta tuvo que enfrentarse a las burlas de sus compañeros…
I.V.: Claro, cuando llegó al salón hubo risas. Pero la profesora lo trató muy bien; hizo que todos se levantaran y les preguntó a los chicos que se burlaban: ‘¿qué traes puesto?’. ‘Pantalón’, contestaban. Ella dijo: ‘Yo soy mujer y uso pantalón. Es la última vez que se burlan de alguien por su forma de vestir’. Les habló con firmeza. Ahí se acabó la bronca. Todo eso pasó cuando ella tenía seis años. Violeta ha ido creciendo, va a cumplir 10 años en junio, ella es feliz. Ella no tiene ningún problema, el problema lo tiene la sociedad. Ella tiene muy claro lo que es y nosotros, sus padres, sabemos que no es una enfermedad. Se nace así y punto. Al final, todos somos iguales a los ojos de Dios.
"Yo le dije ‘hija mía vístete como te dé la gana, pero cuando vayas a la escuela, los niños no van a entender tu cambio".
Semana.com: ¿Cómo se comportaron los padres de los amigos de Violeta?
I.V.: Todas las personas cercanas han sido muy amables. Saben que es algo natural, que no se contagia. Y saben que es una niña. Que un niño tenga la identidad de otro género no significa que quiera tener relaciones sexuales a esa edad o que pueda contagiar al otro de algo.
Semana.com: ¿Piensa que Violeta ha sufrido en este proceso?
I.V.: Los padres son los que más sufren porque los niños tienen todo muy claro. Ellos no tienen temor de decir lo que sienten. Yo le decía ‘hija, ¿no sientes vergüenza?, ¿no te da miedo que se burlen de ti?‘ Y ella me contestaba ‘¿Pero de qué estás hablando? ¿Por qué vergüenza?’. Ellos te dan una lección.
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Semana.com: ¿Usted cómo lo sufrió?
I.V.: Yo sentí mucho miedo porque sé cómo es la sociedad. Hay muchos que se hacen llamar cristianos y de cristianos no tienen nada, porque no actúan como decía nuestro señor Jesucristo, no tratan al otro como igual. Hay discriminación por muchos lados. La gente cree que es un virus que se arregla con electrochoques, a punta de bofetadas, o a punta de prohibiciones. Piensan que el niño va a dejar de ser transexual si le prohíbes jugar con muñecas.
"Hay muchos que se hacen llamar cristianos y de cristianos no tienen nada, porque no actúan como decía nuestro señor Jesucristo, no tratan al otro como igual".
Semana.com: ¿Y su esposa cómo lo ha tomado?
I.V.: Ella quiere ser más sobreprotectora. Queremos cambiarla de colegio y ella dice que no porque la niña ya se había adaptado al colegio. Entonces le dije que no voy a mandar a mi hija a un colegio con la motivación de si es o no transexual. Yo quiero la mejor educación para mi hija y si en otro colegio se la van a dar, pues a ese lugar voy a ir. Yo no le voy a poner barreras, porque para mí es una niña y la persona que no la quiera ver como tal, pues bueno el problema es de él.
Semana.com: ¿Han tenido barreras con los colegios?
I.V.: Gracias a Dios estamos en un país donde se ha avanzado mucho, creo que todo el mundo tiene derecho a la educación, independientemente de su identidad sexual. La educación en España trata de ser muy diversa, muy abierta. Les explican a los niños estos temas con cartillas, con dibujos, de acuerdo a su edad y por eso no hemos tenido inconvenientes.
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Semana.com: Desde que se involucró con este tema, ¿qué otros prejuicios ha encontrado?
I.V.: Cosas graves. Hay personas que no quieren enviar a sus hijos a un colegio porque hay un profesor homosexual. Piensan que lo van a contagiar, que es un vicioso, un pervertido, solo porque es homosexual. Pero no piensan en que es una persona que se preparó, que es inteligente, que es dedicado. Si fuera así como esto funciona, en todos los colegios religiosos los niños se volverían curas.
Semana.com: En algunos países la aceptación a los homosexuales es mejor que la de los transexuales. ¿En España cómo se vive?
I.V.: Justo por eso tenía miedo. En mi país ya no existe discriminación contra los homosexuales. Están en televisión, tienen buenos trabajos, son personas muy preparadas, profesionales con empresas muy creativas, elegantes; no los rechazan. Ahora España es de mente abierta, pero con los transexuales no. Espero que pase lo mismo con la transexualidad, que es algo que ha estado escondido y que está saliendo del armario.
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Semana.com: ¿Cuál es su opinión sobre el silencio de los padres cuando tienen hijos transexuales?
I.V.: Los que esconden a sus hijos, los que los reprimen, los que los golpean, terminan haciendo que su hijo se suicide. Hay muchos niños que en vez de recibir el apoyo de los padres, reciben maltrato, amenazas, insultos, los mismos padres los rechazan. Estos niños crecen reprimidos, con depresión, son presas fáciles del suicidio.
"Los que esconden a sus hijos, los que los reprimen, los que los golpean, terminan haciendo que su hijo se suicide".
Semana.com: ¿Qué piensa sobre proporcionar hormonas y bloqueadores a los menores que son transexuales?
I.V.: Mi hija todavía no los toma; no tiene la edad. Después de los 12 años podrá empezar con el tratamiento y yo la apoyaré. Si se da ese acompañamiento a los niños entonces se podrían prevenir traumas y futuras cirugías porque no les va a cambiar la voz, no les va a salir vello, no les va a salir pecho. Se trata de respetar al otro. Desde que no les hagan daño a los demás, que hagan lo que quieran. ¿Qué clase de hijo de puta puedo ser si no dejo que mi hijo sea quien quiere ser? Yo ya tengo un pene hice lo que se me dio la gana con él, que ellos hagan lo que quieran con lo suyo.
Semana.com: Suponemos que también está de acuerdo con las cirugías…
I.V.: ¡Uff! Cada cuál es libre, cuando alguien sea mayor de edad para tomar esta decisión pues que lo haga. Es una cirugía que a mí me cae pesada porque es muy fuerte. Mi hija no se quiere operar, no ha sentido la necesidad porque ha sido aceptada. Quizá más adelante por la presión social decida hacerlo, pero es algo de ella. A mí no me gustaría, pero no puedo prohibírselo.
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Semana.com: ¿Piensa que ahora los niños y los adolescentes tienen una búsqueda de la identidad sexual más temprana?
I.V.: Pues mira personas de mi edad (43) o mayores que yo buscaban esa identidad cuando eran niños. Pero si descubrían algo distinto, los padres les pegaban, no los aceptaban. Esa búsqueda siempre estuvo, solo que la expresión o la exteriorización de eso era reprimida.
Semana.com: Muchos afirman que ahora los niños son más precoces, ¿le parece cierto?
I.V.: No se puede generalizar, todos son distintos. Yo tuve mi primera experiencia sexual a los ocho años. Tengo amigos que la tuvieron después de los 20. Eso depende de cuándo se le despierte la curiosidad…
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Semana.com: ¿Cómo le ha ido con la campaña ‘No hay huevos’?
I.V.: Lo que he hecho es dar conferencias, conversar con médicos, con padres para que se normalice, que los padres puedan tener una asesoría, que no tengan miedo. Creo que es muy importante que haya acceso a la información para que las familias puedan abrir los ojos y darse cuenta de que esto existe, que forma parte de la humanidad.
"Les digo que escuchen a sus hijos, que cuando se preocupen porque su hijo es transexual, piensen mejor en que respira, en que besa, en que puede abrazar, reír".
Semana.com: ¿Qué consejo le da a los padres?
I.V: A los padres les digo que no tengan miedo, ser transexual es normal. Su niño no está endemoniado. A los transexuales no se les puede curar porque no están enfermos. Les digo que escuchen a sus hijos, que cuando se preocupen porque su hijo es transexual, piensen mejor en que respira, en que besa, en que puede abrazar, reír.