Entrevista

“El Apolo 11 ha sido la misión más ambiciosa de la humanidad”

Para Cesar Ocampo, ex director de Colciencias y parte del equipo de expertos que hoy planean y calculan trayectorias para naves robóticas y tripuladas de Nasa, la hazaña que hoy cumple 50 años ha sido uno de los grandes hitos de la humanidad. Pero ese día, dice, todo podía fallar. En entrevista con SEMANA explica la misión y sus alcances.

19 de julio de 2019
| Foto: NASA

César Ocampo no necesita mucha presentación. Es doctorado en astrodinámica y especialista en trayectorias espaciales. Es inventor de Copernicus, una herramienta computacional para planear, diseñar y optimizar futuras misiones robóticas y tripuladas al espacio. Fue director de Colciencias  y actualmente trabaja como contratista de NASA y Odyssey Space Research en Houston, Texas, para trayectorias de naves robóticas y tripuladas. Por estos días se le ha visto en conferencias sobre la llegada del hombre a la luna, un tema especial para él pues fue gracias al proyecto Apolo, un hecho que vivió como niño inmigrante en Estados Unidos,  que quiso ser ingeniero espacial. En entrevista con SEMANA explicó, medio siglo después, por qué la misión valió la pena y por qué es importante volver a la Luna.  

SEMANA: ¿Por qué fue tan importante?

Cesar Ocampo: Fue una hazaña. El Apolo 11 salió el 16 de julio de 1969, llegó a la superficie el 20 de julio hace 50 años, y fue la respuesta exitosa a uno de los retos más difíciles que se había planteado la ciencia años antes. Fue la misión más ambiciosa que ha hecho la humanidad hasta el momento: poner los primeros humanos en la superficie de otro mundo y que regresaran sanos y salvos a la tierra.  Fue un hito, y despejó caminos nuevos de exploración espacial.

SEMANA: ¿Más que el descubrimiento de América?

  1. O.: Para mí, sí. El descubrimiento de América fue enorme, claro, fue un paso gigantesco. Pero resulta que, como especie, hemos estado en la Tierra millones de años y esa misión, Apolo 11, fue la primera vez que seres humanos caminaron en otro cuerpo celeste que está a 384 mil kilómetros de la Tierra, y que lo han visto por siglos y siglos nuestros antepasados. La Luna siempre estuvo ahí, no había que descubrirla; había que llegar a ella. El ser humano va eventualmente a llegar a Marte y a las lunas de Júpiter, y otros mundos en las próximas décadas y siglos. No es ciencia ficción es cuestión de tiempo. Ese hecho fue la puerta de entrada a todo lo que viene. 

SEMANA: ¿Cuál fue el mayor obstáculo de la misión?

  1. O.: Más que científicos los retos fueron políticos. El proyecto costó 25 billones de dólares. No todo el mundo estaba a bordo de él. La década de los 60 fue complicada. Había protestas por la educación pública, la guerra de Vietnam, y otros temas culturales como la discriminación racial contra los afroamericanos y los asesinatos de Martin L. King y Robert Kennedy. Los problemas en la Tierra complicaban el apoyo del público y los presupuestos para atender el reto científico y tecnológico de llegar a la Luna. La canción “Whitey On The Moon” de Gil Scott-Heron lo resume todo: “no tengo con qué pagar el médico, el costo de los alimentos crecen, no tengo luz; pero el hombre blanco está en la Luna”.

SEMANA: Pero esas críticas se olvidaron el día en que llegaron a la luna…

  1. O.: No, los críticos siempre mantuvieron su postura. Pero la mayoría del mundo si vio el impacto enorme de la llegada. La carrera a la Luna la ganó Estados Unidos y se colocó la bandera de ese país no porque se reclamaba ese suelo, sino por orgullo y nacionalismo. En realidad, a la final, los astronautas fueron en son de paz. De hecho, dejaron una placa que dice “Aquí hombres del planeta Tierra pisaron la luna por primera vez, Julio de 1969. D.C. Llegamos en paz para toda la humanidad”. Y es que en 1962, cuando Kennedy anuncia este reto  dice también que “el espacio puede ser explorado y dominado sin alimentar los fuegos de la guerra”. Ese día del alunizaje más de 600 millones vieron en vivo los primeros pasos de Neil Armstrong. Es una audiencia global enorme para la época porque habrían 3 billones en el planeta. Fue un hito de solidaridad y paz que muchos no reconocen. Además, Apolo impactó a una generación de jóvenes, niñas y niños  a enamorarse de la ciencia. Yo fui uno de esos pues tenía dos años cuando Apolo 11 y  cinco  cuando vi al misión Apolo 17, la última. Hoy tengo un doctorado en esos temas aeroespaciales para trazar esos caminos y  vivo de mi trabajo de calcular la llegada a la Luna de nuevo. Todo gracias a la inspiración de Apolo.

SEMANA: ¿Ir a la luna nos ha ayudado a vivir mejor en la tierra?

C.O.: El proyecto logró muchas cosas, no solo cumplir con la promesa de Kennedy de llevar a la Luna a un hombre y traerlo a salvo. El proyecto empleó a casi medio millón de personas, utilizó las  mejores mentes de científicos e ingenieros para cumplir el reto y se hizo mucha investigación. Hay que rescatar que,  aunque costó mucha plata, la tecnología secundaria retornó a la economía muchas veces más de lo que costo Apolo. Gracias a Apolo mejoramos las comunicaciones, las tecnologías de computación, lo materiales, los textiles, los sistemas de potabilización de agua; se pueden nombrar muchas más cosas. Puedo decir que lo mejor que dejó Apolo fue que re-descubrimos la Tierra, y su fragilidad, ahí colgada, desprotegida, porque permitió que por primera vez se viera desde tan lejos por nuestros ojos.  Eso fue icónico para el movimiento ambientalista que hoy tiene mucha fuerza.    

SEMANA: ¿Por qué no se puede hablar del apolo 11 sin hablar de Apolo 8?

C.O.: Apolo 8 es en realidad la primera vez que el hombre se aleja tanto de la Tierra. Eso fue en diciembre de 1968. Es una misión olvidada para el público, pero importantísima para el el desarrollo espacial, porque fue una apuesta riesgosa de NASA. Sin Apolo 8, no se llegaría a la superficie de la Luna en julio del año siguiente.  Los astronautas van, le dan vueltas a la Luna y se devuelven. No bajan al suelo.  Si no hubiera sido exitosa, la llegada a la luna habría tardado más tiempo. 

SEMANA: ¿Se puede considerar como un vuelo para probar todas las maniobras que debía hacer el Apolo 11?

C.O.: Si, la mayoría, aunque se fueron sin modulo lunar.  Lo que querían probar era que podían llegar tan lejos navegando una nave, conectarse con la nave por radio, y monitorearla desde tan lejos. Ellos frenaron y quedaron en la órbita de la luna y es Apolo 8 la misión que produce la imagen tan famosa de la Tierra saliendo sobre el horizonte lunar, la misma que le da inicio al movimiento ambientalista. Apolo 8 fue el impulso para llegar a la superficie de la Luna en el Apolo 11, 7 meses después.

SEMANA: Es impresionante la precisión que debía tener todo. ¿Qué fue lo más crucial en esos momentos?

C.O.: Si a los ingenieros y los científicos nos dan el espacio de trabajo, los equipos y el dinero, y no se nos atraviesa un político o un burócrata, podemos hacer casi hasta magia. En los 60s todo era nuevo, aprendimos a acoplar naves en el espacio con personas, a guiar y navegar estas naves a distancias nunca antes conocidas. La parte técnica es un reto pero se puede resolver. Lo que si queda difícil es evitar que un equipo se dañe, que un radio se dañe, que un motor no funcione cuando y como debe. La física y la matemática se entendían, aunque se descubrieron teorías y métodos nuevos,  y todo funcionaba bien en papel, pero ya ejecutar las ‘soluciones’ en vida real, siempre era retador.  Había vidas que dependían de que las cosas se hicieran casi perfectas.

SEMANA: ¿Y hubo fallas en Apolo 11?

  1. O.: A pesar de que todo estaba bien calculado, en la última fase del Apolo 11, cuando llegan a la superficie, los astronautas tuvieron problemas de comunicación, los computadores se empezaron a sobrecargar de cálculos y sonaron las alarmas. Los últimos 13 minutos de la alunizada fueron críticos y se vivieron con mucha ansiedad. Podían perder sus vidas y si el motor de descenso fallaba tocaba abortar la misión. Ellos debían tocar el suelo lunar casi verticalmente y lento pues de otra manera la nave se volteaba. La nave debía alunizar automáticamente con radar pero el sistema automático lo iba a colocar sobre un campo de piedras de más un metro de diámetro, y no era posible llegar al suelo ahí. A Armstrong le tocó coger el control y buscar otro lugar donde llegar, hacerlo manualmente. Apolo 11 aluniza 6,5 kilómetros del punto planeado. El objetivo de Armstrong no era ser el primer hombre en pisar la Luna sino poner la nave en la superficie en una sola pieza porque necesitaban parte de esa nave para regresar a casa.  Pocas personas, incluso pilotos profesionales de prueba, hubieran hecho lo que hizo Armstrong esos últimos minutos.  La presión era enorme; no se le nota en la voz mientras lo hacía, pero su pulso llegó a más de 150 por minuto. Fue como cobrar un penalti de fútbol desde 50 metros y hacer el gol, solo que aquí si fallaba posiblemente moría.  Imagínese la tensión, con cientos de millones de personas viendo.

SEMANA: Si es así, ¿por qué Neil Armstrong, Mike Collins y Buzz Aldrin no son tan famosos como Cristóbal Colon?

  1. O.: Cristóbal Colon, para mí, es impopular porque lo que desencadenó su descubrimiento de América fue desastroso: un genocidio de los pueblos nativos de América y su explotación por parte de los europeos. El descubrió América buscando un camino a Asia; pero luego su motivación fue una de explotación comercial para sus patrocinadores. Para mí, como científico esto de Apolo es más grande, no solo Armstrong sino todo el proyecto Apolo.  A Armstrong lo eligieron para ser el primer hombre en la Luna por su forma de ser modesta, su seriedad; pero más importante, por sus habilidades como piloto militar de prueba. Era una persona muy humana y muy privada. Le importaba lo importante. Su objetivo no era sacar provecho comercial de lo que iba hacer sino alunizar exitosamente, cumplir el objetivo que se le asignó, y abrir el camino para toda la futura de exploración de la Luna con seres humanos.

SEMANA: ¿Por qué volver a la Luna?

  1. O.: La evolución del ser humano es expandirse y lo vamos a hacer en la Luna y todo el sistema solar donde podamos llegar y vivir algún día. Vamos a volver a la Luna, pero esta vez es un proyecto sostenido, diferente a Apolo porque ellos fueron, volvieron y ya. Nosotros vamos para quedarnos y montar la infraestructura que soporte una campaña de exploración sostenida y de larga duración.

SEMANA: ¿Qué quieren hacer allá?

C.O.: Queremos establecer una infraestructura en los polos, vamos a aprender a mover naves robóticas por la superficie, vamos a aprovechar el agua que hay en los polos para producir agua potable y combustible. Todo esto es un campo de juego para entender cómo vamos a llegar a Marte,  que es más complejo porque es lejos y se mueve alrededor del sol, lo que hace que su distancia a la Tierra cambie constantemente en ciclos. Pero vamos a ir a Marte antes el 2050. A pesar de lo hostil, nos permitirá  la expansión de al espacie humana al sistema solar.  Y esas inversiones generaran más conocimiento y tecnologías que se desprenden y benefician a todos en la Tierra.

SEMANA: ¿Será un proyecto conjunto?

  1. O.: Uno quisiera que estos proyectos sean de colaboración internacional por solidaridad y porque todos los países pueden aportar cosas importantes. Sería más eficaz así. El regreso a la Luna con el vehículo Orion es una colaboración entre NASA y ESA (Agencia Espacial Europea).Por ahora no se ha definido bien como será el regreso sostenido a gran escala a Marte; Ojalá sea de colaboración, entre los Estados Unidos., sus aliados, Rusia, China, y uno quisiera que Colombia también participara.

SEMANA: ¿Cuál será el reto ahora? ¿La política de nuevo?

C.O.: Es un balance. Esto es costoso. La Estación Espacial Internacional costó 160 mil millones de dólares, entonces la gente se pregunta por qué si muere gente de hambre estamos embarcándonos en estas misiones. El argumento es el siguiente: entender la Tierra desde el espacio es clave, hoy se hacen investigaciones para crear nuevas medicinas en la Estación Espacial, para entender las reacciones químicas, cómo se comporta el cuerpo humano luego de largo tiempo en el espacio. Desde el espacio monitoreamos aspectos de cambio climático, la deforestación, los recursos hídricos, los bosques a gran escala, la agricultura. Como ingenieros tendremos que justificar ese sueño que es válido y que se hace en nombre de la ciencia y el conocimiento, de inspirar a nuevas generaciones para que quieran el planeta y la vida y que nos ayuden a sobrevivir como especie. Eso sí, sabemos que competimos con fuerzas complejas como la banalidad, el dinero fácil y la corrupción.  Y sí, la política es un reto.  No podemos permitir que la política de corto alcance nos presione para regresar a la Luna rápido sin tener bien definido como vamos a maximizar el chance de éxito; la política anteriormente se ha atravesado en acelerar las cosas y esto ha tenido un costo en vidas. Necesitamos que haya voluntad política para seguir explorando el espacio; pero que los políticos no se le atraviesen a los científicos y a los ingenieros. Como dije antes, nosotros los científicos, necesitamos que nos den los espacios. Y como la ética y hacer las cosas bien es un pilar de nuestra formación, haremos milagros, como decimos los colombianos.   

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