La vida me enseñó
Johana Bahamón: “En la cárcel son más libres que muchos de los que estamos afuera”
Dejó la actuación para dedicarse a ser líder social. Hoy dirige la Fundación Acción interna, un trabajo con mujeres en las prisiones de Colombia, que le apasiona y que la ha transformado. Ha aprendido a valorar la libertad y a liberarse de las cárceles mentales que la limitaban y vivir sin necesitar mucho. Estas es su inspiradora historia de transformación.
Mi vida cambió absolutamente desde hace seis años. Yo sentí la necesidad de devolverle a la vida lo generosa que ha sido conmigo y tuve la oportunidad de conocer una cárcel, de estar en una. Todos sabemos cómo son, pero una cosa muy diferente es estar adentro y ver realmente lo que pasa ahí, cómo duermen, qué comen y sobre todo conocer a esos seres humanos allá adentro. Me di cuenta de que uno puede estar privado de su libertad, pero eso no significa que deba privarse de su dignidad.
Lo primero que quiere alguien que va a la cárcel es salir rápido de allí. A mi me pasó todo lo contrario: yo quería volver
La primera vez fui a ser jurado de un evento por el personaje que en ese momento estaba haciendo en televisión. En esa oportunidad le pregunté a una mujer por qué estaba en la cárcel. Ella me dijo. “Porque maté a mi marido”. Se me pasaron millones de cosas por la cabeza. Más tarde le volví a preguntar por qué lo había matado, y me dijo: “Porque lo encontré violando a mi hijo de tres años”. En ese momento mi hijo Simón también tenía 3 años y otra vez se me pasaron una cantidad de cosas por la cabeza, pero esta vez ya fue diferente. Sin justificarla pude entender lo que esta persona había vivido y la razón por la que estaba allá.
Lo primero que quiere alguien que va a la cárcel es salir rápido de allí. A mi me pasó todo lo contrario: yo quería volver. En ese momento tenía tres meses de vacaciones mientras empezaba mi nuevo proyecto en la TV y tenía un viaje planeado. Lo cancelé para estar en la cárcel. Decidimos hacer una obra de teatro porque esa era mi herramienta de trabajo en ese momento. Le presentamos la propuesta a la directora y la aceptó y la hicimos dentro de la cárcel. En el proceso de montaje yo tuve la oportunidad de conocer realmente el día a día de ese lugar, qué pasaba ahí, qué les gustaba, qué querían ellas. Noté que las 12 mujeres con las que montamos la obra estaban transformadas. Les brillaban los ojos porque veían una esperanza.
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Me retiré por un año de la actuación para dedicarme a las cárceles. Al año de trabajo decidí dedicarme definitivamente a esto. Ya hemos trabajado en 30 cárceles en tres líneas de acción: crecimiento interno, apoyo y rehabilitación de adicciones y apoyo psicosocial. La segunda es teatro interno que es resocialización por medio del arte y la cultura, Hacemos un Festival Nacional de Teatro cada dos años, y el montaje ganador es invitado al Festival Iberoamericano de Teatro en Bogotá. Es un espacio lindo de reconciliación porque todos están ahí con sus familias que los apoyan y valoran.
El restaurante Interno que funciona en la cárcel de mujeres de Cartagena hace parte de la tercera línea que es trabajo interno y busca que las cárceles sean centros productivos. El restaurante abre todas las noches al público para que haya un espacio de reconciliación en el cual las mujeres privadas de la libertad que están en la cárcel son las que cocinan y atienden al público. Han ido más de 9.000 personas. Lo que más nos motiva a seguir son los resultados. Por ejemplo, las mujeres que han salido de la cárcel están trabajando en los mejores restaurantes de Cartagena o con su emprendimiento, porque les creamos en la cárcel una empresa para que vivan de eso y les dan trabajo a las viven aún allá.
Las personas privadas de la libertad me han enseñado a convertir errores en oportunidades
En la cárcel encontré mi pasión y esto es lo que quiero hacer por el resto de mis días. El paso de la actuación a la cárcel ha sido positivo y enriquecedor. Trabajé 15 años en actuación y soy agradecida, pasé feliz y sin eso no habría llegado a las cárceles. Tenía que haber estado en la televisión primero para llegar allí. De pronto sería posible luego juntar ambos mundos para poder contar sus historias en series y documentales. Siento que es un medio donde podemos darle voz a estas personas que carecen de exposición.
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Las personas privadas de la libertad me han enseñado a convertir errores en oportunidades, a creer en las segundas oportunidades, porque todos hemos cometido errores, y hemos querido o pedido segundas oportunidades. A mi me han dado segundas oportunidades toda la vida, me echaron del colegio y me volvieron a recibir, de la universidad también me echaron y me volvieron a recibir, me casé una vez y me dieron otra oportunidad. En mi vida normal, personal, cotidiana, he tenido muchas segundas oportunidades. Creo que todos tenemos ese derecho porque a todos nos pasa, todos que cometemos errores, pero no todos tienen la grandeza de convertir ese error en oportunidad. Por eso valoro, admiro, respeto y defiendo a las personas privadas de la libertad.
En este proyecto me ha ayudado ser famosa, pero más para divulgar el trabajo en las cárceles. Pero para los procesos y autorizaciones y procedimientos me tocó como cualquier persona. Para mí ha sido igual de difícil que para otros, porque es una cárcel. Hoy nuestros aliados son el Ministerio de Justicia y el Inpec. Con ellos y con Colsubsidio montamos la Casa libertad, donde recibimos a los que salen en libertad para generarles oportunidades de empleo. La reinserción laboral y social debe ser digna, como se lo merecen ellos, porque ya cumplieron su deuda con la sociedad y ahora necesitan la ayuda de las personas que estamos aquí afuera, al otro lado. Lo primero que les piden en un empleo es el pasado judicial. Sin empleo es difícil para ellas rehacer su vida.
Lo que más valoro es la libertad. Siento que hay muchas personas que están hoy dentro de la cárcel y son más libres que muchos de los que estamos afuera. Y eso es lo que les fomentamos que sean libres de espíritu, de pensamiento, de creatividad. Tienen muchas formas de libertad, la única que tienen restringida es la física. Algunos estamos afuera en una cárcel mental, cada uno en su encierro, criticando, juzgando, en sus problemas y en no ver más allá, y eso es lo que a nosotros nos transforma, nos hace valorar cada cosa íntima porque conocemos el otro lado.
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Hace seis años yo me criticaba por ser terca. Hoy es lo que más me gusta de mi personalidad porque lo convertí en algo positivo. Esa terquedad, rebeldía o capricho me ayudó a enfocarme en un objetivo y se transformó en una forma de vida. Ahora tengo más paciencia. En estos seis años con esa pasión que me despiertan las cárceles he hecho lo que he querido y con muy buenos resultados. Hemos trabajado en 30 cárceles, con 30 mil personas y diseñamos un modelo de intervención creado a partir de sus deseos y necesidades. La cárcel me produce sensaciones contradictorias porque es triste ir, pero al final salgo contenta porque estamos haciendo algo por ellas. Ver esa sonrisa, esa esperanza y las ganas de cambiar, y volverle a dar un sentido diferente a su vida, me hace feliz.
Ser mamá me ha transformado mucho. Tengo dos, uno de 10, Simón y una niña de tres. El simple hecho de ser madre me ha ayudado a entender a las que están ahí en la cárcel. Ellas también me han vuelto una mejor mamá. Simón sabe que yo trabajo en la cárcel y es normal para él que yo vaya a la cárcel todos los días y que las navidades las pasemos allá. La cárcel me ha hecho no solo mejor como mamá sino como ser humano. Siempre nos dicen que es muy bueno lo que hacemos por ellas, pero en realidad ellas han hecho muchas cosas buenas por nosotros. Todas las personas que trabajamos en la fundación han transformado sus vidas con este trabajo. Vemos la vida de forma diferente, valoramos cosas que antes no, y necesitamos cada vez menos.
Una persona muy importante para mi es mi mamá y ni me sospechaba que iba a seguir su camino de trabajar en el sector social
Con Andrés Cabas, mi primer esposo, tenemos lo más maravilloso: nuestro hijo, Simón Cabas. Hace casi 10 años nos separamos, pero somos muy amigos. El también es muy amigo de mi marido. Andrés es el padrino de mi hija. Me enamore de él, es una persona que valía la pena, y por el hecho de que nos tuviéramos que separar, por cualquiera razón, no significa que esa persona no siga siendo importante. Andrés es importante y miembro de mi familia, y nos apoya en esta causa. Es ejemplo de reconciliación.
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Una persona muy importante para mi es mi mamá y ni me sospechaba que iba a seguir su camino de trabajar en el sector social. Ella creó el primer microbanco para dar créditos a mujeres de estratos 1, 2 y 3 y siempre la tuve como ejemplo, la admiraba, pero no me veía haciendo eso. Nunca pensé terminar en algo del sector social. La primera sorprendida fui yo. Hoy agradezco y valoro el ejemplo que tuve de ella. Ella es mi motor, porque vi su entrega. De una forma estoy ahí por su legado. Mis padres están muy orgullosos y me apoyan y guían. En el futuro me veo como estoy hoy, trabajando en las cárceles. Nos falta bastante, yendo todos los días a las cárceles, estando con mis hijos, ojalá pueda seguir haciendo esto.
No tengo nada pendiente ni me arrepiento de nada. Siento que todo en mi vida tuvo que ocurrir así para llegar a donde estoy. He aprendido de mis errores, pero no cambiaría nada de lo vivido. Por eso no doy consejos a nadie. Creo que cada cual debe aprender de sus errores, vivir etapas pues todo pasa como debe. Todo es una oportunidad. No hay malas oportunidades sino malos momentos, como dice Vladdo en el grafiti que estampó en una pared del restaurante Interno. Yo creo que esa frase resume todo lo que hemos hablado.