Vida Moderna
¿Es mejor hacer una siesta corta o larga? Esto dice la ciencia
Una buena siesta puede ayudar a las personas a mantenerse más concentradas durante el día, mejorar el estado de ánimo y recargar energía.
Cada vez más expertos coinciden en la importancia que tiene el sueño para la salud y el correcto funcionamiento del cuerpo. El monitoreo durante las horas de descanso ha permitido concluir que tanto el sueño profundo como las siestas cortas resultan beneficiosas para mantener buenos niveles de energía y concentración.
Las siestas pueden distinguirse entre dos tipos: las cortas, de más o menos 20 minutos, y las largas, de entre 60 y 90 minutos. Las siestas largas inducen al sueño profundo o fase REM (también llamada MOR, siglas en español de movimientos oculares rápidos). Este sueño profundo es el mismo tipo de descanso durante el sueño de la noche y por eso otorga los mismos beneficios.
Una investigación acerca del monitoreo del sueño, publicada en la revista The Quarterly Journal of Economics, señala que sobre aquellos participantes que tuvieron la oportunidad de tomar una siesta diaria de media hora, sí se observó una mejora sustancial en la productividad, el bienestar psicológico, las funciones cognitivas y la atención en el trabajo; esto indica que dormir más tiempo no necesariamente está ligado directamente al bienestar como se suele pensar.
Para los expertos, este es un espacio que muchas veces en totalmente válido, y que en efecto sirve equilibrar algunas energías que se pierden durante el día, o que incluso sirve para contrarrestar el cansancio propio del post almuerzo, donde la energía se baja por cuenta de los procesos metabólicos, y que en efecto, sirve para favorecer la concentración, el aprendizaje, e incluso el buen humor.
No obstante, pese a que la siesta plantea sus beneficios, y se convierte en un espacio de placer para quien la practica, es una costumbre que también puede plantear sus bemoles, y que según advierten los expertos, puede incluso resultar contraproducente si no se practica en un momento adecuado, al igual que si se extiende más de lo pertinente.
Si bien no existe una hora que se pueda plantear como ‘ideal’ para llevar a cabo la siesta, o disfrutar de ‘5 minutitos de sueño’, es importante que esta pueda desarrollarse de acuerdo con las necesidades de la rutina de cada persona, y su tiempo de duración; siendo tan solo un descanso para recargar energía.
En ese sentido, es importante advertir que las siestas que sobrepasan los 45 minutos ya permiten que el suelo que se alcanza a desarrollar no sea simplemente superfluo, sino que incurra en una base más profunda, lo que deriva en que el descanso no sea el mismo, ni las condiciones en las que se retomen las labores sean las óptimas, pues se podría padecer algo que algunos denominan ‘embotamiento’, y que no refieren una siesta beneficiosa.
Así, la siesta también podría resultar con efectos negativos, referidos a situaciones como inercia del sueño y déficit de sueño en la noche.
En el caso de la primera, la inercia del sueño se refiere a aturdimiento y sensación de desorientación al despertarse, en los casos en los que esta se ha prolongado más de lo necesario, advirtiendo que incluso, para muchos, la siesta no es necesaria, ni posible incluso en un lugar que no sea su propia cama.
Esta situación es similar a la que viven los niños pequeños cuando duermen durante el día y no logran despertarse de manera natural.
Una siesta que se prolonga de más, puede tener efectos sobre las dinámicas del sueño en la noche, afectando la calidad del sueño y el descanso mismo.
Esas alteraciones del suelo pueden derivar incluso en insomnio, lo que haría que la idea de recargar energía en medio de la jornada resulte ser aún peor, pues se estaría muy cansado.