SALUD

Estas son las vitaminas que ayudan a limpiar y fortalecer los pulmones de manera natural

Estos órganos se encargan de proveer el oxígeno que requieren las células, expulsar el dióxido de carbono y son clave para filtrar las partículas y agentes nocivos que están en el ambiente.

17 de febrero de 2022
Pulmones
Los alimentos ricos en vitamina C ayudan a prevenir y tratar la congestión pulmonar. | Foto: Getty Images

Los pulmones son diferentes a la mayoría de los órganos del cuerpo, ya que están conectados directamente al ambiente exterior, por lo que cualquier cosa que la persona inhale puede afectarlos.

Según la Asociación Americana del Pulmón, el cuerpo tiene un sistema de defensa natural diseñado para proteger a los pulmones, pero éstos se pueden afectar por respirar aire contaminado, humo de cigarrillo y otras toxinas.

“Se puede reducir el riesgo de desarrollar enfermedades pulmonares si no fuma, si se evita la exposición al humo de segunda mano, si se evita la exposición a la contaminación del aire, los productos químicos y otros irritantes, y si se realiza chequeos regulares de salud”, precisa este sitio especializado.

Los pulmones se encargan de proveer el oxígeno que requieren las células, de expulsar el dióxido de carbono mediante la espiración y, a la vez, son clave para filtrar las partículas y agentes nocivos que están en el ambiente. Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) indican que la exposición a la contaminación del aire provoca más de cuatro millones de muertes en el mundo cada año.

Vitamina C

Existen vitaminas y alimentos que no solo son ideales para limpiar sino para fortalecer los pulmones. El portal Mejor con Salud indica que es clave que la dieta sea rica en cítricos, ya que son frutos que contienen una alta cantidad de vitamina C, la cual ayuda a eliminar los radicales libres que pueden desencadenar congestión pulmonar.

Adicionalmente, aporta vitaminas E y K. La primera es un antioxidante que refuerza la acción de la vitamina C, mientras que la segunda es esencial para el buen estado de huesos y vasos sanguíneos.

Vitamina E

La vitamina E también es clave para favorecer la salud de los pulmones. Alimentos de alfalfa o trigo y levadura de cerveza, contienen una importante cantidad de la misma y ayudan contra la contaminación atmosférica que se genera, por ejemplo, en las grandes ciudades.

Otro de los alimentos con importante aporte de vitamina E es el aguacate, por ello su consumo frecuente ayuda en el fortalecimiento pulmonar. Un consumo diario bajo de esta vitamina, de potente efecto antioxidante, se asocia con un empeoramiento de los síntomas de las enfermedades pulmonares, según indica la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ).

Vitamina D

Según una publicación del diario The Angeles Times, de Estados Unidos, los niveles inferiores a lo habitual de esta vitamina han sido relacionados con una mayor probabilidad de contraer diversas infecciones, así como también enfermedad pulmonar intersticial, enfermedad obstructiva crónica o fibrosis quística.

Por esta razón mantener unos buenos niveles de la misma es determinante para la salud de los pulmones. La principal fuente de la vitamina D es la exposición solar través de la radiación ultravioleta de tipo B, explica el portal Cuidate Plus. Con unos 15 ó 20 minutos diarios de exposición en la cara y en las manos es suficiente para aumentar la síntesis de esta vitamina y obtener unos niveles adecuados. Sin embargo también se encuentra en alimentos como pescados grasos, huevos, moluscos y lácteos.

Vitamina A

Un estudio citado por The Angeles Times destaca que las personas que consumían vitamina A con cierta regularidad registraba un riesgo 52 % menor de sufrir la enfermedad de obstrucción pulmonar crónica. Se trata de una vitamina que es clave para la preservación de la integridad del epitelio, que son las capas de células que recubren los órganos huecos y las glándulas, y contiene propiedades con efectos antiinflamatorios en los pulmones.

Los alimentos ricos en vitaminas A son: hígado de res y otras vísceras, salmón y aceite de hígado de bacalao, huevos, productos lácteos como queso y leche fortificada, cereales fortificados, frutas y verduras de color naranja y amarillo y brócoli y espinaca.