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Esto le hace el consumo frecuente de vino a los riñones
El vino tinto es rico en antioxidantes.
El vino es una bebida que ha sido parte de eventos sociales, culturales y hasta religiosos durante cientos de años. Se le atribuyen propiedades beneficiosas para el organismo y, por ello, en muchas culturas su consumo hace parte de las opciones medicinales.
El portal Medical News Today asegura que, aunque concretamente no existen recomendaciones oficiales con relación a sus bondades, tomar vino, y particularmente el de color tinto, con moderación, tiene relación positiva con enfermedad cardiovascular, hipertensión, diabetes tipo 2 y otras afecciones.
Los beneficios saludables están relacionados con sus efectos antioxidantes, antiinflamatorios y reguladores de lípidos. Los antioxidantes reducen el estrés oxidativo del cuerpo, el cual tiene una clara relación con muchas enfermedades, incluyendo el cáncer y padecimientos del corazón.
Según la citada fuente, muchos estudios a través de los años han demostrado una relación positiva entre beber vino tinto moderadamente y una buena salud cardíaca. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos establecen que lo ideal es: una copa de vino al día las mujeres y dos los hombres.
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Consumo moderado
Si se consume de forma moderada, uno de los órganos beneficiados de la ingesta de vino tinto es el riñón. Una investigación liderada por el doctor Tapan Mehta, experto en riñones del Centro Médico Anschutz de la Universidad de Colorado, determinó que las personas sanas que bebían menos de una copa de vino al día tenían un riesgo menor de sufrir de enfermedad renal crónica, que quienes no consumían esta bebida.
Los investigadores determinaron que beber cantidades moderadas de vino se vincula con unos niveles más bajos de proteína en la orina. Entre los que sufren de enfermedad renal, unos niveles más altos de la misma se han vinculado con un mayor riesgo de progresión en este padecimiento.
De igual forma, “los que tenían enfermedad renal crónica que bebían menos de una copa al día tenían un riesgo un 29 por ciento más bajo de eventos cardiovasculares, que los que no bebían vino”, concluyó el estudio. Mehta y sus colaboradores observaron datos del Examen Nacional de Salud y Nutrición, que incluyó a casi 6.000 personas. De estas, unas mil sufrían de enfermedad renal crónica.
Los científicos estudiaron tanto el tema de los riñones como el cardiovascular debido a que, cuando una persona padece de una enfermedad renal crónica, aumenta el riesgo de enfrentar problemas del corazón.
De otra parte, hay evidencias de que la ingesta moderada de vino tinto ayudaría a prevenir algunas infecciones urinarias y a bajar el riesgo de formación de cálculos renales. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio del Tufts Medical Center, citado en una publicación de la revista Mejor con Salud, escrita por Katherine Flórez.
Otros beneficios del vino tinto
El consumo de vino tinto con moderación se ha considerado saludable para el corazón durante mucho tiempo. El alcohol y ciertas sustancias en esta bebida pueden ayudar a prevenir la enfermedad de las arterias coronarias, la afección que provoca los ataques cardíacos, precisa el instituto de investigación, Mayo Clinic.
“Cualquier relación entre el vino tinto y la disminución de los ataques cardíacos no se comprende por completo. Pero parte del beneficio podría ser que los antioxidantes en el vino tinto aumentarían los niveles de colesterol de las lipoproteínas de alta densidad (el colesterol bueno), evitando la acumulación de colesterol total”, precisa la citada institución.
Los expertos aseguran que los antioxidantes llamados polifenoles ayudan a proteger el revestimiento de los vasos sanguíneos del corazón. Un polifenol, llamado resveratrol, es una sustancia del vino tinto que es la que más llama la atención por sus beneficios para la salud.
De igual forma, la ingesta moderada de esta bebida ayudaría a prevenir y controlar la diabetes, gracias a que actúa inhibiendo una enzima llamada alfa-glucosidasa, según lo afirma una investigación realizada por el doctor Paul Robertson y publicada en la página web de la Asociación Americana de la Diabetes, según indica Mejor con Salud.