Nutrientes para el cerebro
El cerebro se manetiene sano gracias al consumo de una alimentación saludable. | Foto: Getty Images

SALUD

Estos son los alimentos que pueden alterar el cerebro

El consumo de proteínas, vitaminas y ácidos grasos es ideal para mantener el cerebro en buen estado.

31 de agosto de 2022

El cerebro es una máquina con una estructura compleja que cumple diversas funciones. Mantenerlo sano es determinante y uno de los aspectos clave para cumplir este objetivo es la alimentación.

El consumo de proteínas, vitaminas y ácidos grasos es ideal para mantener un cerebro en buen estado. No incluir estos componentes en la dieta puede afectar no solo el rendimiento intelectual a corto plazo, sino la salud general del cerebro en el largo tiempo.

De acuerdo con Harvard Medical School, las personas que consumen una dieta basada en verduras, frutas, pescado, fuentes vegetales de proteínas, nueces, y aceites insaturados, como el aceite de oliva, son menos propensas a desarrollar problemas como deterioro cognitivo.

¿Cómo mantener un cerebro saludable?

Para cuidar la salud del cerebro es indispensable evitar la ingesta excesiva de algunos productos que pueden alterarlo. Estos son algunos de ellos.

Grasas saturadas

La ingesta en exceso de productos que contengan grasas saturadas y carbohidratos simples incide de manera negativa en el cerebro. Una publicación del medio digital Business Insider cita un estudio centrado en personas mayores, el cual descubrió que quienes consumían más del 58 % de sus calorías diarias en forma de carbohidratos tenían casi el doble de posibilidades de padecer deterioro mental leve y demencia. Por esta razón, restringir su ingesta es saludable.

Alimentos salados

Los alimentos salados, que muchas veces se encuentran en paquetes, provocan riesgos como la tensión arterial alta, según información del portal Psicología y Mente, el cual refiere una investigación publicada en la revista Neurobiology, en la cual se determina que la sal afecta la inteligencia y en general perjudica la capacidad para pensar. De acuerdo con los análisis, las dietas que contienen un alto volumen de sodio se asocian con problemas de corazón y provocan que el deterioro cognitivo sea más acelerado.

Pescados con mercurio

Si bien comer pescado es saludable y es un alimento recomendado para ser incluido en la dieta, cuando este es rico en mercurio podría resultar nocivo para el organismo, en especial para el cerebro. Business Insider asegura que “los efectos tóxicos derivados del exceso de mercurio pueden llevar a un mal funcionamiento del sistema nervioso central y una interrupción de los neurotransmisores así como a una estimulación de las neurotoxinas, que resultan dañinas para el cerebro”. Tampoco es recomendable el consumo de este tipo de pescado durante el embarazo. En la lista se encuentran el atún rojo, pez espada, lucio y tintorera, entre otros.

Productos fritos

El consumo de productos fritos no debe ser parte de la alimentación diaria. Estos alimentos, además de provocar que el colesterol se eleve y afecte las arterias, a largo plazo pueden destruir las neuronas y deteriorar la capacidad para aprender y memorizar, advierte Psicología y Mente.

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Azúcar añadido

El exceso de azúcar se relaciona con problemas serios para la salud. Por ejemplo, inhibe el sistema inmunológico, debilita la vista o contribuye a que se presenten problemas de obesidad. Adicionalmente, es un producto que puede causar problemas neurológicos y dificultades de aprendizaje y memoria, según concluye un estudio publicado en la revista Journal of the American Medical Association (JAMA). Adicionalmente, tiene alguna incidencia en el desarrollo de problemas cardiovasculares.

Alcohol

Información del portal Psicólogos, de España, indica que “el alcohol afecta la zona prefrontal del cerebro, que es el área que controla las funciones de acción y ejecución, como el desarrollo de estrategias, las ideas, la planificación, la memoria de trabajo o de aprendizaje, la atención selectiva y el control de la conducta”. Adicionalmente, puede generar la alteración de otras áreas relacionadas con el comportamiento y las funciones motrices.