GENÉTICA

La ciencia de hacer bebés

A raíz del aniversario de la oveja Dolly, la revista ‘The Economist’ pone el foco en las novedosas maneras en que se podrían concebir hijos sin necesidad de sexo. Pese a que son tan polémicas como la clonación del primer mamífero, nadie está hablando de ellas.

25 de febrero de 2017
Como la célula que aportó su genética fue extraída de una glándula mamaria, el científico Ian Wilmut bautizó Dolly al clon, en honor a la cantante Dolly Parton, destacada no solo por su voz, sino por su voluptuoso pecho. Dolly murió a los seis años, la mitad de lo que vive su especie. | Foto: Getty Images

En julio De 1996 nació Dolly, la primera oveja clonada a partir de ADN de una célula adulta y no de una embrionaria, lo que se consideraba imposible. Ian Wilmut y su colega Keith Campbell lo lograron con la técnica de transferencia nuclear de células somáticas, que fusionó una célula de ubre de una oveja de seis años y la inyectó en un óvulo al cual se le ha eliminado el núcleo. Mediante pulsos eléctricos se logró fusionarlas y volverlas embrión para implantarlo a una madre de alquiler. El hito es que la célula de la que venía Dolly era ya especializada, es decir, procedía de tejido de un animal adulto “y la resetearon a un estado embrionario”, dice Fernando Suárez-Obando, del Instituto de Genética de la Universidad Javeriana.

Wilmut y su equipo planeaban una rueda de prensa simultánea a la publicación del artículo en la revista Nature. Pero The Observer se les adelantó y en febrero de 1997 el mundo conoció la chiva. A pesar del hito científico, la prensa se enfocó en los escenarios distópicos de la clonación humana: revivir en serie personajes como Einstein y Hitler, hacer copias de hijos, traer del pasado dinosaurios, crear niños sin necesidad de hombre y mujer o autoclonarse para tener órganos de repuesto. Aunque en 2002 el Movimiento Raeliano dijo que habían logrado clonar un humano, dos décadas después del alboroto por Dolly nadie ha salido a reclamar ese puesto en la historia.

Otra vía tomó la clonación de animales, que ha crecido desde entonces. Se calcula que al menos 22 especies han sido clonadas: cerdos, conejos, caballos, lobos y ranas. En Estados Unidos, China y Nueva Zelanda la técnica ha servido para copiar especímenes para producir leche y carne, que ya se vende normalmente en países de América como Brasil y Argentina. En Europa está prohibido. Empresas como ViaGen, con base en Texas, ofrecen clonar animales con fines comerciales. Copiar un caballo, por ejemplo, cuesta 85.000 dólares. En Corea del Sur, Hwang Woo Suk, célebre por fraude en la investigación sobre células madre, hoy se dedica a clonar mascotas a 100.000 dólares cada una.

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Y es que la técnica ha resultado útil para que animales cuya genética es inigualable vivan ‘eternamente’. Adolfo Cambiaso, considerado el mejor jugador de polo del mundo, y su socio han logrado clonar 45 caballos, de los cuales 25 copias son de uno de sus mejores ejemplares, avaluado en 800.000 dólares. El más clonado de su establo es Aiken Cura, macho alazán que fue puesto a dormir en 2007 luego de fracturarse una pata. En diciembre pasado Cambiaso ganó un partido con seis copias exactas de Cuartelera, su mejor yegua.

En cuanto a humanos, el tema ha evolucionado lentamente no solo porque existe el veto legal, sino porque clonar primates y humanos es más difícil de lo pensado. Aun así, Suárez-Obando señala que es posible, pero “hacerlo carece de sentido”. Si bien el bebé clon de Einstein, por ejemplo, tendría la información genética del físico, eso no garantizaría que de adulto fuera el mismo personaje, debido a que los genes se comportarían según el ambiente en el que crezca la persona. “Es lo que se conoce como epigenética, y por eso un par de gemelos que son separados y crecen en diferentes zonas del país tienen diferentes características”, dice Felipe Torres, experto en regeneración celular y nanofarmacología.

Que se sepa, ningún científico está enfocado en clonar humanos específicos. Sin embargo, muchos sí están interesados en la clonación terapéutica y en la reproductiva mezclando otros avances tecnológicos. El más reciente debate surgió por la técnica de trasplante de mitocondria más conocida en los medios como hijos de tres padres, puesto que el bebé resultante tiene información genética de tres personas. Consiste en reemplazar en el embrión la mitocondria, un orgánulo que tiene como principal función dar energía a la célula, pero también albergar un material genético que no puede confundirse con el nuclear que tiene la información genética para transmitir a la siguiente generación. Muchas enfermedades raras se originan en genes defectuosos del ADN mitocondrial. En septiembre de 2016, la revista New Scientist reveló la existencia del primer bebé nacido libre de la enfermedad de Leigh gracias a este procedimiento.

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Una técnica aún más controvertida es la gametogénesis in vitro (IVG, por su sigla en inglés), que consiste en obtener óvulos y espermatozoides a partir de células madre pluripotenciales inducidas. Estas fueron descubiertas en 2006 por el científico japonés Shinya Yamanaka, quien recibió el premio Nobel por esta hazaña. Yamakana encontró la manera de hacer retroceder las células especializadas humanas a su estado embrionario e inducirlas para que se conviertan en cualquier otro tejido, incluso una célula germinal como el óvulo o el esperma. La IVG solo ha sido posible en ratones, pero si se adapta a los seres humanos, las parejas infértiles podrían tener hijos. Algunos la ven como opción para que los homosexuales puedan tener hijos biológicos. En el caso de los hombres, uno aportaría el óvulo que se fecundaría con el esperma del otro, pero aun así se necesitaría una madre de alquiler. Se prevé que el procedimiento permitiría que un solo padre aportara ambas células germinales, aunque muchas voces se alzan contra eso por la alta concentración de potenciales mutaciones.

Como si eso no fuera suficiente, está la posibilidad de editar genéticamente un embrión humano con la técnica CRISPR, que detecta los errores y los corta o cambia por la versión correcta, como hace un procesador de palabras con un texto. En abril de 2015, un grupo de científicos chinos reveló que había hecho edición genética en embriones para prevenir una enfermedad de la sangre. La polémica no se hizo esperar, pero hace apenas un par de semanas un comité internacional convocado en Washington por la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos concluyó que este tipo de procedimientos podía llegar a permitirse en casos donde se requiera proteger a un bebé de una grave enfermedad. El año pasado se publicó un estudio en la revista Journal of Assisted Reproduction and  Genetics en el que científicos chinos reportaron la transformación de los genes de un embrión para hacerlo resistente al VIH. Aunque no ha nacido el primer niño con genoma editado de esa forma, se espera que la técnica permita tratar antes del nacimiento enfermedades como la hemofilia.

Algunas de los procedimientos anteriores dan la opción de hacer más cambios superfluos y así abrir la puerta para crear niños a la carta y jugar a Dios, como se planteó hace dos décadas con Dolly. Según Suárez-Obando, los principios éticos son los mismos. Pero señala que la regla de no intervenir las células germinales no se tuvo en cuenta en Gran Bretaña, el único país que ha aprobado la técnica de los hijos de tres padres. “Pero el miedo de la clonación no científica sigue porque no sabemos lo que hacen algunos expertos en sus laboratorios a puerta cerrada”, dice.