Vida Moderna
¿Hasta qué grado la alimentación y estilo de vida influyen en la intensidad de los dolores menstruales?
Una investigación realizada en Japón respondió esta pregunta, luego de estudiar a varias mujeres.
Un importante estudio reveló que los malos hábitos en la alimentación y estilo de vida guardan una fuerte relación con la intensidad de los dolores menstruales.
Un grupo de científicas japonesas realizaron una investigación titulada Severity of Menstrual Pain Is Associated with Nutritional Intake and Lifestyle Habits, la cual fue revisada y publicada por la revistia especializada en ciencia Multidisciplinary Digital Publishing Institute (MDPI).
El objetivo de esta pesquisa es corroborar la relación que guardan los estilos de vida con los dolores menstruales. Durante poco menos de un mes, el equipo investigador reclutó a participantes por medio de una plataforma en línea, la cual indicaba las pautas para hacer parte de la investigación. Las personas que decidieron aportar fueron sometidas a una serie de mediciones corporales y una encuesta dietética.
En total, se tomaron en cuenta a 321 mujeres, las cuales cumplían con los requisitos. Uno de estos era ser menores de 40 años, lo cual llevó a que gran parte de las candidatas no fueran tenidas en cuenta. Antes de elegir el grupo final, las investigadoras recibieron 511 solicitudes.
Tendencias
Posteriormente, el estudio tomó en cuenta la edad de las participantes, su peso y los hábitos de vida que llevaban a cabo con normalidad. Una de las conclusiones que arrojó la investigación fue que la falta de proteína animal, vitaminas y ácidos grasos, junto con la frecuencia al bañarse, incentivar los dolores menstruales.
Con respecto a la masa muscular, el estudio reveló que las participantes que consumían en menor medida proteína, vitamina D y B12, pescado con espinas, a la plancha o seco, eran más propensas a sentir peores efectos correspondientes a los dolores menstruales. También influyó las mujeres que también consumían grandes cantidades de azúcar, ramen y helados.
A partir de las encuestas y otros procedimientos, la investigación también mostró que las mujeres categorizadas en el grupo pesado (poco consumo de proteína, pescado y vitaminas) fueron más propensas a padecer los síntomas del síndrome premenstrual. Entre la sintomatología, tuvieron ansiedad, somnolencia, cansancio, piel áspera, manos y pies fríos, comportamientos antisociales, irritabilidad, ira, letargo, depresión y dolores en la zona abdominal, entre otras condiciones.
En contraste, las mujeres del grupo ligero (aquellas que sí consumían lo que el otro no) solamente experimentó desconcierto y un poco de dolor abdominal inferior, pero sin ser de la misma magnitud que las otras participantes.
Por otro lado, y en cuanto a los hábitos de vida, el 64.4% de las mujeres del grupo pesado desayunaba con menos frecuencia diaria que las del grupo ligero. Además, el 26.7% del grupo pesado se bañaba con menor frecuencia que las otras participantes del segmento contrario.
El resultado de este aspecto demostró que las mujeres del primer grupo tuvieron más intensidad frente a los dolores menstruales, ocasionado por los hábitos mencionados. Sin embargo, la satisfacción de sueño y horas de sueño no incluyeron en gran medida, al igual que el ejercicio diario. El cuerpo investigador esperaba que estos elementos también repercutieran, pero no fue así.
Cabe mencionar que hubo otro factor relevante para la intensidad de los dolores que no guardó relación con ninguno de los grupos. La investigación señaló que los antecedentes familiares también fueron determinantes, aunque en menor grado que los mencionados anteriormente de ambas categorías (pesado y ligero).
Finalmente, la conclusión del estudio es sugerir que las mujeres consuman proteína, con énfasis de pescado, vitamina B12, vitamina D y zinc en las comidas diarias y tener hábitos en el estilo de vida positivos relacionados a la alimentación y baño frecuente.