Ciencia
Hazaña médica: la historia de Andrea Gálvez, la colombiana que hizo posible que un tetrapléjico volviera a caminar
La ingeniera colombiana Andrea Gálvez Solano logró lo que hasta hace poco parecía ciencia ficción: que, tras más de una década, una persona tetrapléjica lograra caminar. Esta es su historia.
La noticia le dio la vuelta al mundo el pasado 24 de mayo. Gert-Jan Oskam, un ingeniero neerlandés de 40 años, logró lo que parecía ciencia ficción hasta ahora: ponerse en pie y volver a caminar de forma natural después de haber quedado tetrapléjico tras un grave accidente en bicicleta en 2011 en China, mientras regresaba a casa de su trabajo.
Una imagen suya, caminando y erguido, sorprendió a millones de personas, pues el hombre había perdido la movilidad del cuerpo con apenas 28 años. Ahora, lograba recuperar el control sobre el movimiento de las piernas, lo que le permite ponerse de pie, caminar e incluso subir escaleras.
Fue también la hazaña de un grupo internacional de científicos que ese día cambió para siempre la historia de la medicina y de las enfermedades neurológicas al anunciar que esta nueva tecnología cerebral desarrollada por ellos no solo funciona, sino que puede masificarse en el futuro.
Oskam, cuyo accidente le provocó una lesión medular incompleta que le permitía algunos movimientos residuales, ya había probado años atrás un dispositivo más rudimentario en otro ensayo clínico, pero no funcionó de la mejor manera: “Antes la estimulación eléctrica me controlaba a mí. Ahora soy yo el que controla la estimulación”, aseguró en una rueda de prensa, el día en que el mundo supo de este increíble avance.
El asunto suena simple: “un puente digital” que se instaló entre el cerebro y la médula espinal del paciente logró que este hombre transformara su vida. Esto es posible gracias a algoritmos de inteligencia artificial (IA) que hacen que las intenciones de movimiento del paciente se decodifiquen en tiempo real. En otras palabras, se logró que las señales cerebrales se conviertan en comandos de estimulación que logran que los músculos paralizados del paciente se reactiven para conseguir que vuelva a caminar.
Detrás de esta investigación está Andrea Gálvez Solano, una de los dos colombianos que forman parte del laboratorio que logró este increíble avance de la medicina.
Se trata de una bogotana de 32 años, egresada de la Universidad de los Andes en Ingeniería Biométrica. Estando en la universidad, formó parte de un grupo de investigación en neurociencia y gracias a esa experiencia se animó a viajar a Europa para escudriñar más los misterios del cerebro y cursar una maestría en neurociencias en la Universidad de Ginebra y luego un doctorado en la Escuela Politécnica Federal de Lausana, en Suiza.
Allí ha permanecido durante los últimos seis años de su vida. Y este estudio, que involucra a Gert-Jan Oskam y que fue publicado en Nature, la revista científica más relevante del planeta, forma parte de su trabajo de grado de doctorado.
Al otro lado de la línea, Gálvez revive la emoción que vivió el paciente y todo el equipo científico cuando vieron ponerse de pie a Oskam, que ha trabajado con ellos desde hace varios años en proyectos neurológicos experimentales. “A muchos se nos escaparon las lágrimas, fue muy impactante. Si alguien me hubiera dicho en mis tiempos de estudiante universitaria que iba a hacer parte de algo tan grande, no lo hubiera creído”, dice.
En diálogo con SEMANA, Andrea Gálvez explicó los detalles de este avance tecnológico que, entre otros factores, fue posible gracias a la inteligencia artificial, “lo que demuestra que en estos casos, la IA representa una oportunidad, no una amenaza”.
Para explicarlo en términos sencillos, Gálvez Solano sostiene que cuando se presenta una lesión en la médula espinal, se corta la comunicación natural existente entre esta y el cerebro. La razón por la cual se pierde la movilidad del cuerpo.
En ese orden de ideas, lo que logró el equipo de científicos del que forma parte la colombiana fue “desarrollar un puente digital para restablecer esa comunicación. Lo que es posible a través de tres implantes: dos dispositivos que se colocan por encima de la corteza cerebral. Un tercer implante va precisamente en la médula espinal. Todo esto se logra gracias a algoritmos de inteligencia artificial”, explica la bogotana.
Lograr esta hazaña requirió de casi una década de rigurosa investigación. Diez años enteros desarrollando y mejorando la técnica. Un tiempo durante el cual el neerlandés estuvo sometido a intensas jornadas de fisioterapia para cuando llegara el momento de probar este mecanismo. “Con todo y eso, a pesar de las terapias, le costó caminar naturalmente, tener una buena postura. Él no tenía una tarea fácil y por lo menos debe estar en terapia dos o tres veces por semana”.
Pero que Gert-Jan Oskam viviera la dicha de volver a caminar requirió de un par de procedimientos quirúrgicos muy especializados. “Uno fue el implante de un dispositivo en la médula espinal, con un pequeño estimulador. En una segunda operación se instalaron los dos implantes cerebrales, en la región motora y sensorial del cerebro, que reemplazan parte del hueso del cráneo, lo que lo hace poco invasivo”, explica Gálvez.
Y, aunque si bien para el aprovechamiento de esta tecnología es necesario el uso de un casco especial y de un sistema que se instala en un morral o un caminador, el paciente no luce con cables o dispositivos visibles en su cabeza, lo que le garantiza calidad de vida.
Según relata la científica colombiana, este es un paso concreto en un camino “del que vamos por la mitad. Ahora estamos trabajando en hacer esta tecnología más portable y la idea es masificarla a todo el mundo para que más personas como Oskam puedan volver a caminar”.
Por el momento, Andrea y todo el equipo están en una fase de acoplamiento para el ingeniero neerlandés. “Aún no tenemos acceso a todas las señales del cerebro, por ahora nos enfocamos en las que están relacionadas con el movimiento”.
A pesar de eso, Andrea Gálvez está segura de que esta tecnología es segura para aplicarse a nuevos pacientes en el mundo. Y la esperanza que se abre es grande: según datos del Banco Mundial, 15 por ciento de la población en el planeta vive con algún tipo de discapacidad. Eso es: unos 1.000 millones de personas.
Y el panorama es aún más frágil: la Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que la mitad de las personas con discapacidad no puede pagar los costos que este problema de salud genera.
La ingeniera Gálvez lo sabe bien. “Lo que buscamos ahora es lograr que esta tecnología se vuelva asequible, más pequeña y, por ende, más cómoda de utilizar”.