Vida moderna
Hígado graso: estas son las vitaminas que previenen su aparición, según estudio
Es la enfermedad hepática más frecuente en el mundo, y la causa principal de la enfermedad crónica del hígado, que padece el 30 % de la población general.
Un nuevo estudio realizado bajo la dirección de investigadores de la Universidad de Haifa indicó que las vitaminas E y C actúan como antioxidantes, lo cual ayudan a reducir el proceso de inflamación en el hígado graso.
En concreto, se trata de una acumulación de grasa en las células del hígado, que causa procesos inflamatorios y lleva a la fase más avanzada de la enfermedad. Es decir, al hígado graso inflamatorio, y a la formación de cicatrices en ese órgano (fibrosis).
En la mayoría de los casos, la causa de la enfermedad del hígado graso es la obesidad y un estilo de vida poco saludable, así como inactividad física. Además, puede convertirse en una enfermedad hepática más seria, hasta llegar al transplante de hígado, a la cirrosis, e incluso, al cáncer de hígado.
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Ahora bien, es una enfermedad que se puede tratar sólo mediante un cambio en la alimentación, aun en las fases más avanzadas. Según las investigadoras, una ingesta mayor de vitaminas consiste en una alimentación más sana, basada en los principios de la dieta mediterránea: más verduras, frutas, nueces, almendras y aceite de oliva.
En dicho estudio, las investigadoras Shira Zelber Saguí, catedrática y jefa de Nutrición, Salud y Comportamiento, la doctora Dana Ivankovski-Wacksman, de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Haifa, y sus colegas, se propusieron analizar la relación entre la ingesta de vitamina C y E en el desarrollo del hígado graso.
Para el estudio, publicado en la revista Digestive and Liver Disease, participaron 789 hombres y mujeres israelíes de edades que iban de los 40 a los 70 años, de los cuales el 38,7 % había sido diagnosticado con hígado graso. El cálculo de la ingesta de vitaminas de basó en un cuestionario que incluía 117 productos alimentarios habituales en la dieta israelí. Las investigadoras calcularon el contenido de vitaminas en cada comida de acuerdo con el tamaño de la porción.
Del estudio se concluyó que si a la ingesta habitual recomendada se le añaden 15 miligramos de vitamina E y 180 miligramos de vitamina C aproximadamente, disminuye la posibilidad de desarrollar la enfermedad del hígado graso en aproximadamente un 30-40 %.
“Un aumento exagerado de vitaminas como la E y la C, generalmente a través de suplementos dietéticos, puede tener efectos secundarios. Por ello, nosotras recomendamos ingerir esas vitaminas en una dieta equilibrada. La vitamina E se encuentra sobre todo en las nueces, en grasas vegetales y en hojas verdes. Y la vitamina C se encuentra principalmente en verduras como el pimiento rojo, el repollo y el tomate, así como en el melón, la frutilla y los cítricos”, explicaron las investigadoras.
Del estudio se concluyó que si a la ingesta habitual recomendada se le añaden 15 miligramos de vitamina E y 180 miligramos de vitamina C aproximadamente, disminuye la posibilidad de desarrollar la enfermedad del hígado graso en aproximadamente un 30-40 %.
“Un aumento exagerado de vitaminas como la E y la C, generalmente a través de suplementos dietéticos, puede tener efectos secundarios. Por ello, nosotras recomendamos ingerir esas vitaminas en una dieta equilibrada. La vitamina E se encuentra sobre todo en las nueces, en grasas vegetales y en hojas verdes. Y la vitamina C se encuentra principalmente en verduras como el tomate, el pimiento rojo y el repollo, así como en el melón, y los cítricos”, expresaron las investigadoras.
Sin embargo, hasta el momento, la mayoría de las recomendaciones giraban alrededor de la reducción de grasas saturadas y de hidratos de carbono simples como los azúcares, así como del aumento de la actividad física y comer sano, con preferencia en lo que se conoce como la dieta mediterránea.
“El presente estudio pone el acento en la importancia de una ingesta adecuada de vitaminas mediante una dieta saludable, y muestra que la ingesta recomendada se asocia a un menor riesgo de tener un hígado graso, y a una disminución de la posibilidad de llegar a una fase más avanzada de la enfermedad: que es un hígado graso inflamatorio”, concluyó Zelber Saguí.