SALUD
Hígado graso: ¿qué alimentos consumir y cuáles se deben evitar?
El buen funcionamiento del hígado depende de la dieta y los buenos hábitos que cada persona mantenga en su vida diaria.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel mundial al menos el 20% de la población sufre de esta condición. Específicamente en Latinoamérica, al menos el 31% de la población ha sido diagnosticada con alguno de los dos tipos de hígado graso: alcohólico y no alcohólico.
¿Qué es el hígado graso?
Cuando alguien es diagnosticado con hígado graso se debe a que tiene una acumulación excesiva de grasa, hinchazón y cicatrización en este órgano que se encarga de purificar la sangre y de almacenar energía en forma de glucógeno. Es clave recordar que esta condición médica se divide en dos categorías: hígado graso no alcohólico e hígado graso por alcohol.
La primera, también llamada esteatosis hepática no alcohólica, no es resultado directo de alguna enfermedad específica. Sin embargo, según la OMS y la American Liver Foundation (ALF) las personas que sufren de diabetes tipo 2, prediabetes, presión arterial alta o hepatitis C pueden ser más propensas a generar esta condición médica.
Según el doctor Carlos Jaramillo, médico funcional experto en nutrición, los malos hábitos alimenticios -específicamente el alto consumo de azúcar- pueden ser los causantes del hígado graso. Esto se debe a que el hígado no puede procesar adecuadamente todo el azúcar que se consume y empieza a generar ‘reservas’ de energía en forma de grasa.
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Por otro lado, el hígado graso por alcohol se genera, como su nombre lo indica, por el alto consumo de bebidas alcohólicas durante un prolongado periodo de tiempo. Esto se debe a que el hígado se encarga de filtrar y purificar la sangre, pero, al consumir alcohol, en este proceso se liberan sustancias dañinas que, en grandes cantidades, resultan tóxicas para el hígado, que empieza a perder funciones. El hígado graso por alcohol se puede transformar en hígado alcohólico y finalmente generar cirrosis, el daño permanente del hígado.
Los síntomas del hígado graso pueden variar dependiendo del organismo y, generalmente, son silenciosos e indoloros, hasta que se empieza a generar una afección permanente en las funciones hepáticas. Para identificar esta enfermedad es necesario realizar un examen físico, análisis de sangre, tomar imágenes con ecografías y, si es necesario, la toma de biopsias. El diagnóstico lo hace un médico general.
Comidas que se deben evitar
- Alimentos altamente procesados y que tengan un alto nivel de azúcar, sal o grasa.
- Bebidas alcohólicas y energéticas.
- Quesos u otros alimentos curados que puedan tener un alto nivel de sodio.
- Las carnes rojas.
- Cereales refinados.
Comidas que reducen el riesgo de hígado graso
- Comidas con alto nivel fibroso como las frutas y los vegetales.
- La alcachofa, el rábano y la berenjena han sido identificados como una buena fuente de cinarina, que es un ácido hidroxicinámico que estimula la digestión de grasas.
- Proteínas bajas en grasa, ya sea tofu o carnes blancas.
- Leches vegetales y naturales.
No por el hecho de llamarse hígado graso, significa que la condición se debe solamente a un exceso de consumo de grasas, por lo que la dieta debe ser balanceada y, en general, debe ser baja en sodio, azúcar y grasa. De hecho, según el médico funcional Carlos Jaramillo, es el exceso de azúcar en la dieta de las personas la que crea un desbalance en la insulina y, como resultado, un desbalance en las funciones del hígado.