Vida moderna
Hígado graso: tres cambios en el estilo de vida que ayudan a combatirlo
Es importante no automedicarse y consultar a un médico para iniciar un tratamiento oportuno.
El hígado es el encargado de ayudar a digerir los alimentos. Asimismo, contribuye a almacenar energía y a eliminar toxinas. La enfermedad por hígado graso consiste en la acumulación de grasa en este órgano. Existen dos tipos:
- Enfermedad del hígado graso no alcohólico.
- Enfermedad del hígado graso por alcohol, también llamada esteatosis hepática alcohólica.
De acuerdo con los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos, los expertos aún no conocen las causas exactas del hígado graso no alcohólico. Algunos estudios señalan que podrían ser algunas afecciones de salud, genes, la alimentación y/o el aparato digestivo los factores que podrían hacer más propensa a una persona a padecer esta enfermedad.
El hígado graso no alcohólico es un tipo de hígado graso que no está asociado con el consumo de alcohol. De este, existen dos tipos:
Hígado graso simple: hay grasa en el hígado pero poca o ninguna inflamación o daño en las células del hígado. Este tipo de afección no provoca daños graves en este órgano.
Tendencias
Esteatosis hepática no alcohólica: a diferencia del hígado graso simple, en este sí hay inflamación, grasa y daños en las células del hígado. Puede provocar cáncer de hígado o cirrosis.
Medline Plus, sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, destaca algunos cambios en el estilo de vida que pueden ayudar a combatir el hígado graso.
1. Alimentación balanceada
Es importante moderar el consumo de sal y de azúcar. En la dieta se deben incluir muchas frutas, verduras y granos integrales.
2. Estar vacunado
Los expertos recomiendan tener las vacunas contra la hepatitis A y la B, la gripa y la enfermedad neumocócica. Esto es importante debido a que en caso de tener hepatitis y tener hígado graso hay un mayor riesgo de sufrir una insuficiencia hepática. Adicionalmente, quienes tienen enfermedad hepática crónica son más propensas a contraer infecciones.
3. Actividad física
Hacer ejercicio tiene beneficios para el organismo en general. Asimismo, ayuda a perder peso (mantenerlo) y reducir la grasa en el hígado.
Antes de consumir vitaminas, medicamentos o cualquier tipo de remedio casero, es importante consultar a un médico, pues estas alternativas pueden provocar daños en el hígado.
Factores de riesgo
De acuerdo Medline Plus el hígado graso es común en las personas que tienen los siguientes problemas de salud:
- “Tienen diabetes tipo 2 y prediabetes.
- Tiene obesidad.
- Son de mediana edad o mayores (aunque los niños también pueden sufrirla).
- Son hispanos, seguidos por blancos no hispanos. Es menos común en afroamericanos.
- Tienen altos niveles de lípidos (grasas) en la sangre, como colesterol y triglicéridos.
- Tienen presión arterial alta.
- Toman ciertos medicamentos, como los corticoides y algunas medicinas contra el cáncer.
- Tienen ciertos trastornos metabólicos, incluyendo síndrome metabólico.
- Pierden peso muy rápido.
- Tienen ciertas infecciones como la hepatitis C.
- Han estado expuestos a algunas toxinas”.
Enfermedades del hígado
Cáncer de hígado
Síntomas
Generalmente, al inicio de esta enfermedad las personas no presentan síntomas. Luego, con el paso del tiempo algunas de las señales pueden ser:
- Pérdida de peso sin motivo alguno.
- Pérdida de apetito.
- Dolor en la parte alta del abdomen.
- Náuseas y vómitos.
- Debilidad y fatiga general.
- Hinchazón abdominal.
- Decoloración amarillenta de la piel y la parte blanca de los ojos (ictericia).
- Heces blancas o blanquecinas.
Causas
Existen algunos afecciones o hábitos poco saludables que incrementan el factor de riesgo de padecer cáncer de hígado. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) los mencionan:
- Tener sobrepeso o estar obeso.
- Tener una infección duradera del virus de la hepatitis B o virus de la hepatitis C.
- Fumar cigarrillos.
- Beber alcohol.
- Tener cirrosis (cicatrización del hígado, la cual también puede ser causada por la hepatitis y el consumo de alcohol).
- Tener enfermedad del hígado graso no alcohólico (grasa adicional en el hígado que no es causada por el alcohol).
- Tener diabetes o enfermedad del hígado graso no alcohólico.
- Tener hemocromatosis, una afección en la que el cuerpo absorbe y almacena más hierro del que necesita.
- Consumir alimentos que tienen aflatoxina (un hongo que puede crecer en productos como los granos y las nueces que no se almacenan adecuadamente).