Vida Moderna
Hipertensión arterial secundaria: ¿Qué es y qué la causa?
La hipertensión arterial secundaria puede empeorar las afecciones médicas subyacentes que causan presión arterial alta.
La hipertensión arterial secundaria (presión arterial alta secundaria) es la presión arterial alta provocada por otra afección médica y puede ser causada por enfermedades que afectan los riñones, las arterias, el corazón o el sistema endocrino, de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación.
Al igual que la hipertensión primaria, la hipertensión secundaria generalmente no tiene signos ni síntomas específicos, incluso si la presión arterial ha alcanzado niveles peligrosamente altos.
Por tal razón, la entidad reveló que si a una persona le diagnosticado presión arterial alta y tiene alguno de estos signos, puede que la enfermedad sea hipertensión secundaria:
- Presión arterial alta que no responde a los medicamentos para la presión arterial alta (hipertensión resistente).
- Presión arterial muy alta: presión arterial sistólica por encima de los 180 milímetros de mercurio (mm Hg) o presión arterial diastólica por encima de los 120 mm Hg.
- Presión arterial alta que ya no responde al medicamento que previamente controlaba tu presión arterial.
- Presión arterial alta de aparición repentina antes de los 30 años o después de los 55 años.
- Ausencia de antecedentes familiares de presión arterial alta.
- Ausencia de obesidad.
Además, la hipertensión arterial secundaria puede empeorar las afecciones médicas subyacentes que estén causando presión arterial alta y si no recibe tratamiento, puede provocar otros problemas de salud, como los siguientes:
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- Daño a las arterias. Esto puede dar como resultado el endurecimiento y engrosamiento de las arterias (ateroesclerosis), lo cual puede ocasionar un ataque cardíaco, un accidente cerebrovascular u otras complicaciones.
- Aneurisma. El aumento de la presión arterial puede causar el debilitamiento de los vasos sanguíneos y la aparición de protuberancias en ellos, lo que provoca la formación de un aneurisma. Si se rompe un aneurisma, puede ser mortal.
- Insuficiencia cardíaca. Para bombear sangre con mayor presión en los vasos sanguíneos, el músculo cardíaco se engrosa. Con el tiempo, el músculo engrosado tiene más dificultades para bombear la cantidad suficiente de sangre para cubrir las necesidades del cuerpo, lo que puede ocasionar insuficiencia cardíaca.
- Vasos sanguíneos debilitados y estrechos en los riñones. Esto puede provocar el funcionamiento anormal de estos órganos.
- Vasos sanguíneos engrosados, estrechos o rotos en los ojos. Esto puede ocasionar la pérdida de la vista.
- Síndrome metabólico. Este síndrome es un grupo de trastornos del metabolismo del cuerpo que comprende un aumento de la circunferencia de la cintura, niveles altos de triglicéridos, niveles bajos de colesterol de lipoproteína de alta densidad (HDL) (el colesterol “bueno”), presión arterial alta y niveles altos de insulina. Si la persona tiene presión arterial alta, es más probable que tenga otros componentes del síndrome metabólico. Cuantos más componentes tenga, mayor será el riesgo de contraer diabetes, tener una enfermedad cardíaca o un accidente cerebrovascular.
- Problemas de memoria o comprensión. La presión arterial alta no controlada también puede afectar la capacidad para pensar, recordar y aprender. Los problemas de memoria o comprensión de conceptos son más comunes en las personas que tienen presión arterial alta.
En consecuencia, Mayo Clinic recomienda cambios saludables en el estilo de vida para mantener saludable el corazón y la presión arterial baja:
- Consumir alimentos saludables.
- Reducción de la cantidad de sal de la dieta.
- Mantener un peso saludable.
- Aumento en la actividad física.
- Limitación del consumo de alcohol.
- No fumar.
- Control del estrés.
De todos modos, lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guie el proceso e indique que es lo más adecuado para cada persona, pues las anteriores recomendaciones son tratamientos recomendados por Mayo Clinic,, pero no son los indicados para todas las personas.