Isabella Santodomingo no se guarda nada. En entrevista con SEMANA habla del feminismo, del matrimonio, del poder y los poderosos

SEMANA: ¿Por qué una nueva edición de Los caballeros las prefieren brutas?

Isabella Santodomingo: Este es un libro que cambió mi vida. Ha tenido un recorrido increíble. No solamente fue best seller internacional en diferentes países de América Latina y Europa, también en Estados Unidos, sino que, además, les cambió la vida a muchas personas. Quise hacerle un homenaje a un libro que ya tiene 20 años, que ha sido obra de teatro, audiolibro y serie de televisión. Siento que es un homenaje muy pertinente, especialmente por el momento que está atravesando el mundo. A raíz de la pandemia, los feminicidios se dispararon, hemos perdido el sentido del humor, la gente vive ofendida, la guerra de los sexos es cada vez peor. Ahora vemos mujeres que abiertamente se declaran antimachos, básicamente. Bajo esa coyuntura, yo dije: “Tengo que escribir ese libro otra vez y lo voy a escribir con el triple de intención”. Le incluí muchas de las nuevas anécdotas y nuevo material que he venido presentando en mis obras de teatro.

SEMANA: ¿Qué es lo nuevo en el libro?

I.S.: Todo es nuevo. Obviamente, guardé muchas de las cosas que me gustaban, pero las reforcé con muchas cosas que hoy estoy pensando con mayor fuerza y dichas de una forma no más políticamente correcta, porque yo nunca he sido políticamente correcta, pero sí traídas más al presente, para un público diferente.

Me rehúso y me resisto a ser de esas mujeres que se sienten condenadas a ser elegidas o a ser escogidas por alguien. Y que las herramientas con las que trabajan no siempre son intelectuales. Con todo el tema de redes sociales, ahora también se debe medir la aprobación con likes, y yo me resisto a eso, porque no va a cambiar mi forma de pensar o mi forma de ver las cosas con groserías o con insultos. Yo me resisto a entrar en ese juego.

SEMANA: Usted es símbolo de empoderamiento femenino y, a su vez, en el libro hace una crítica muy fuerte a las feministas. ¿Por qué le caen mal?

I.S.: No me caen mal. Lo que siento es que al radicalizarse le están haciendo más daño al género que beneficiarlo. La batalla de los sexos es una batalla ridícula, porque uno siempre termina durmiendo con el enemigo. Lo que trato de hacer es meterle humor al tema. Yo siento que no hay humor, yo siento que se han vuelto un grupo de ofendidas permanentes. Yo creo que en este momento el problema es que están marcando una raya y se han convertido en las idiotas útiles de unas guerras culturales que no nos están ayudando a avanzar ni a unirnos como sociedad.

SEMANA: Usted dice que no hay mujer más inteligente que aquella que finge ser “bruta”.

I.S.: La mujer ha sobrevivido a lo largo de la historia utilizando la astucia. Hay que saber escoger las batallas, porque no todas se van a ganar, pero no todas merecen ser libradas. A fin de cuentas, lo importante es preguntarse: ¿qué es lo importante para ti? Lo que es realmente importante para mí lo voy a luchar hasta el final. Las mujeres han utilizado su astucia para que no las quemen en la Inquisición, para poder estudiar en secreto y no las terminen apedreando o empalando. La mujer ha tenido que ingeniárselas a lo largo de la historia para poder sobrevivir. ¿Y eso qué denota? Astucia, dura y pura. Somos mucho más inteligentes de lo que nos han dicho que somos.

SEMANA: Usted ha señalado que le tiene fobia al matrimonio, pero da muchos consejos para las mujeres casadas. ¿Por qué?

I.S.: ¡Yo no odio el matrimonio! Les digo: si quieren estar solas, está bien. Mírenme a mí, yo estoy sola, estoy feliz por voluntad propia y me parece lo máximo. Pero, si usted quiere estar casada, entienda que tiene que ser astuta y tiene que bajarle el tono a la discusión. Es sarcasmo puro. Es decirles a las mujeres: señoras, no peleen por todo, sean inteligentes, pero, sobre todo, tengan sentido del humor y no se tomen todo tan a pecho.

SEMANA: ¿Cuáles son esas batallas que no vale la pena dar en un matrimonio?

I.S.: Hay batallas en las que nadie debe embarcarse. Por ejemplo, ¿por qué no me haces caso? ¿Por qué no me llamas? Es necesario entender que las relaciones cambian, todo evoluciona. Al contrario, pienso que sí hay batallas que sí se deben ganar, como, por ejemplo, las que implican el respeto a tus libertades. La primera señal de que estás con un futuro abusador o con alguien que no te conviene es que te aparta, te aísla de tus amigas, de tu familia.

SEMANA: ¿A qué se refiere con “machismo por conveniencia”?

I.S.: Es mi forma de burlarme un poco del machismo que hay en todas partes. Hay mujeres que se declaran orgullosamente machistas, porque les gusta que las atiendan, pero uno también se puede atender uno mismo. Yo no estoy en contra del matrimonio, quiero dejar eso claro. Estoy en contra de terminar mi vida al lado de un pendejo, al lado de alguien que pretenda cortarme las alas, al lado de alguien con quien me toque pelear todos los días, alguien que crea que la libertad se negocia. Yo no voy a negociar nunca mi libertad.

SEMANA: Recientemente, usted dijo que prefería votar por el payaso de McDonald’s que por Petro. ¿Tan malo le parece?

I.S.: Sí, me parece malo porque me parece mentiroso y porque hay una cosa que él está haciendo o que está provocando y es que está normalizando cosas que no están bien. Por ejemplo, el hecho de que él se haya vendido como un hombre de familia y que le haya faltado a su esposa públicamente. Es mejor divorciarse y que no la haga pasar por esa humillación. Esa parte no me gusta. Ahora, ¿por qué no me gusta Donald Trump? No me gusta porque también le puso los cuernos a la señora con una estrella porno estando embarazada. No me gusta su carácter, no me gusta lo que representa.

SEMANA: En su libro usted llama a Maduro un dictador ignorante.

I.S.: Es impresentable. Maburro. Habla puras incoherencias y le ha traído tanto dolor a tanta gente. Hay 8 millones de venezolanos deambulando por el mundo porque no pueden regresar a su patria. Yo estoy en contra de cualquier persona que se quiera apropiar de los destinos de toda una población. Además, no entiendo cómo siguen a Maduro, es un hombre que ni siquiera sabe hablar. Estoy en contra de todas esas guerras culturales, ricos contra pobres, gordos contra flacos. Siento que hoy en día, más que nunca, cada uno de nosotros debe tener criterio para saber diferenciar entre el bien y el mal. Eso es lo que nos va a salvar como sociedad, como civilización.