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Joven, deportista y sano, ¿por qué entonces el jugador Andrés Balanta murió de un infarto fulminante? Hablan los expertos
¿Qué hace que un deportista joven, en la plenitud de sus capacidades físicas, se desplome de repente en una cancha como le sucedió al futbolista colombiano del Atlético Tucumán?
“La juventud no es un seguro de vida”, dice Carlos Eduardo Posada, médico deportólogo, quien, como muchos de sus colegas, recibió con sorpresa la temprana muerte del futbolista caleño Andrés Balanta, quien tenía solo 22 años y jugaba en el Atlético Tucumán, en Argentina.
Para este especialista, médico del Cortuluá por ocho años y también médico dedicado al ciclismo, ni la juventud ni la actividad física de alto rendimiento son “un seguro contra la enfermedad o la muerte. Pero sí sorprende que cada vez sean más los desmayos y las muertes súbitas en deportistas”, le asegura a SEMANA.
En el caso de los futbolistas, dice, no es común lo ocurrido con Balanta, un volante que a su regreso de vacaciones en Colombia se incorporó a la práctica de pretemporada con su equipo y se desplomó en el entrenamiento, en plena cancha. Los médicos que lo atendieron, en un centro de salud cercano al club, afirman que sufrió un paro cardiorrespiratorio y que de nada valieron los 40 minutos de reanimación que le practicaron.
El hecho generó tanta conmoción en el país, que la Sociedad Argentina de Cardiólogía (SAC) publicó un comunicado, luego del fallecimiento del deportista, asegurando que la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en esta parte del mundo.
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De ahí que invitó a sus ciudadanos a capacitarse en maniobras de reanimación pulmonar y la utilización del desfibrilador automático, situaciones que aumentan las posibilidades de vivir luego de un ataque de este tipo.
La organización aseguró que en jugadores menores de 35 años, como es el caso del futbolista caleño, la muerte súbita ocurre por enfermedades de base o congénitas.
Según explica Posada, la norma es que “los clubes sometan a sus jugadores a chequeos médicos, como electrocardiogramas y ecocardiografías, para estudiar su condición física. Y en casos de alguna sospecha, se les practica un holter” para detectar el riesgo de latidos cardiacos irregulares (arritmias).
Y, cuando regresan de vacaciones, como en el caso de Balanta, “se someten a test de campo para analizar en qué condiciones llegan y si esos días lejos de la actividad deportiva fueron realmente reparadores. En ese momento, el entrenador de Atlético Tucumán hubiera advertido alguna anomalía, por eso es que también sorprende”.
Sergio ‘Checho’ Angulo, un experimentado entrenador que conoció a Balanta en las inferiores del Deportivo Cali, tampoco ocultó su sorpresa.
En diálogo con SEMANA, sostiene que era un futbolista de “buena salud. Se entrenó a tope. Era fuerte, de mucho despliegue atlético, al que le gustaba imponerse en la cancha. Jugaba inicialmente de zaguero central, pero luego con las directivas vimos que podía tener proyección como volante central. Y eso hablaba bien de la condición física” de este jugador que se convirtió en campeón del torneo colombiano en 2011 con el onceno azucarero y además jugó en la Selección Colombia juvenil.
Lo cierto es que la muerte por paro cardiaco súbito en personas jóvenes no es frecuente. Y sucede por una interrupción repentina de la actividad del corazón debido a un ritmo cardiaco irregular. La mayoría de muertes cardiacas se producen en los adultos mayores, sobre todo si tienen enfermedad cardiaca.
Pero es la causa principal de muerte en deportistas jóvenes.
Los cálculos varían: algunos indican que uno de cada 50.000 deportistas jóvenes tiene muerte cardiaca súbita cada año.
Por qué ocurre
Las patologías más comunes para el caso de Balanta podrían ser malformaciones coronarias o canalopatías, miocardiopatía arritmogénica y miocardiopatía hipertrófica. Se trata de enfermedades que desencadenan una arritmia grave, que provocan que el corazón tiemble y pierda capacidad de contraerse, lo que causa la muerte.
Para el cardiólogo Camilo Santamaría, la muerte cardiaca súbita ocurre por una falla en la señalización eléctrica del corazón. “Los latidos cardiacos muy acelerados hacen que los ventrículos tiemblen en lugar de bombear sangre. Este ritmo cardiaco irregular es la fibrilación ventricular. Entonces, toda afección que haga que el corazón se esfuerce de más o dañe el tejido cardiaco aumenta el riesgo de la muerte súbita”.
Para los especialistas, esta afección es más común en hombres y se puede sobrevivir con una atención médica rápida.
Que lo diga Natalia Cañas, una administradora de negocios que el año pasado, en una competencia ciclística recreativa, vivió un paro cardiaco que la dejó muerta, literalmente, durante 7 minutos, tiempo durante el cual tres médicos, que también participaban del evento deportivo, lucharon para reanimarla.
Este accidente dejó al descubierto un secreto que Natalia desconocía: una deficiencia congénita en su corazón “por una estructura inusual”, que, contradictoriamente, no hubiera podido descubrir de otra forma.
Dicha deficiencia se verificó con un examen de arteriografía. Luego tuvo que someterse a una cirugía a corazón abierto.
Ahora, junto a su esposo, que vivió esos minutos de angustia en los que Natalia había muerto, se dedica a ‘evangelizar’ a quienes practican deporte de forma regular sobre los cuidados necesarios para evitar una situación como la que ella vivió.
“Nosotros, luego de esta dolorosa experiencia, aprendimos que se debe hacer un entrenamiento más progresivo y con chequeos preventivos previos. A veces con un simple electrocardiograma se sabe si uno sufre de una arritmia, por ejemplo, y si eso condiciona el entrenamiento que uno debe realizar, porque no todos los organismos funcionan ni resisten igual”.
Natalia también aconseja establecer de manera adecuada los umbrales de entrenamiento con un experto: “Suele pasar que uno entrena en frecuencias cardiacas muy altas y eso no es bueno porque estás llevando al límite tu corazón”.
Recomienda, también, no realizar “entrenamientos estando solos para tener quién pueda asistirte en caso de emergencias. Además, hacer un curso de primeros auxilios, porque ese conocimiento en reanimación puede hacer la diferencia cuando alguien sufre un paro, es la diferencia entre la vida y la muerte”.
Posada, a su turno, considera que, en medio de la fiebre por el deporte que se vive hoy en día, muchas personas olvidan que cada organismo no responde por igual a las exigencias físicas. “Se cree, por ejemplo, en eso de que hay que sudar la gripa, cuando hay cuadros gripales con fiebre. Y es algo grave, pues el cuerpo con una condición de salud como esa, el cuerpo está luchando contra un virus y gastando su energía como para sumarle, además, el esfuerzo de una actividad física”, explica.
Señala que el problema está en “exigirse sin ningún tipo de orientación y creer que, cuanto más intenso, mejor el ejercicio físico. Cuando lo ideal es alternar periodos de intensidad con otros de recuperación. Tampoco son sanas las sustancias estimulantes, que se venden sin control, porque lo único que hacen es acelerar la frecuencia cardiaca y hacer que el corazón sufra”.
Por eso, para este especialista, la recomendación más importante consiste en cuidar nuestro cuerpo, incluso “cuando hacemos ejercicio, no practicarlo sin orientación, solo por el deseo de vernos bien en el espejo”.