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La aventura de Jasmine Harrison, la mujer que cruzó el Atlántico a remo

Luego de 70 días, 3 horas y 48 minutos la inglesa de 21 años, se convirtió en la más joven en remar en el océano. Esta es su historia.

23 de febrero de 2021
Jasmine Harrison
Jasmine Harrison a su llegada a la isla de Antigua, donde se convirtió en la más joven mujer en cruzar el atlantico a remo | Foto: ATLANTIC CAMPAIGNS

Jasmine Harrison era una desconocida instructora de natación y camarera, pero en 2018 ese destino cambiaría por siempre. Estaba en Antigua, donde Harrison enseñaba a nadar y hacia parte de un cuerpo de voluntarios para ayudar en el desastre que dejó el huracán María. En el bar Nelson’s Dockyard entabló conversación con un remero del Atlantic Challenge que se encontraba allí y cuando le contó cómo era la compentencia ella entró en trance. “Escuchar sobre la carrera simplemente me cautivó”, dijo.

En diciembre decidió embarcarse en esa aventura y participar en el premio Talisker, el desafío más prestigioso de remo en el océano. La travesía comenzó en Islas canarias a bordo de su bote Argo, y desde entonces no hizo sino remar hasta llegar el sábado en la mañana a la isla caribreña de Antigua. Luego de 70 días, 3 horas y 48 minutos por el océano Atlántico, que no es ninguna pera en dulce, llegó a la meta final.

Así Harrison, nacida hace 21 años en el noreste de Inglaterra, se convirtió en la mujer más joven en remar en un océano, superando a la estadounidense Katie Spotz, que ostentaba el título desde 2010. Por la pandemia no muchos estaban allí para saludarla. Pero eso fue lo de menos. Harrison estaba feliz de haber logrado su misión. El premio es un reloj de 6.000 dólares de la marca Bremont, así como la fama internacional que recibirá al ser una de las deportistas de resistencia más grandes del mundo por haber logrado una hazaña extrema. Todo eso lo usará para causas benéficas como apoyar la Fundación Blue Marine, cuyo objetivo es luchar contra la pesca excesiva, asi como ShelterBox, entidad que provee ayuda para personas afecgtadas por desastres naturales.

La idea de esta competencia no es nueva e inició en 1896 cuando unos noruegos remaron de Manhattan a Francia. Según el diario The New York Tines desde entonces ha habido 900 intentos por remar en un océano, pero solo dos tercios han tenido éxito. Esto es muy poco si se compara con otras hazañas como ir a la cima del Everest, que congrega a alrededor de 955 personas cada año. El deporte del remo sigue siendo masculino. Menos de 200 mujeres han remado con éxito en un océano y solo 18 han logrado cruzar el Atlántico en solitario. Roz Savage en 2006 se convirtió en la primera remera inglesa en solitario en terminar la carrera.

La competencia ha ido ganando terreno en los últimos años, y cada diciembre, el Atlantic Challenge envía remeros solos o en equipos de dos hasta cinco personas a recorrer 4.800 kilómetros en el océano, desde las Islas Canarias, frente a la costa noroeste de África, hasta Antigua y Barbados.

Harrison fue una más entre varios participantes de diferentes nacionalidades que este año decidieron probar su resistencia en medio de las feroces aguas del atlántico. De hecho, el bote de Harrison, de 249 kilos, y donde escasamente cabe ella sola, dio vuelta dos veces durante la travesía por culpa de esas rebeldes olas que la llevaron a ella al agua. En la segunda vez, según contó a los medios, se lesionó un codo. Pero eso no fue todo. En su relato contó que hubo situaciones aterradoras como la de una madrugada en que casi colisiona con un barco de perforación. “Casi todo pasó cuando yo estaba durmiendo”., dijo al diario The guardian.

En lugar de raciones de comida, la remera vivió de panecillos y barras de chocolate. “Creo que comí 40 kilos de chocolate,” dijo. Dormía en una pequeña cabina donde se protegía de la lluvía. En los dos meses de la travesía extrañó a su familia, sus perros y el agua fría para beber. También la música. Los parlantes que llevó para escuchar a la banda de rock inglesa The Wombats y para escuchar una y otra vez la canción “Fight Song” cayeron al agua en una oportunidad. Muchas veces se sintió descorazonadas. No era fácil Remar unas 20.000 brazadas al día. Pero su determinación ganó.

No todo fue negativo. Harrison cuenta que a medida que se acercaba a la meta, el clima mejoró y las aguas se calmaron. Así la superficie del océano se conviritó en el color turquesa “más brillante que jamás hayas visto”, dijo en una entrevista por teléfono satelital el 12 de febrero. También se encontró en su periplo con una manada de delfines de Risso que la siguió por un tiempo mientras remaba durante horas. Luego contó con la distinguida compañía de una ballena azul que nadó a su lado, aunque en ocasiones su aleta casi choca con su remo. “Yo estaba en su amviente entonces tenia que ser amable con ellos. Adoro los animales, yo quisiera que todo el mundo viera lo que yo vi”, dijo

15 minutos después de ingresar a English Harbour en la isla de Antigua el sábado por la mañana, Harrison se soltó de su cinturón de seguridad y dio lo que serían sus primeros pasos en tierra en 10 semanas. Algunas personas que la esperaban tuvieron que sostenerla pues la experiencia de caminar después de tantos días en el mar es difícil. Ella se tambaleaba, parecía aturdida por el suelo sólido.

Su primera comida luego de la travesía fue una hamburguesa, papas fritas y una bebida fría. Dijo que podría volver a remar de vuelta pero en realidad quiere darles a otras personas esa oportunidad. Por ahora, “estoy pensando cómo será el resto de mi vida“.