Salud
La dieta que recomiendan los científicos para salvar el planeta
De acuerdo a 37 expertos de 16 países, esta no solo sería la forma más saludable de alimentarse, sino que evitaría que 11 millones de personas murieran al año. Además, su impacto en el medioambiente sería positivo.
Cualquiera que haya visto el documental What the Health del cineasta Kip Andersen (disponible en Netflix) habrá quedado con la duda de si realmente los alimentos que consume la mayoría de la población mundial, podrían estar incrementando el número de muertes y enfermedades crónicas en el mundo. Entre ellas diabetes, hipertensión, obesidad, artritis, alergias, trastornos autoinmunes, entre otros.
Básicamente, Andersen expone que la forma en la que la humanidad produce y consume alimentos en la actualidad, junto a las dietas que recomiendan algunos nutricionistas y organizaciones de salud, son las culpables de millones de muertes al año. La razón, según él, es que estas saben los efectos devastadores que tienen muchos alimentos en el cuerpo humano, pero hacen poco por evitarlo. Para demostrarlo, el cineasta reúne una serie de evidencias científicas con los que demuestra por qué las carnes procesadas, las altas dosis de grasas, el azúcar, y los químicos con los que las industrias crean superpollos y superlechugas, están ligadas al desarrollo de algunas enfermedades.
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Aunque el documental causó revuelo en su momento pues muchos afirmaron que carecía de pruebas consistentes, un reciente estudio publicado por la prestigiosa revista médica The Lancet y que reúne la opinión de más de 37 expertos de 16 países, parece estar dándole la razón. En el documento titulado Food in the Antrophocene, los científicos afirman que ha habido un fracaso global para abordar el tema de la mala alimentación y la desnutrición. Y advierten sobre la necesidad de proporcionar a la población una información unificada sobre lo que significa una dieta saludable. Lo anterior, teniendo en cuenta que hoy más de 820 millones de personas carecen de alimentos suficientes, mientras que otros lo hacen de más pero de manera más insalubre que nunca.
El problema, dicen, es que a ese ritmo, ni los ciudadanos, ni la Tierra podrán sobrevivir a largo plazo, pues la producción mundial de alimentos sigue siendo la mayor presión causada por los humanos en el planeta, amenazando los ecosistemas locales y la estabilidad del propio sistema terrestre. La agricultura industrial, por ejemplo, está devastando el medioambiente, ya que los bosques se arrasan y los miles de millones de ganado que son criados para satisfacer la demanda alimentaria, emiten una cantidad significativa de metano que calienta más el clima.
La dieta recomendada
Así las cosas, para mantenerse dentro de los límites, el informe insta a seguir una serie de cambios importantes en la dieta basados principalmente en plantas y un promedio de 2.500 calorías por día. Aseguran que este plan debe incluir una variedad de alimentos de origen vegetal pero bajas cantidades de alimentos de origen animal, granos refinados, alimentos altamente procesados, azúcares agregados, y preferiblemente, grasas insaturadas en lugar de saturadas. En términos sencillos, esta dieta requeriría que las carnes rojas y el consumo de azúcar se redujeran a la mitad, mientras que el consumo de las verduras, las frutas, las legumbres y las nueces se duplicaran.
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Pero el informe no defiende el vegetarianismo, sino una dieta ‘flexitariana‘, basada principalmente en alimentos de origen vegetal pero que incluye de forma ocasional cantidades pequeñas de carne, pescado y productos lácteos. Así las cosas, los científicos aseguran que está permitida una hamburguesa de carne y dos porciones de pescado a la semana. Un vaso de leche al día, o un poco de queso o mantequilla, también se ajusta a las pautas, al igual que un huevo o dos a la semana.
Según los investigadores, para poder alimentar a 10.000 millones de personas en 2050 y tener al mismo tiempo un ecosistema sostenible y sin degradar, es necesario que la población cambie sus hábitos alimentarios, lo cual también podría prevenir cerca de 11 millones de muertes al año en el mundo.
En lugares específicos los cambios tienen que ser drásticos: los norteamericanos necesitan, por ejemplo, comer 84 por ciento menos de carne roja, pero seis veces más frijoles y lentejas. Y los europeos, comer 77 por ciento menos carne roja y 15 veces más de nueces y semillas. Otro de los sacrificios está vinculado a la reducción de ingesta de los vegetales con almidón, como la papa o la yuca, que se consume ampliamente en África y en algunas partes del Caribe y Latinoamérica. El desperdicio de alimentos también debe reducirse a la mitad.
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"Las dietas del mundo deben cambiar dramáticamente", dijo Walter Willett, médico de la Universidad de Harvard y uno de los líderes del estudio, al diario británico The Guardian. Precisamente, esta es una de las principales preocupaciones de los científicos pues la humanidad nunca antes había tenido como objetivo cambiar sus sistema alimentario mundial en la escala que advierte el informe. “Alcanzar este objetivo requerirá la rápida adopción de numerosos cambios y una colaboración y compromiso global sin precedentes”, afirma el experto.
En caso de lograrlo, el cambio reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles compatibles con el Acuerdo de París, al mismo tiempo que reduciría la pérdida de biodiversidad y el uso de fósforo, y limitaría la demanda agrícola de tierra, agua y nitrógeno.
Esta es la primera dieta basada en la ciencia que aborda el problema de la alimentación humana asociada a una solución para evitar una catástrofe ambiental global. El próximo 27 de enero The Lancet publicará una segunda parte del informe que explorará aspectos adicionales sobre la nutrición y los sistemas alimentarios de la vida moderna.