Salud
La enfermedad del hígado graso no alcohólico, una crisis silenciosa
La enfermedad del hígado graso no siempre está relacionado a la ingesta de alcohol, como es de conocimiento general al mencionar este padecimiento.
La enfermedad del hígado graso no alcohólico ocurre cuando se acumulan niveles anormales de grasa en el hígado. Este órgano es el encargado de la bilis y así mismo regular los niveles de energía, entre otras funciones fundamentales para el organismo humano. Sin embargo, cuando este órgano acumula niveles anormales de grasa que no es causado por el abuso del alcohol, se presenta una condición llamada hígado graso no alcohólico, también conocida como NAFLD por sus siglas en inglés.
Esta enfermedad es cada vez más común a nivel mundial, afectando principalmente a los países occidentales, por ejemplo en Estados Unidos, es en consideración, es por lo general la forma más presentada de enfermedad hepática crónica, y llega a reflejarse en aproximadamente a una cuarta parte de los habitantes.
Para Colombia la prevalencia es de 20.0 a 29.9 %. Sin embargo, la Clínica Mayo indica que esta enfermedad, generalmente, no presenta síntomas y por eso es importante hacer un seguimiento periódico del estado de salud. Ahora bien, aunque los síntomas aparecen en bajas proporciones, cuando estos lo hacen, pueden llegar a incluir la fatiga, y dolor o molestia en la parte superior derecha del abdomen como un indicio de su aparición.
Si no se somete a tratamiento, la NAFLD puede progresar a una variación conocida como esteatohepatitis no alcohólica (EHNA), en la que el hígado se inflama y desarrolla daño celular, además de la posibilidad de producir una cicatrización, conocida como fibrosis, pero el hígado posee la notable capacidad de repararse a sí mismo.
En ese sentido, controlar factores de riesgo al tener un peso ideal según su corporalidad en concordancia con los estándares médicos, controlar la diabetes o su posibilidad de padecerla y reducir la presión arterial, pueden detener o incluso invertir la progresión de la EHNA, contribuyendo al mejoramiento de la calidad de vida de las personas.
Para su diagnóstico, los médicos se basan en diferentes factores determinantes como la historia clínica, el examen físico y las pruebas realizadas al paciente y así dar con la enfermedad del hígado graso no alcohólico. Además, también pueden hacer uso de análisis de sangre, pruebas de diagnóstico por imágenes y la biopsia del hígado para hacer efectivo su resultado.
Ahora bien, el aumento de las tasas de obesidad puede impactar a su vez sobre la prevalencia de la NAFLD alrededor del mundo y de tal manera otros diagnósticos que pueden incidir en el desarrollo de esta patología son: la diabetes tipo 2, la enfermedad cardiovascular y una presión arterial alta. Conforme a esto, el 90% de las personas que tienen dos o más factores de riesgo metabólico, que pueden ser la obesidad, la diabetes y niveles no saludables de grasas en la sangre, pueden llegar a sufrir de NAFLD.
“Las enfermedades como la enfermedad del hígado graso no alcohólico requieren mucha atención, pues precisamente por su carácter silencioso, puede llegar a desarrollarse hasta tal punto en que es muy complejo su tratamiento. Afortunadamente, el sector salud ha logrado avances importantes y actualmente cuenta con herramientas que van desde la detección temprana y el diagnóstico, con exámenes de laboratorio, resonancia magnética y ultrasonido para establecer un historial médico; desde la estadificación y tratamiento, para revisar con precisión el estado y gravedad del daño hepático con el fin de identificar el procedimiento adecuado; y desde el seguimiento, mediante la revisión rutinaria de las lesiones, el daño y la eficacia del tratamiento”, cierra Hélida Silva, directora de Asuntos Médicos para latinoamérica, de una reconocida empresa de dispositivos médicos.