SALUD
La falta de sueño en los niños puede causarles estas consecuencias en su cerebro
Dependiendo de la edad, los niños deben dormir mínimo ocho horas al día.
Así como la alimentación es clave para la supervivencia de los seres humanos, el sueño también lo es y aún más en etapas tempranas de la vida, razón por la que los niños deben dormir las horas necesarias para cuidar no solo la salud de su organismo, sino de su cerebro.
El portal Kids Health indica que el sueño le da al cuerpo un descanso y le permite reponerse para el desarrollo normal de las actividades del día siguiente, aún más en los pequeños que queman tanta energía y requieren recuperarse para una nueva jornada activa.
“El sueño también le da al cerebro la posibilidad de resolver las cosas. Los científicos no saben exactamente qué tipo de organización realiza el cerebro mientras dormimos, pero creen que el sueño puede ser el momento en el que el cerebro clasifica y almacena información, reabastece las sustancias químicas y resuelve los problemas”, precisa este sitio web.
Un artículo publicado en el portal Guía Infantil y escrito por Estefanía Esteban, indica que la falta de sueño en los niños afecta su actividad cerebral, alterando la memoria, el lenguaje y los procesos de solución de problemas. “Los trastornos del sueño infantil pueden dar lugar a problemas de conducta y fracaso escolar”, asegura.
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La falta de sueño puede ocasionar disminución del rendimiento escolar, falta de concentración y dolor de cabeza. Al respecto, el portal Pediatría y Familia indica que uno de los temas más complejos que puede generar el hecho de que un niño no duerma bien o no duerma lo suficiente es la falta de concentración. “Como el niño está cansado, su cerebro no tendrá la misma capacidad para realizar sus funciones. Entre esas, memorizar nuevos conceptos y asociarlos con previos conocimientos o experiencias que serán útiles para el futuro”.
De igual forma, se puede presentar dolor de cabeza debido al cansancio. Cuando el menor está en edad escolar, este síntoma interferirá con su capacidad de aprendizaje, pues no le quedará fácil seguir el ritmo del profesor ni de sus compañeros.
Cuando un menor de edad no duerme, lo necesario puede presentar déficit de memoria, falta de autocontrol y de atención, bajo rendimiento motor y disminución en los reflejos, según indica la publicación de Guía Infantil.
¿Cuánto deben dormir?
Según la Academia Estadounidense de la Medicina del Sueño, los bebés entre cuatro y 12 meses necesitan dormir entre 12 y 16 horas al día; los niños entre uno y dos años deben hacerlo de 11 a 14 horas, incluidas las siestas; los menores de tres a cinco años deben dormir de 10 a 13 horas; los de seis a 12 años, deben hacerlo entre nueve a 12 horas y los adolescentes de 13 a 18 años deberán dormir entre ocho y 10 horas.
Es prioritario, por ejemplo, mantener una adecuada rutina diaria, la cual debe tener en cuenta la misma hora para despertarse, para las comidas, para la siesta y para jugar. El portal Healthy Children indica que esto le ayudará al niño a sentirse seguro y que llegada la hora de dormir sea fácil que concilie el sueño.
Es importante cerciorarse de que los niños tienen una variedad de actividades durante el día, incluyendo ejercicio físico y el aire libre. También los padres o las personas encargadas de los menores deben hacer seguimiento al tiempo que pasan frente a una pantalla. La AAP recomienda no tener televisores, computadores, teléfonos ni tabletas en la habitación de los niños, especialmente en la noche.
Otro aspecto clave es establecer un entorno adecuado para el sueño y para ello es importante bajar la intensidad de las luces, controlar la temperatura y no llenar la cama del niño con juguetes.
Según la American Academy of Pediatrics al niño no se le deben programar demasiadas actividades para después del colegio, pues esto les genera dificultades para poder dormir bien durante la noche.
Por último, es importante aprender a identificar los problemas del sueño. Dentro de los más comunes está la dificultad para conciliar el sueño, despertarse durante la noche, roncar, resistirse para ir a dormir, el síndrome de apnea del sueño y la respiración ruidosa y pesada mientras duermen.