Vida moderna
La fruta que mejora la capacidad cognitiva y reduce el riesgo de Alzheimer
Las ventajas que tiene este alimento para la salud del cerebro son múltiples.
La buena salud del cerebro depende de una combinación amplia de factores ambientales, genéticos, psicológicos y alimenticios. Por ello, es fundamental mantener una dieta saludable y balanceada.
Uno de los tipos de alimentos que pueden favorecer el bienestar de las neuronas son la bayas, que agrupan a un buen número de frutas carnosas conocidas por sus propiedades antioxidantes. Si bien hay múltiples evidencias de que son una buena fuente de nutrientes y vitaminas, la ciencia también ha descubierto que podrían tener un efecto positivo en el cerebro.
Determinar qué tan cierto era eso fue el objetivo de un grupo de investigadores del Brigham and Women’s Hospital es el segundo hospital universitario más grande de la Facultad de Medicina de Harvard.
Por ello, realizaron un estudio con el cual buscaron cuáles eran los efectos del consumo de frutas como las fresas y los arándanos (que son muy ricos en unos componentes llamados flavonoides) para proteger al cerebro del envejecimiento.
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La investigación se realizó en mujeres de edad avanzada que consumieron estas bayas. Los investigadores siguieron el desempeño de su memoria durante un extenso período. Los resultados fueron publicados en la prestigiosa revista científica Annals of Neurology, una revista de la Asociación Americana de Neurología y la Sociedad de Neurología Infantil.
Por medio de un comunicado de prensa, el hospital dio a conocer que la investigación había recogido un robusto conjunto de datos a partir de otro ejercicio estadístico.
“Ningún otro estudio de bayas se ha realizado a una escala tan grande”, aseguró Elizabeth Devore, quien fungía como investigadora del Laboratorio Channing en BWH y era la autora principal de la investigación.
“Entre las mujeres que consumieron 2 o más porciones de fresas y arándanos cada semana, vimos una reducción modesta en el deterioro de la memoria. Este efecto parece ser alcanzable con modificaciones dietéticas relativamente simples”, agregó Devore.
Para llevar a cabo sus análisis, los investigadores usaron los datos disponibles de otro estudio que se hizo en enfermeras y que recopiló información de 121.700 enfermeras que se encontraban entre los 33 y los 55 años desde 1976. Luego, a partir de 1980, estas mujeres fueron encuestadas cada cuatro años por los investigadores con relación a sus hábitos de alimentación. Ya entre los años de 1995 y 2011 midieron la memoria de 16.010 personas mayores de 70 años durante períodos de dos años.
En esa medida, las mujeres cuyos resultados fueron analizados en la investigación del Brigham and Women’s Hospital tenían una edad promedio de 74 años.
“Los hallazgos muestran que un mayor consumo de arándanos y fresas se asoció con una tasa más lenta de deterioro de la memoria en mujeres mayores”, sostuvo el hospital a través de su comunicado de prensa. En esa medida, pueden ser de ayuda para prevenir múltiples enfermedades que afectan las neuronas, como el Alzheimer.
Y agregó que, con base en esos resultados, concluyeron que el consumo de compuestos químicos como las antocianidinas y los flavonoides se relacionó con una reducción en los problemas que tenían las pacientes para recordar. Aquellas que habían comido más bayas retrasaron su deterioro cognitivo hasta en 2,5 años en comparación al resto de las participantes.
“Proporcionamos la primera evidencia epidemiológica de que las bayas parecen retrasar la progresión del deterioro de la memoria en mujeres mayores”, aseguró la doctora Devore. “Nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para la salud pública, ya que aumentar la ingesta de bayas es una modificación dietética bastante simple para reducir el deterioro de la memoria en los adultos mayores”, añadió la investigadora.
Por último, el Brigham and Women’s Hospital señaló que la investigación fue financiada con subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos y la Comisión de Fresas de California. Además, contó con un trabajo de control “independiente” realizado por los investigadores que hicieron los análisis de datos.