Salud
La hormona del amor que hace que las nuevas mamás vean caras en la comida
Un nuevo estudio da nuevas luces sobre la tendencia de los seres humanos a ver caras y otras figuras conocidas en objetos o paisajes,
Parece cuestión de personas que no están en sus cinco sentidos, pero es real y lo corrobora un estudio publicado por la revista indexada Biology Letters.
En el artículo, se recuerda la historia de una mujer de Florida, quien en 1994 dijo que había recibido un mensaje religioso a través de un sandwich de queso. Al verlo en el plato, descubrió una figura familiar para ella, que era muy devota. “Vi una cara mirándome y era la virgen María. Estaba en choque”, contó.
“Todo vemos caras en las nubes”
El caso causó tanta sensación, que ella luego vendió en emparedado en EBay por la friolera de 28.000 dólares, un precio bastante alto para un plato tan sencillo.
En todo caso, el fenómeno no fue otra cosa que una manifestación de pareidolia, por el cual el cerebro le adjudica una identidad conocida, a menudo, caras, a cualquier objeto, área o paisaje de la naturaleza.
Los científicos creen que tal fenómeno está muy arraigado en el sistema cerebral y los resultados de la nueva investigación apuntan a que la paraeidolia cumple un papel en la maternidad.
El estudio fue liderado por la doctora Jess Taubert en la University of Queensland, en Australia, quien le declaró a The Times, de Londres: “Todos vemos caras en las nubes en otras partes, pero también sabemos que algunas de esas figuras son muy obvias y otras son bien difíciles de ver. Algunas personas tienen una mayor facilidad para percibirlas que otras personas.
Para ahondar un poco más al respecto, Taubert y su equipo compararon las reacciones de dos grupos de mujeres. Un grupo estaba conformado por 84 embarazadas y el otro por 79 que habían dado a luz a un hijo recientemente.
Ambos conjuntos vieron 256 imágenes de objetos inanimados y debían responder qué tan fácil se les hacía ver caras en esas figuras. Para ello debían regirse por una escala de uno a cero en la que 0 correspondía a “no veo una cara” y 10 a “definitivamente veo una cara”.
Las nuevas madres dijeron haber percibido rostros el doble, en promedio, que su contraparte. Para Taubert, “estos hallazgos nos dan la primera indicación de que nuestra susceptibilidad a la paraeidolia con caras varía según las diversas etapas de la vida”.
Ser más consciente de las caras puede ayudar a las nuevas madres a establecer el vínculo afectivo tan necesario con sus bebés y de estos con otros adultos que contribuyen a su cuidado, explicó también el científico.
El poder de la hormona del amor
Los estudiosos creen que esta situación tienen como origen el incremento en los niveles de oxitocina en las nuevas mamás. Conocida como “la hormona del amor”, la sustancia se segrega más en el posparto que en condiciones normales, lo cual tiene un impacto significativo en la amígdala del cerebro, que encarga de la formulación de las respuestas emocionales.
“Otros estudios han mostrado que la oxitocina en altas concentraciones está relacionada con un incremento en las respuestas de la amígdala”, puntualizó la doctora Taubert. Por eso, su intuición es que dicha amígdala cumple un rol en la sensibilidad de los humanos a las caras y a los patrones que se les asemejan.
Su ambición, en adelante, es descubrir cómo las hormonas, entre ellas la oxitocina, intervienen en el desempeño de las personas en la sociedad. “Se cree comúnmente que los mecanismos neurales que subyacen en nuestra inteligencia social son firmes y robustos, pero los cambios en esos procesos pueden tener un impacto profundo en el bienestar social y la salud mental”, le explicó Taubert al diario inglés.
La experta también señaló que la utilidad de esta clase de estudios radica en que “tenemos un entendimiento muy pobre sobre cómo el cerebro cambia y se adapta a las necesidades de la maternidad o la paternidad”.